"GÁLATAS - Un Estudio Expositivo" Capítulo
3:6-12, parte 2 'Benditos con el creyente Abraham' Puede leer Gálatas 3 aquí . El texto bíblico abrirá en una página separada, por lo que podrá moverse entre este estudio y la Escritura correspondiente sin dificultad alguna. Al
continuar en nuestro estudio del capítulo 3:6-12 de
Gálatas, cuya primera
parte ya estudiamos en el capítulo anterior del estudio ( parte
1), considerando
las primeras 7 del total de 16 preguntas, nos proponemos ahora
examinar, con el favor de Dios, las restantes 9 preguntas y sus
correspondientes respuestas. Para ayudarle a recordar la secuencia temática que venimos examinando a la luz de la Palabra inspirada de Dios, repetimos abajo el sencillo bosquejo de 3 puntos y, luego, las preguntas del 9 al 16, enumeradas así mismo, ya que completan el total de las preguntas iniciadas en el capítulo anterior. 1. El origen de la vida en Cristo que poseen estos creyentes [:1-5]... ¿Por obras de la ley o por el oir de la fe? (examinado en el estudio anterior.) 2. La promesa hecha por Dios a Abraham [:6-18] (Tema que, en parte [:6-12], nos ocupará en el estudio cuya primera parte comienza abajo y su segunda parte concluye en el próximo capítulo; los versos 13 al 18 se considerarán en los dos estudios que le seguirán a la segunda parte ya indicada.) 3. El verdadero propósito o razón de ser de la ley mosaica [:19-29] (Tema a considerarse en un futuro estudio.)Siguiendo nuestro ya establecido formato de preguntas que anticipan el estudio actual y sirven de bosquejo preliminar, hagámonos las 9 preguntas que completarán las 16 iniciadas en el estudio anterior, las que corresponden del 8 al 16: 1 - 7 (del capítulo anterior) 8 - 16 (este capítulo) 8. ¿Qué significa: 'En ti serán benditas todas las naciones? 9. ¿Por qué se declara que, 'Dios antes evangelizó a Abraham? 10. ¿Cómo es que 'los creyentes somos benditos con Abraham? 11. Maldición a los que son de las obras de la ley. ¿Por qué? 12. ¿Qué porción de 'la ley' tiene que obedecer todo aquel que profesa vivir sujetado a esa 'ley'? 13. ¿Cuántos humanos lograrán justificarse mediante la ley? 14. ¿Qué significa Dios al decir que 'el justo por la fe vivirá'? 15. ¿Según Gálatas, qué relación hay entre la ley y la fe? 16. ¿Qué significa: 'el hombre que 'los hiciere, vivirá en ellos? VIII. ¿Qué significa: 'En ti serán benditas todas las naciones? Esta segunda frase del verso 8, "En ti serán benditas todas las naciones", es distinta a la primera frase ya considerada. La primera habla, según hemos visto, del hecho de que, en un futuro (ya cumplido), la fe llegará a los gentiles así como le fue dada a Abraham. Pero, esta frase es más específica al decir que 'todas las naciones' serán benditas por causa del advenimiento de la Simiente prometida a Abraham. Tomemos nota de que no dice, ni siquiera sugiere, que todas las almas en cada
nación así agraciada por Dios habrán de creer. Sólo
afirma que ese evangelio del Mesías, Cristo, llegará, o en
lo mucho o en lo poco, a toda nación en la tierra. Los países
son entes sociales cambiantes. Nacen naciones y otras se auto-destruyen
debido a su pecado, o vienen a ser presa del enemigo más fuerte. Mas,
Dios asegura que todas las naciones oirán de él, los muchos
para morir en su pecado por su rechazo al mensaje evangelizador y los pocos
para vivir a Cristo en sus vidas diarias por causa de la fe que Dios les
habrá de dar. No es que todos -numéricamente- se salvarán. Los incrédulos
no tendrán (tienen) excusa ante el hecho de que Dios les enviará
(envía) mensajeros del evangelio al cual no harán (hacen) caso.
Por el contrario, los que reciban ese mensaje del evangelio en Cristo en
fe, creyendo, serán salvos; conocerán la bendición del
perdón de sus pecados; se gozarán en la esperanza de vida eterna
recibida por la gracia de Dios. En otras palabras, 'serán benditas'
en todas las naciones aquellas almas que miren en fe a Cristo, la Simiente
prometida a Abraham. De ahí la palabra: "En ti serán benditas
todas las naciones". Si hemos seguido de cerca lo explicado arriba tocante a cómo la Escritura
anticipó, o vio de antemano el ministerio de la fe que Dios obraría
entre los gentiles, la respuesta a esta pregunta es muy sencilla. Si pudiéramos ponernos en los zapatos de Abraham, aunque por unos breves segundos, seguramente que tendríamos una idea, aunque muy vaga, del gozo espiritual que él sintió al escuchar tales palabras de promesa bendita. Pudiéramos ir hacia el futuro rápidamente y recordar el gozo de María cuando escuchó las palabras de Gabriel quien, en nombre de Dios, le habló de la Criatura divina que nacería de ella. Ella se gozó con gran gozo y humildad. De manera similar Simeón, aquel anciano que vivía esperando, por fe, la salvación prometida de Dios, se gozó sobremanera cuando, tomando al infante Jesús en sus brazos, alabó a Dios y dijo: 'Mis ojos han visto hoy tu salvación'. Abraham
fue un vaso especial a quien Dios le prometió bendecir
-a través de su propio linaje familiar- a las naciones futuras con el Mesías
que habría de venir. Esa fue una buena nueva para él, un 'mensaje
evangelizador de buenas nuevas'. Es decir, 'Fue evangelizado', o como reza
la revisión 1977 de la versión de la Santa Biblia, Reina Valera:
'Dio de antemano la buena nueva a Abraham'. Hemos visto en los tres versos anteriores (:6-8) la manera en que Dios instruye a los creyentes en Galacia de su relación espiritual con el patriarca Abraham. Si bien es cierto que la salvación que Dios nos da en su gracia descansa únicamente en la persona y obra redentora del Mesías, Cristo Jesús, también es cierto que él escogió revelar, de antemano, dicha redención en un hombre y en la promesa hecha a él. Nada más el hecho de que Dios haya querido hacerlo así nos corrobora la importancia de que atendamos al argumento cronológico, ordenado y clave centrado en este personaje antiguotestamentario tan notable. Y es en el caso de los gálatas que podemos entender cuál es esa importancia histórica, redentora. Y se trata nada menos que de la comparación o el contraste con este otro igualmente conocido personake bíblico, Moisés, quien entra en ese plan de Dios cientos de años luego de Abraham, aunque con un futuro limitado en tiempo predeterminado por Dios. Ya hemos tocado en la gran diferencia entre estos dos personajes en las páginas anteriores de este estudio, mas, es de suma importancia que volvamos sobre esos detalles, aunque de manera breve, para que podamos entender cómo es y el porqué los creyentes somos benditos (bendecidos) con Abraham y no con Moisés. Entender esta importante verdad y diferencia era cosa urgente para los gálatas;
por eso la carta apostólica tan fuerte, aunque a la vez tan amorosa
así como de un padre a los hijos que ama. Para quien no está familiarizado con la costumbre de legitimar presente
o actual conducta, costumbres, creencias, etc., con personajes del pasado
tal vez se le haga más díficil comprender la meta de estos
argumentos espirituales enviados a los gálatas. Es que había
un serio problema judaizante entre los gálatas. Si no hubiera sido
ese el caso, no tendríamos tales palabras de corrección e instrucción.
Por el contrario, quien conoce lo que es esa costumbre tan 'humana' de venerar
o, cuanto menos, de admirar a personajes del pasado con el efecto directo
de que lo que creían y practicaban en su religión tiende
a influenciar la práctica y fe actual de tales admiradores. Conocemos –y con mucha tristeza– de tantos casos en el día de hoy en
que ministros, maestros bíblicos, iglesias locales y hasta denominaciones
(organizaciones de iglesias) dan tanto peso a lo enseñado, escrito
y practicado por santos del pasado, que se han convencido tan profundamente
de que eso que admiran es 'palabra de Dios' sin duda alguna, por lo que viven
de acuerdo a dichos modelos ejemplares e imponen sobre sus ovejas el andar
de la misma manera. Sucede igual con las 'Confesiones de fe', tal como hemos
afirmado antes, en donde ciertas declaraciones predilectas adquieren autoridad
eclesiástica legítima, como si se tratara de Palabra de Dios
inspirada. Resumiendo este punto: es muy fácil caer en la trampa de
'admirar' para luego 'venerar' o, cuanto menos, 'someterse a los preceptos
religiosos' que se identifican con esos seres admirados.
Por tanto, es meridianamente claro que el alma que vive con su mente y corazón
asegurándole que obtendrá el favor de Dios mediante su obediencia
a la ley del pacto, a saber, los diez mandamientos... esa ley antigua establecida
por Dios a través de su siervo Moisés, sólo llegará
a la triste realidad final de que 'será maldito' ante la ley que intentó
cumplir con el fin de hallar el favor de Dios, experimentando lo contrario:
que mata. Sin embargo, es cosa común escuchar a los judaizantes de hoy día
instruir a sus súbditos u ovejas que, 'Cristo nos libró de las
leyes dietéticas' (¡podemos comer chuletas de cerdo debido a
la muerte de Cristo en cruz... supuestamente), pero que es necesario 'obedecer
fielmente la supuesta ley moral' que, para los tales, significa: los diez
mandamientos. Sin embargo, el mandamiento en que usualmente insisten es el
que obligaba al pueblo hebreo a observar el sábado, alegando, claro
está, que el aspecto más importante de dichas leyes es el sábado,
día que convenientemente -sin fundamento o instrucción bíblica,
expresa o implícita- han mudado o cambiado al domingo. Para ser lo más breve posible, enfatizamos el hecho de que la Palabra
inspirada nunca da lugar a que 'el libro de la ley' del Antiguo Testamente
sea entendido o definido como unos pocos mandamientos de orden 'ceremonial'
requeridos en dicha ley abarcadora. Ese 'libro de la ley' es la suma total
de lo requerido por Dios a su pueblo, siendo las 10 palabras del pacto
el
mismo fundamento de toda esa ley. Era necesario...
¡absolutamente!...
obedecer TODA la ley. De lo contrario, el hebreo hallado en tal
conducta
desobediente, aunque fuesen unas partes nada más, era culpable
ante
Dios de haber quebrantado toda la ley. Fue Dios quien lo
estableció así, y nadie fuera de él mismo lo puede
cambiar o anular. Es, de por sí, un tema extenso y abarcador, por lo que no vamos a entrar
de lleno en el mismo. Sirva, pues, como indicador sencillo o conciso este
detalle: Dios requería absoluta obediencia a la totalidad de Su ley,
lo que incluía el pacto antiguo escrito en dos tablas de piedra. Por
eso es que Pablo les puede asegurar a los cristianos en cualquier lugar, incluso
los de la región llamada Galacia que, si trataran de añadir
a su 'fe en Cristo' cualesquiera partes de la ley mosaica, serían
malditos o condenados; y no tanto por causa de las pocas leyes
mosaicas añadidas sino porque venían obligados a sujetarse
en obediencia a la ley de Moisés en su totalidad.
Sujetándose
sólo a aquellas porciones que, en su error y ceguedad,
veían útil o conveniente observar entremezcladas a las
leyes de Cristo, las leyes del nuevo pacto, los pondría en la
peligrosa
situación de estar desobediendo las demás partes, lo que
equivaldría
a estar bajo la maldición de la ley por causa de su
desobediencia. Recordemos el caso del Saulo judío, consagrado al máximo de
sus fuerzas, de quien dijo el nuevo hombre en Cristo, Pablo: "En cuanto a
la justicia que es por la ley, intachable..."
Pablo se describe -en su condición
espiritual antes de su conversión- como un buen ejemplo de mucha
obediencia
a la ley. Pero... y es un pero bien grande... Pablo confiesa que era el
más
grande pecador, pues, siendo ya un genuino hijo de Dios, debido a la
obra
salvadora de Dios en él, sabía, sin lugar a duda, que la
única justicia que salva es la de Cristo... la que obró
en la cruz en el lugar de su pueblo... que la justicia de él
ante Dios había venido mediante la obra de Cristo, y no su
supuesta obediencia a la ley del pacto mosaico del Sinaí. Ahora bien, nos falta señalar el otro importantísimo detalle, a saber: Aunque hubiese sido posible que una de esas ovejas de Cristo pudiera lograr obedecer la ley del antiguo pacto -cosa imposible sin excepción- le resultaría ser un abierto rechazo a la obra que Cristo había hecho en su alma. Y si hubiera podido ocurrir así, la persona estaría fuera de Cristo, infructuosamente intentando lograr su salvación mediante la sujeción y obediencia a una ley cuya función era 'condenar' y 'matar'... todo ello porque esa ley mostraba la realidad del pecado, por lo que no podía salvar. Dios prometió que 'quien hiciere (obedeciere) todo lo escrito en la ley' recibiría vida. Por el contrario, quien no podía obedecer sería condenado ante él. Era
un enigma para el apóstol Pablo. ¿Cómo
podían
pretender estos creyentes en Galacia que los consejos de los
judaizantes fueran buenos? ¿Cómo podían dejarse
convencer de que algún
beneficio espiritual recibirían si incorporaran a su fe en
Cristo algúnos
de los elementos de la ley mosaica? ¡Era imposible! Por eso el
apóstol
ya les había preguntado: "¿Tan necios sois...?" Por eso
les preguntó: "¿Quién los ha fascinado, o hechizado...?" La pregunta tiene una respuesta contundente... ¡Ninguno! La Escritura nos declara en Gálatas 3:11 que: "...Por la ley ninguno se justifica para con Dios..." Queda, pues, tan claro como la luz del medio día, que nada había en la totalidad de la ley de Dios que pudiera haber justificado al pecador. Aunque hubo muchos salvados durante y antes del pacto con Moisés y el pueblo, no advinieron a dicha salvación por obedecer a cabalidad esas leyes escritas en el libro de la ley y las 10 palabras del pacto en tablas de piedra. Fueron salvos por la gracia de Dios, dada por él mismo a quienes él quiso, lo que les capacitó para creer en las promesas de Dios a pesar de no poder cumplir en todos sus requerimientos a la antigua ley. El apóstol Pablo nos habla como sigue de esos que, mirando hacia el futuro, creyeron en las promesas de Dios: "...por cuanto todos pecaron y están destituídos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para mostrar su justicia, a causa de haber pasado por alto en su paciencia los pecados cometidos anteriormente, con la mira de mostrar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Romanos 23-26) Sigue diciendo ahí mismo: "¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluída. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley." Volviendo a Gálatas 3:11, vemos que, luego de la breve cita al inicio de esta sección, Pablo sigue diciendo que : "...es evidente que el justo por la viviará", ésto en contraste con: ...Por la ley ninguno se justifica para con Dios..." Cuando dice que "el justo vivirá por la fe" es evidente que no se trata del momento u acto de conversión, sino de un diario vivir que muestra una fe diaria con el fin de agradar a Dios. Es decir... esas palabras no dicen ni implican –en el contexto actual ante nosotros- que el justo se 'convertirá' a Cristo por medio de la fe. Si se tratara de la obra salvadora de Dios a un pecador, diría algo así: 'el pecador se convertirá o salvará por medio de la fe en Cristo'. Pero, nos dice arriba que 'el justo', a saber: un alma ya justificada ante Dios... entiéndase, un creyente en Cristo... un salvado por la gracia de Dios. Resumiendo lo ya declarado: El (o la) que es un(a) justo(a) ante Dios vive cada día por medio de la fe en Aquel quien le salvó. De forma similar, la comparasión deja más que claro que 'nadie podrá vivir conforme a la ley (la vieja ley mosaica) con el resultado de que así pudiera obtener ante Dios la justificación. Todo esfuerzo de vivir en obediencia a la ley que promovían los judaizantes (la del pacto antiguo en tablas de piedra... entiéndase, 'la ley mosaica), ya sea en su totalidad o un mínimo de sus partes acabaría en un total fracaso al no poder hallar el favor de Dios. Antes de concluir esta sección, repetiremos esa afirmación del verso 11 que, con tanta claridad afirma que la gloriosa realidad de que el 'justo vive ante Dios solamente por fe' es la evidencia o prueba de que nadie -repetimos: nadie- se justificará ante Dios mediante sus esfuerzos por obedecer la ley mosaica. Aunque arriba ya tocamos el tema de la próxima pregunta, vamos a examinar un poco más de cerca la respuesta a dicha pregunta... XIV. ¿Qué significa Dios al decir que 'el justo por la fe vivirá'? Al
decir, 'el justo', es más que claro que se está hablando
de un alma ya justificada antes Dios. El pecador que ha confesado su
pecado ante Dios, creyendo en Cristo como su único y perfecto
Salvador es visto por Dios como un justo... una justa. Se trata, pues,
de lo que llamamos 'el diario vivir'... todo aquello que nos ocupa
durante nuestras horas en que estamos despiertos. Eso abarca todo lo
personal, familiar, relaciones con amistades, los compañeros de
trabajo y aún los extraños con quienes cruzamos
nuestros pasos de día en día. El
ser humano antes de Sinaí, los hebreos en el pueblo de Dios
desde el Sinaí hasta la cruz de Cristo, y los que hemos vivido
después de Cristo hasta el día de hoy... todos tenemos
mucho en común, comenzando por la naturaleza pecaminosa en cada
uno de nosotros, así como la necesidad de vivir cada día
con sus afanes, preocupaciones y debebres, Abraham
y su familia vivían creyendo en las promesas que Dios les
había dado sobre su Simiente futura. Los hebreos vivían
en un estado de sujeción a leyes y reglamentos de toda clase,
con el temor de saber que cualquier desobediencia traería la ira
de Dios sobre ellos. Y los creyentes en Cristo, mirando atrás a
Su muerte y resurección vivimos creyendo que su obra fue
perfecta y suficiente para obrar en nosotros justificación y
santidad ante Dios. Lo
que observamos como 'lo común' entre todos ellos es su esfuerzo
por agradar a Dios. La gran diferencia entre los primeros
dos y el último grupo señalado se debe a que los
primeros debían creer en lo prometido, mientras que los
últimos creemos en lo ya obrado por Cristo en la cruz del
Calvario. En el caso de los hebreos (bajo ley mosaica), era
necesaria la absoluta obediencia a todas las palabras del pacto
así como las demás leyes reguladoras de su conducta
diaria. En esensica, eran esfuerzos humanos por cumplir lo que el
pecado natural del corazón les impedía lograr.
Sólo eran salvos aquellas almas que creían a Dios debido
a la fe que él mismo les daba. Los últimos, nosotros que miramos atrás a la obra de
Cristo en la cruz y su resurección, hallamos que no nos ganamos
el favor de Dios con lo que podamos cumplir de la ley de Cristo, sino por
tener nuestra viva fe (dada por Dios) puesta en él. Por eso es que se afirma:
'El justo por la fe vivirá'. No quiere decir que no nos ocupemos
en buenas obras ante Dios, sino que las que hacemos no serán con
el fin de ganarnos el favor de Dios sino como una clara evidencia de que
Dios nos ha dado la fe para creer en sus promesas, sin dudarlas,
prosiguiendo al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo
Jesús. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: XV. ¿Según Gálatas, qué relación hay entre la ley y la fe? Recordemos
la anterior pregunta y su respuesta, en la que vimos que el que
vivía bajo ley estaba obligado a cumplir en todo, mientras el
alma que descansaba y descansa por fe en las promesas o la obra de Dios
ya hecha gozaba o goza ya de la perfecta obra redentora de Cristo. Hemos
visto en el v. 11 que "...por la ley ninguno se justifica para
con Dios". También hemos leído que el "justo por la fe
vivirá" así como el significado de esas palabras. Ahí ya queda
establecida una gran diferencia entre la ley (la que el pueblo hebreo
tenía que cumplir sin poder debido a su pecado) y la fe. Como
el ser humano carece de fe salvadora debido a su estado natural de
pecado, ninguno, en ningún tiempo de la historia natural, ha
podido o podrá obtener salvación ante Dios por medio de
sus propios esfuerzos religiosos, espirituales. Todos, como prole de
Adán, estamos "muertos en nuestros delitos y pecados" hasta ese
momento en que Dios, soberanamente, regala la fe salvadora a quien
él la quiere dar. Por esa razón, y sólo
ésa, hubo salvados antes de Moisés, durante la vigencia
del pacto antiguo y desde el día de Cristo hasta hoy. Ahora
bien, ese pueblo que vivió bajo el pacto establecido y toda las
leyes dadas por Dios a ellos a través de Moisés,
tenía una palabra muy clara de Dios: "Hagan lo requerido en la
ley, y vivirán". Esa norma obligatoria dada por Dios se
declaró en los días descritos en Levítico 18:5.
Hasta el día en que Cristo cumplió o satisfizo cabalmente
las justas demandas de la ley al morir en la cruz, el pueblo hebreo
estaba obligado a obedecer toda la ley. Sí, Ud. leyó
correctamente: 'TODA la ley' (vuelva a leer esas palabras arriba en la
sección en que estudiamos el texto del verso 3:10. Estemos
claros, pues, en cuanto a la fuente de dónde vino esa ley así
como la fuente de dónde vino y viene la fe salvadora. Es la misma
Fuente, pues, se trata de Dios mismo a través de la obra
redentora de su Hijo en la cruz. Es decir, podemos afirmar sin temor
alguno que 'la ley vino de Dios', así como afirmar que 'la fe es
un don de Dios'. Pero, preguntémonos: El hecho de que ambas
vengan de la misma Fuente, ¿significará que son amigas y hermanas,
capaces de obrar juntas y armoniosamente en la vida de un hijo o una
hija de Dios? La
respuesta es sencilla, pues Dios nos asegura en el v. 12 que "la ley no
procede de la fe". Vimos arriba cómo "los que dependen de
las obras de la ley están bajo maldición". Sobre este
punto, veremos en el próximo capítulo del estudio
cómo es que "Cristo nos redime de esa maldición".
Así que, a pesar de que esa vieja ley del pacto antiguo fue dada
por Dios, no puede cohabitar con la fe salvadora que descansa en la
sangre de Cristo de su nuevo pacto. Y es así porque Dios es
quien obró de tal manera. En
un próximo estudio veremos palabras muy explícitas que
identifican a la ley del viejo pacto como un ente que cumplió
con su propósito divino por lo que su función y autoridad
como pacto llegó a su final. Por eso es que Cristo tiene el
primado en todo, pues es su perfecta obra en la cruz la que satisfizo
las demandas de la ley, obrando justificación, redención
y la más perfecta santificación jamás posible bajo
la tutela de la ley. Aun así, hay líderes y escritores
cristianos que declaran sin siquiera pestañar o pensarlo dos
veces que, una vez salvos en Cristo, el Espíritu Santo nos
devuelve a la ley (entiéndase, a Moisés) para así
comenzar el largo viaje de santificación. Asombrosa y atrevida
noción si tenemos en cuenta que, tal como Pablo dijo en su carta
a los corintios, la ley (o letra, que es lo mismo) mata, mas, el
Espíritu es quien vivifica. ¿Usará Dios lo que mate para santificar un alma? Concluímos,
pues, que la respuesta a la pregunta que encabeza esta sección
es tan clara como decír: Ninguna relación si de obrar
juntas en un alma redimida se trata, ya que se asegura que la ley no es
de la fe, y que la letra o ley sólo puede matar. Sin embargo,
desde los días posteriores a la resurrección y la
ascención de Cristo al cielo, los apóstoles y los nuevos
creyentes regados por tantos países de aquel entonces eran
constantes objetos de los esfuerzos de los judaizantes que se
metían a las iglesias con el fin de sembrar semilla de la
vieja ley mosaica, acciones que merecieron cartas de
amonestación a las iglesias, como es el caso de esta
epístola bajo estudio. Lo
penoso del caso es que siguen en nuestro medio los judaizantes
modernos. Hacen lo posible por llevar a las iglesias a la
observación, sujeción y obediencia de algunos de esas
viejas leyes del pacto antiguo. Ejemplo de ello es la manera en que
pastores llevan a sus iglesias a 'guardar', supuestamente, el
sábado así sea guardado (en ayuno, oraciones, etc.) en el
día que conocemos como domingo (el 1er día de la semana).
Se defienden insistiendo en que los cristianos tenemos que observar lo
que han creado artificialmente como 'la ley moral' de Dios, a pesar de
que la Biblia jamás define o describe tal cuerpo de ley a
observarse. Limitándonos
a ese ejemplo nada más, a saber, esa supuesta observación
del 'sábado' que no es en sábdo, consideremos la
última pregunta de esta sección del estudio: XVI. ¿Qué significa: 'el hombre que 'los hiciere, vivirá en ellos? Las
palabras últimas del v. 12 nos dicen, "El que haga estas cosas,
vivirá en ellas" (versión de la Biblia del 1977). Ya
habíamos visto arriba (en el v. 10) que la persona que "no
permaneza en las cosas escritas en el libro de la ley" estaba bajo
maldición. Como decimos en nuestra país, Puerto Rico,
'ahí no hay que buscarle más vueltas al asunto'. ¡Más claro no puede decirse! En
pocas palabras, la respuesta a la pregunta es esta: Quien pretenda
requerirse a sí mismo o a las ovejas en la iglesia local
así sea una sola ley o reglamento contenida en cualquier
área de la ley del viejo pacto, se habrá puesto
en la terrible posición ante Dios de estar obligado(a) a cumplir
TODA la ley, sin la posibilidad de excepción alguna. Es
lo que dice el apóstol a los cristianos en Galacia: Si van a
irse por el camino de agregar a su fe en Cristo aunque sea una de esas
viejas leyes de la ley mosaica, a saber, el antiguo pacto en tablas de
piedra, sepán que se habrán colocado bajo la obligación de
obedecer toda la ley sin faltar una sola. El pueblo hebreo jamás
pudo obedecer, por lo que esa vieja ley condenó al pueblo,
según el testimonio bíblico, siendo salvos sólo aquellos a quienes Dios mostró gracia,
regalándoles la fe para creer. Sin
embargo, lejos de implicar tal aseveración que el cristiano no
tiene que obedecer a Dios, la realidad para la iglesia actual es que
vivimos con el pleno conocimiento de que ya Cristo cumplió aquellos estrictos
requisitos de ley en nuestro lugar, obteniendo la justicia que fue
prometida a quienes la obedecieren. En vez de estar obligados a
sujetarnos a parte alguna de la ley mosaica, la iglesia de Cristo
descansa en él, el Señor de señores, sabiendo que no estamos obligados a obedecer 'la
ley de Cristo' con el fin de ganar el favor de Dios, sino porque le
amamos a él debido a lo que hizo por nosotros. Invito
a cada estudiante de este estudio expositivo de Gálatas a
recordar un importante detalle señalado al inicio del mismo, a
saber: que nuestra meta es el ofrecerle a usted una exposición
clara, honesta y sencilla de esta epístola del apóstol
Pablo basándonos únicamente en el texto inspirado, no
dejando de aplicar la Palabra inspirada a la realidad espiritual o
religiosa en nuestro derredor. Por esa razón es que tenemos que
señalar que dentro de ese sector evangélico que insiste
en que la ley mosaica es de carácter eterno,
identificándola con nombres que son extra-bíblicos, como
por ejemplo, 'la ley moral', y otros, hay escritos de autores conocidos
y muy respetados que aseguran que la aplicabilidad de la ley mosaica en
la vida del cristiano está sujetada a su criterio personal como
creyente, mejor conocida como 'la libertad cristiana', o la libertad de
la consciencia. Ahora
bien, quedamos obligados –ante tal aseveración– a preguntarnos:
¿Cuál es la fuente bíblica que nos autoriza a
afirmar que el cristiano tiene el permiso de Dios para obedecer la ley
mosaica según su propia consciencia dicte? ¿De
dónde sale esta noción de que la libertad de consciencia
en un cristiano tiene prioridad sobre la obligatoriedad de una
sujeción obediente y total a la ley mosaica (las tablas de
piedra... el pacto antiguo o los 10 mandamientos)? Podemos
afirmar categóricamente que tales conceptos son producto
de la creatividad religiosa del humano pecador. Como ya hemos
señalado antes en este estudio, la ley del viejo pacto
quedó atrás cuando Cristo, el Mesías prometido,
cumplió esa 'ley que mataba'; ley que también
prometía vida a quien la cumpliera. Desde el instante en que
Dios rompió el velo frente al lugar santísimo, en el mismo
instante que el Mesías gritó a viva voz en
la cruz de Gólgota, "Consumado es", el pacto nuevo quedó establecido en
la sangre del Cordero y lo viejo, que era representado en aquel lugar tan
sagrado, quedó expuesto a la vista de todos debido a que en el
plan de Dios, eso viejo terminó... caducó... debido a que
fue cumplido a cabalidad ese antiguo pacto, hecho 'antiguo en el mismo
instante en que Cristo estableció ese mejor y nuevo pacto en su
sangre. Por
esa razón es que los nuevos creyentes en Cristo no estaban
obligados a obedecer la ley mosaica, sino más bien, la perfecta
ley de Cristo, la que recordamos cada vez que participamos de la copa
durante de cena del Señor. Pero, los judaizantes eran 'ciegos
religiosos' que buscaban introducir a las iglesias de Cristo la
observación de diversos elementos de la ley mosaica. Pablo, ante
este incesante ataque de los judaizantes, procura llevar a los
gálatas a entender que en Cristo estaban completos; que ya
estaban libres de ese pacto cuya letra 'mataba', Sin
embargo, teniendo en mente a estos enemigos de la cruz de Cristo. Pablo
les escribe -guiado por el Espíritu de Dios– a los que
querían observar u obedecer algunas de esas caducadas leyes
mosaicas que, si eso es lo que quieren, están obligados a
obedecer TODA la ley, cosa que era imposible porque jamás hubo
un ser humano que obedeciera esa ley, ¡punto! Es más que
clara la Palabra de Dios al decir que si querían obedecer la
ley, pues, que la obedezcan al 100%. Además, se les dice que de
desobedecer en un solo punto, serían la tal persona culpable de
toda la ley. Es
decir, era una imposibilidad el poder cumplir dichas leyes del pacto
antiguo. Cristo los(nos) redimió de esa sujeción para
vivir en adelante amparados en la ley de Cristo, que se escribía
en los corazones, contrario a la antigua que estaba escrita en piedras. No
hay 'libertad cristiana' o 'libertad de consciencia' que pueda librar
de la obligación de una obediencia perfecta y completa. O se
está libre en Cristo, o preso en el pecado. Pablo les deja
saber, sin lugar a dudas sobre el particular, que no era posible estar
en Cristo y a la misma vez estar sujeto a la ley mosaica, no importa
cual sea 'la ley favorita' que se quiera obedecer. Los 'maestros
espirituales' que han escrito que el cristiano está aún
obligado a obedecer la ley mosaica y a la vez libre para elegir
qué partes desea observar en el contexto de su libertad
cristiana no hablan según las Escrituras. No
dude que repiten lo que oyeron de otros escritores a quienes admiran
sin siquiera examinar sus palabras a la luz de las Escrituras. Triste
es tener que decir que en estas cosas los tales andan ciegos, dando
golpes contra el aguijón. Insistimos en que la única
fuente de Verdad de Dios es la Palabra de Dios, y al no hallar en esa
Palabra tales enseñanzas de hombres, en un instante
deberíamos rechazar tales inventos de la mente humana para
asirnos únicamente de lo que Dios ha dicho. Concluímos,
pues, preguntando, ¿Qué significan esas palabras que
aseguran que la persona que procura hacer las obras de la ley tiene que
andar en ellas? Significan que el ser humano que resiste la
enseñanza de Cristo tocante al nuevo pacto en su sangre
derramada y añade a la fe de Cristo aunque sea un solo
requerimiento de la ley mosaica del viejo pacto, se coloca a sí
mismo bajo la maldición de Dios, ya que su intento por guardar
la ley mosaica que sea le ha puesto en la posición ante Dios de
tener que obedecer esa ley en su totalidad. Cerramos, pues, este capítulo preguntando a cada lector, tal como lo hicimos en el estudio anterior: ¿Vive Ud. bajo la rigidez de la ley o vive por la fe que la Palabra de Dios comunica a su alma debido a su perfecta obra en la cruz... obra que dejó establecido el nuevo pacto en la sangre de Cristo? Solo la segunda es la vida espiritual que Dios tiene para los suyos, por lo que deberá estar seguro(a) de que usted esté realmente viviendo en Cristo y no bajo la condenación de la ley o letra que mata. Oramos a Dios que haga de este estudio que Ud. acaba de leer una genuina bendición a su alma. Pase al próximo Capítulo del estudio Regrese al índice de este estudio Regrese al Prólogo Regrese a la Introducción - parte 1: Consideraciones Generales Regrese a la Introducción - parte 2: Nuestra Meta Regrese al Capítulo anterior del estudio
Vaya
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