"GÁLATAS
- Un Estudio Expositivo" Capítulo
3:6-12, parte 1 'Benditos con el creyente Abraham'
Puede
leer Gálatas 3
aquí
.
El texto bíblico abrirá en una página separada, por
lo que podrá moverse entre este estudio y la Escritura correspondiente
sin dificultad alguna. Al continuar en nuestro estudio del capítulo 3 de la epístola
de Pablo a los Gálatas –comenzado ya en el capítulo anterior
del presente estudio expositivo– consideraremos el segundo de los tres
sub-temas en Gálatas 3 que desglozamos al inicio de dicho estudio.
Para ayudarle a recordarlos, a continuación hallará esos
tres principales sub-temas, a saber: 1.
El origen de la vida en Cristo que poseen estos creyentes [:1-5]...
¿Por obras de la ley o por el oir de la fe? (examinado en el estudio
anterior.) 2. La
promesa hecha por Dios a Abraham [:6-18] (Tema que, en parte [:6-12],
nos ocupará en el estudio cuya primera parte comienza abajo y su
segunda parte concluirá en el próximo capítulo; los versos
13 al 18 se considerarán en los dos estudios que le
seguirán a la segunda parte ya indicada: 13-14, 15-18) 3.
El verdadero propósito o razón de ser de la ley mosaica [:19-29] (Tema a considerarse en un futuro estudio.) Al dar inicio al estudio del segundo sub-tema: 2. La
promesa hecha por Dios Abraham, que comprende los versos 6 al 18 del capítulo
3, Dios pone ante nuestra consideración un personaje de suma importancia en la inspirada revelación
progresiva de su obra de gracia salvadora, a saber: el patriarca Abraham. Dios
le imprime gran importancia al lugar de este varón de Dios dentro de la promesa
del Mesías prometido y cómo su advenimiento pondría fin
a la etapa anticipatoria que por tantos siglos duró bajo el dominio del pacto
antiguo, los 10 mandamientos dados por Dios a Moisés en el
Sinaí. Veremos cómo ese conjunto total de leyes, mandamientos y estatutos dados
al pueblo hebreo bajo el manto del fundamento Dios-dado –aquel pacto
antiguo (no antiguo en aquellos días, sino sólo 'el pacto' hecho en el Sinaí)–
serán descritos como un 'tutor disciplinario', o 'ayo', el cual es
quitado como resultado de la perfecta obra de Cristo en la cruz en el Gólgota,
muerte que produjo el tan esperado y anunciado 'pacto nuevo' que sería
escrito en corazones en vez de en piedra (ver Jeremías 31:31+). Cristo mismo dijo tan claramente que "Abraham vio su día (el de Cristo)
y se gozó". ¿Qué fue lo que Abraham vio mediante la
fe que Dios obró en él? ¿Por qué se gozaría
tanto? Es una triste realidad, aunque tan cierta, el que tantos llamados 'maestros
de la Palabra' conocen tan poco y enseñan aún menos estas claves
verdades centradas en Abraham a la vez que le dan importancia desmedida a
Moisés y todo el régimen del pacto, ley y orden que Dios estableció
'después' de Abraham, pacto que dio lugar a la tan esperada
obra del Mesías prometido. Ya hemos tocado en algunos de esas penosas realidades
en capítulos anterios. Ahora,
sin embargo, nos tocará considerar lo que Pablo escribió
a las iglesias diseminadas a través de esa vasta región conocida como Galacia,
tocante a lo que Dios reveló a su siervo, Abraham, sobre la
brevedad
histórica del pacto y la ley que, en un futuro distante,
él
(Dios) habría de obrar en su pueblo escogido, Israel, bajo el
liderato
de su también siervo, Moisés. Como señalamos en
páginas
anteriores, es necesario acercarnos al estudio de la Palabra inspirada
libres
de toda atadura, ya sea de creencias fundamentadas en documentos
humanos
como de esquemas interesantes y curiosos, productos del genio humano. Es decir, pidámosle a Dios nos conceda un espíritu reverente
ante su santa Palabra y facultades del entendimiento deseosas y dispuestas
a ser enseñadas por él, y solamente él. El enemigo primario
al humilde estudio y aprendizaje de lo revelado en la Palabra de Dios surge
de nuestro propio interior, nuestro espíritu tan fácilmente
llevado por 'estratagemas de hombres'. Dado el caso de la amplitud, profundidad e importancia de esta sección
conformada por los versos :6-18, repartiremos este material en tres secciones
con el fin de facilitar su estudio. Por ello, luego de haber estudiado los versos
:1-5 en el capítulo anterior, en éste y el próximo capítulo nos proponemos considerar
los versos :6-12. En los siguientes dos capítulos examinaremos, con el favor de Dios, los versos :13-14 y, luego, los versos :15-18.
Siguiendo nuestro ya establecido formato de preguntas
que anticipan el estudio actual y sirven de bosquejo preliminar, hagámonos
las siguientes 16 preguntas (por ahora del 6 al12): 1. ¿Qué significa la afirmación: "Abraham creyó a Dios"? 2. ¿En qué sentido ese 'creer' de Abraham le fue contado a justicia? 3. "Los que son de fe"... ¿Qué significa 'son de fe'?
¿Quienes son esos 'los'? 4. En este contexto, ¿Qué significa ser 'hijos de Abraham? 5. Cuando la Escritura 've antes', ¿Qué signifca? 6. ¿Qué fue lo que la Escritura 'veía'? 7. ¿Qué significa: 'Por fe había de justificar a los gentiles? 8 - 16 (próximo capítulo)
I.
¿Qué significa la afirmación: "Abraham creyó a Dios"? Habiendo
Pablo pronunciado palabras de 'reproche amoroso' a estos amados
creyentes
en la región de Galacia, palabras que cuestionaban,
'dónde estaba
la consistencia de la fe' ya que se palpaba ahora un viraje hacia las
obras
de la carne con el fin de ir creciendo en espíritu, ahora les
pone
de frente el ejemplo de la fe y obediencia de Abraham. Es ahí,
en
la fe de Abraham, que es necesario llevar al creyente
contemporáneo
que titubea ante el hechizo del judaizante, sea el de aquellos tiempos
o los de nuestros tiempos. A fin de cuenta, es el mismo error, el mismo
rechazo
de la obra perfecta de Cristo, no importa si es por desconocer la
doctrina
particular que atañe o por rehusar creer lo revelado por Dios en
su
santa Palabra. Ambas sion actos o actitudes que evidencian que, para
ellos, Cristo no es
el Todo en
todo.
Volvamos a lo que es tan fundamental en todo ese error que no acepta la realidad de que Cristo puso fin al pacto escrito en tablas de piedra
... los 10 mandamientos. La obra que impuso ese fin –ese terminar de
una
vez por todas– fue anunciada a ese siervo de Dios, Abraham, quien
vivió mucho antes que existiera el pueblo hebreo, Israel,
y su magno comienzo,
teñido con profundo pecado del pueblo, en medio del desierto y
el monte
Sinaí. La promesa del Mesías no fue dada allí sino
cientos
de años antes al nómada Abraham. Por eso es que el Espíritu de Dios inspira a Pablo a recordarle a estos
creyentes tambaleantes de su día que, a la fe de ellos en Cristo nada
se le podía añadir con tal de perfeccionar su fe y sus almas
ante Dios. No tan sólo no se le puede ni debe agregar elementos del
pacto mosaico ya caducado, sino que deben ver en Abraham ese ejemplo espiritual
en donde la justicia del alma se conoce y posee únicamente a través
de la fe y obediencia –tal como en el caso de Abraham– en la promesa del
único y verdadero Dios quien envió a su Hijo, el Mesías,
Jesucristo. De ahí que Pablo enfatiza el hecho de que 'Abraham creyó a Dios
y le fue contado por justicia'. Es decir, ante la pregunta en el verso anterior
(:5) en el que Pablo les pregunta retóricamente si quien obraba entre
ellos lo hacía por 'las obras de la ley' o por 'el oir de la fe',
(retórica la pregunta porque la respuesta queda implicada, sin duda
alguna: 'por la fe') la respuesta es afirmada en el hecho histórico
de que, 'Abraham creyó a Dios'. Y
no es que el creer de Abraham fuera 'una de sus opciones'. Ahí no
había, ni hay, opciones. La justicia no puede ser lograda mediante
esfuerzos por obedecer la ley mosaíca, ya que nadie puede obedecer
a cabalidad la 'ley que mata'. Sólo una fuente existe para que nosotros,
pecadores mortales todos, podamos hallar el favor de Dios... su perdón...
su justicia. Y es la fe en él, es decir, en su Palabra... sus promesas
y demás. Por tanto, la respuesta a nuestra primera pregunta es la más sencilla y breve
que se pueda ofrecer (aquí en Puerto Rico decimos que 'se cae de la
mata'... es decir: no puede ser más sencillo u obvio): 'Abraham creyó
a Dios' significa eso mismo, a saber: que él creyó que lo prometido por
Dios era la verdad. Ejemplo de esa fe absoluta y obediencia
a lo que Dios prometió se evidenció cuando llevó a su
hijo, Isaac, rumbo al monte donde lo habría de sacrificar en conformidad
a lo ordenado por Dios. Él creyó que aún de
la muerte podría Dios resucitar a su hijo. Y así fue que, ya
acostado sobre la leña que estaba sobre aquel altar recién
construído por ellos, Dios le proveyó un carnero sustituto
que estaba enrredado en la maleza cercana. ¿Casualidad fortuita? ¡Mil
veces no! Fue esa la misericordiosa provisión de parte de Dios. Mas, el creer el testimonio de Dios trae sus resultados buenos; y no porque
nuestra obediencia pudiera ser causante del favor de Dios sino porque, ante
la presencia en el corazón de esa fe que sólo Dios puede dar
al alma del pecador, creemos en la verdad de las promesas de Dios, recibiendo
de él esa nueva posición o estado legal/espiritual ante Dios:
su justicia... el ser justificados ente Dios, realidad preciosa que consideraremos al considerar la próxima pregunta: II.
¿En qué sentido ese 'creer' de Abraham le fue contado a justicia? En cierto sentido, la respuesta a esta pregunta ya ha sido anticipada en la sección I, arriba. Repasemos de manera breve y sencilla varios términos
básicos y claves ya que son, a veces, los pequeños detalles no entendidos que nos llevan a
creer y enseñar –aun con genuina sinceridad y buena intención–
lo que suele ser contrario a, o conflictivo con la Palabra inspirada de Dios, la santa Biblia. En primer lugar, al decirnos el verso :6 que 'Abraham creyó a Dios',
significa precisamente lo que ese término declara e implica: Que Dios
habló -no importa cómo o por cuál medio haya hablado-
y que Abraham recibió como 'verdad indiscutible' las palabras de Dios.
¡Tan sencillo, mas, tan difícil también! Traigamos a nuestra memoria aquellas palabras tan incisivas y reveladoras que
Dios inspiró al autor de Hebreos cuando, al describir la triste realidad
de los hebreos que salieron de Egipto, mas, no pudieron entrar a la tierra
prometida luego de tantos años vagando por el desierto, identificó
de forma muy clara la razón de ser de tal situación. Leemos
en Hebreos 3:18 que Dios "juró que no entrarían a su reposo...
aquellos que desobedecieron". Primero se identifica la 'desobediencia'; el verso :19 completa esas palabras así: "Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad."
Ahí está el corazón mismo del
problema entre el ser humano y Dios. Somos, por naturaleza, 'incrédulos'.
El día que Adán y Eva cayeron en pecado sobrevino en ellos lo
prometido por Dios: "El día que comieréis del fruto de este
árbol, ese día moriréis". Y el día que comieron
–digámoslo así: desobedecieron por no creer en las palabras
que Dios les habló– aquello que Dios les había prohibido,
ese mismo día murieron y trajeron la muerte a todos sus descendientes...
la raza humana. Su conducta tanto de alma como de cuerpo fue contrario a
lo que es el 'creer'. Le llamamos 'incredulidad', porque Dios así
lo dijo primero. Sin embargo, Abraham 'creyó', y el efecto de esa fe fue la justificación
ante Dios... "Creyó, y se le contó por justicia". El 'creer'
es la acción u 'obra' de un alma humilde ante Dios que recibe como
bueno y veraz lo que Dios pone ante sí. Cuando en el alma no hay fe
dada por Dios, cualquier ejercicio de 'creer' no pasa de ser de orden carnal,
intelectual, emocional, etc. Pero, cuando hay fe... ese 'don de Dios para
que nadie se gloríe', el alma cree en Dios y le obedece con santa
humildad.
En Juan 6:25+ leemos una muy reveladora conversación
entre Jesús y la gente que le siguió al otro lado de la mar luego
de haber sido alimentados milagrosamente por él. Cuando ellos
le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para poner en práctica
las obras de Dios?" (v.28), Jesús les respondió: "Esta es la
obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado" (v.29).
Recuerdo cuando, hacen ya unos 40 años, prediqué un mensaje durante
una campaña evangelizadora en PR al que intitulé: 'Obras Que Condenan... Obra Que Salva
'. Mi texto principal era Juan 6:29; el mensaje tenía como meta
mostrar al oyente que sólo hay una acción u obra que un pecador
puede hacer que contará con el favor de Dios. Esa obra o acción es
la de 'creer' en el Enviado de Dios, Jesucristo.
Es importante recordar que la fe que 'cree' en el
testimonio de Dios... que cree en Jesús el Señor y Salvador,
es un don de Dios por lo que 'hacer esa obra de creer' es, desde su principio,
obra de Dios. No faltan los religiosos que aseguran al pecador que en su
interior espiritual existe una pequeña chispa de fe. Y que esa fe
sólo hay que avivarla un poco para que la flama creciente de dicha
supuesta fe pueda abrazarse de la cruz y del Salvador que allí se
entregó por el pecado. Esta y tantas variantes de la misma mentira
no merecen más atención aquí. Lo que enfatizo en estas
líneas es la gloriosa realidad de que es 'la obra de Dios en un alma'
la que trae la fe, da vida al muerto y le capacita para esa 'obra de creer'
el mensaje de Dios y en su Hijo, Cristo Jesús.
Por tanto, el 'creer' de Abraham es como todo
otro 'creer' obrado por Dios en almas a quienes él muestra su gracia
y amor. Es esa 'obra de Dios' que trae la particular bendición de
que uno sea declarado justo ante la justicia perfecta de Dios. "Abraham creyó
a Dios, y le fue contado por justicia". Y era esa fe tan sencilla y sincera
en Abraham la que se veía deteriorar en los gálatas debido
a su debilidad ante los judaizantes que les acechaban con sus presiones que
buscaban obligarlos a ceder un poco en su 'exclusiva fe en Cristo' para mejorarla
un poco con extrañas mezclas con lo mosaico que ya Cristo echó
a un lado. Estaban en grave peligro esos creyentes, y Dios los lleva a dar
un vistazo al patriarca Abraham para en 'su fe que creyó' ellos pudieran
ver 'la de ellos que flaqueaba'.
Dios los obliga a través de esta carta inspirada a examinarse en lo
más profundo de sus almas; a mirarse en el espejo de las palabras
de Dios enviadas en esta carta para saber, a ciencia cierta, si eran verdaderos
hijos de Dios por medio de la fe. En la siguiente pregunta veremos cómo
Dios ata la fe salvadora en ellos –si de veras 'son de fe'– a un parentesco
espiritual con Abraham. Veamos...
III. "Los que son de fe"... ¿Qué significa 'son de fe'?
¿Quienes son esos 'los'?
Ya han tenido que responder a varias preguntas que obligan a un examen de
espíritu con tal de asegurarse si lo que había ya obrado en
ellos había sido mediante las obras de la ley o por el oir con fe.
Se les puso el ejemplo de la fe de Abraham como una regla para su auto-medición
espiritual. La respuesta de cada creyente a estas interrogantes estaría
formándose en cada alma individual. ¿Cuál sería?
¿Algunos dudarían si estaban en genuina fe salvadora? ¿O
todos habrán podido decir dentro de si como dijo Pablo: "Yo sé
en quién he creído..."?
Si tenían dudas hasta este punto, ya pronto deberían estar
más que claros, pues, Pablo les asegura que sólo existe relación
familiar espiritual con Abraham cuando esa persona descansa en la fe verdadera
de Cristo. No menciona el nombre de Cristo en el contexto inmediato,
pero, muy pronto el Espíritu de Dios les dirá que la promesa
'creída' por Abraham era, precisamente, aquella Simiente de él
en quien serían benditas las naciones. Esa Simiente es el Verbo
encarnado. Esa Simiente es Jesucristo. Por tanto, si ellos de veras creían por fe en las palabras de Dios,
en sus promesas, etc., tal como Abraham 'creyó a Dios', eso lo describe
Dios como que 'son de fe' (han creído y siguen creyendo en Dios). Todo
pecador que ha venido a Cristo en fe salvadora viene a ser uno más
de 'los que son de fe'. Al oir estas palabras de Pablo, "Los que son de fe...",
entenderían que se trataba de ellos mismos quienes habían 'creído'
el evangelio de que el Mesías, el Cristo, murió, resucitó
y ascendió al cielo como Señor y Salvador de todos cuantos
creen en él.
Finalmente, sobre este punto, deberían entender
que también se establece un marcado contraste entre "los que son de
fe" y "los que son de la ley". No puede uno ser de los dos; o se es de la
fe por haber creído en Cristo o se es de la ley porque la esperanza
del tal descansa en su tan deseado cumplimiento cabal de los requerimientos
de la ley que, en su entendimiento, deberían ser cumplidos para lograr
cumplir esa ley. Pero, como ya hemos visto y seguiremos viendo en esta
epístola escrita a los gálatas creyentes, la vida en Cristo
sólo se recibe mediante fe en él... en su sangre del nuevo
pacto, sin las obras de la ley. Ellos habían creído de veras
en Cristo, mas, peligraba su estado espiritual ante el acecho judaizante
que, tal parece, iba camino a lograr sus nefastos propósitos. Querían
los enemigos del alma convertir a estos cristianos en 'hijos de Cristo/Moisés',
lo que nos lleva a nuestra próxima pregunta:
IV.
En este contexto, ¿Qué significa ser 'hijos de
Abraham?
Pienso que cada lector cristiano entiende esa tan básica realidad y
concepto divino existente entre los verdaderos creyentes en Cristo y Dios
Padre. La Biblia nos habla de los tales como 'hijos de Dios'. "A los que
creen en su nombre, dioles potestad de ser hechos 'hijos de Dios'" (Juan
xxx). Es algo tan básico en la misma existencia humana. Los engendrados
en una familia se les conoce como 'hijos' e 'hijas' de su padre y madre.
Es decir, el ser llamados 'hijos de' alguien identifica
una relación de padre e hijo, sea cual sea esa relación. En
el caso de los que sirven a Satán, por estar muertos en sus delitos
y pecados, se les llama 'hijos del diablo'. Cristo lo dijo meridianamente
claro al dirigirse a los rebeldes y pecaminosos ''líderes espirituales
de Israel': "Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro
padre queréis hacer". La referencia al diablo como su padre es una
manera de decirles: 'sois hijos del diablo'.
Siendo Abraham el hombre que fue, con tan grande
bendición de ser la persona a quien Dios escogió para ser el siervo
cuya Simiente prometida sería nadie menos que el Mesías prometido,
es fácil ver el porqué de este simbolismo familiar que Dios
establece con él. Además, vemos que 'Simiente' o descendiente,
hijo, etc., necesariamente implica la existencia de un padre, no importa
cuál sea su lugar en la genealogía de los 'abuelos' y/o los hijos
de hijos o nietos de nietos descendientes de ese padre o abuelo. En
fin, debido a que Abraham no sólo es la persona a quien Dios
prometió enviar –como Simiente suya– al Mesías, el Verbo
encarnado, sino que también es aquel el que creyó lo que
ningún humano podría
creer aparte del regalo de fe dado por Dios en el corazón, y por
ello
viniendo a ser 'modelo del que cree' y no del que 'intenta cumplir la
ley'...
debido a todo esto es que Dios declara que "los que son de fe" son,
también,
hijos de Abraham. No es que sean 'hijos de Abraham' en lugar de ser
'hijos
de Dios', sino que lo son simbólicamente –según la
analogía
de fe aquí señalada– porque son 'hijos de Dios' junto al
mismo
Abraham quien, por su fe, era también 'hijo de Dios'.
La familia de Dios nunca tuvo, no tiene ni jamás
tendrá dos cabezas. Todos los que somos de la fe de Cristo somos 'hijos
de Dios'... "los que creemos en su Nombre". En resumen, este simbolismo que
describe a los genuinos cristianos –o hijos de Dios– como 'hijos de Abraham'
tiene valor de gran peso dentro del argumento de esta epístola inspirada
enviada a los gálatas debido a que, en el orden divino del obrar de
Dios, lo que Cristo es para su pueblo y la realidad de la fe en él
que Dios ha obrado en nosotros tiene conexión directa con la promesa
hecha por Dios a Abraham y no con Moisés y el pacto de las 10 palabras
que Dios estableció en Israel bajo su (Moisés) liderato. La Biblia nunca identifica a los que son de la fe de Cristo como hijos de Moisés.
¡Y hay buena razón para ello! Moisés es identificado
muy específicamente en Hebreos 3 como 'fiel líder de su pueblo
o casa' (entiéndase Israel) en contraste con Cristo, quien es descrito
como fiel sobre "su casa, cuya casa somos nosotros". Nada más esas
palabras tan específicas deben despejar toda duda y error sobre cuál
es la 'casa espiritual' a la cual pertenecemos 'nosotros' (entiéndase
la iglesia de Cristo). No somos de la 'casa presidida por Moisés'
sino de la 'casa sobre la cual Cristo es fiel'.
Si
bien es cierto que el sacerdocio levítico y todo el aparato
espiritual,
ceremonial que administraba tenía como su enfoque la
revelación
del Mesías prometido en todos sus detalles, también es
cierto
que Moisés es descrito en el v. 5 como un 'criado fiel' sobre
esa
casa (Israel). Mas, lo que no es cierto es el alegado vínculo
entre
Moisés y Cristo que supuestamente requiere que los que somos
de Cristo tengamos también que 'obedecer a Moisés' en
aquellas leyes que los 'judaizantes modernos' nos imponen debido a su
insistencia
en que 'la ley de Cristo' no es más que una nueva
administración
de un supuesto pacto eterno comenzado bajo Moisés (o
según algunos, desde el Edén).
Repetimos: Dios vincula a los creyentes en Cristo ('los que somos de la fe
de Cristo') con Abraham en vez de con Moisés debido a que fue a Abraham
a quien Dios le hizo la promesa de la Simiente (Cristo), y Abraham 'creyo',
en genuina fe, lo que Dios le prometió. De ahí que el Espíritu
de Dios describe a los genuinos creyentes en Cristo como 'hijos de Abraham'.
Vemos así que Abraham es un personaje y un 'punto histórico'
de suma importancia en el plan redentor de Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
Moisés tiene gran importancia y relevancia
dentro de 'su casa' por ser ésta el 'Tutor disciplinario' en el camino
hacia el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham, según veremos
luego en este estudio sobre Gálatas. Pero, ser fiel sobre la casa
en que operaba el Tutor (la ley del pacto hecho en el Sinaí) es muy
distinto a ser aquel a quien Dios hizo la promesa en cuestión; aquel
en cuyos lomos estaba Leví (esto es, un Leví subordinado e
inferior a la Simiente prometida a ese siervo de Dios, Abraham), ese sacerdocio
de 'la casa sobre la cual Moisés fue fiel'. Y dado el caso de que ninguno
de los planes de Dios surgen por contingencias celestiales o terrenales sino
que son de origen eterno por la sencilla razón de que Dios es eterno,
hagámonos la siguiente pregunta:
V. Cuando la Escritura 've antes', ¿Qué signifca?
Parecería, de primera vista, que la Escritura tuviera algún tipo
de mecanismo que se ocupaba de averiguar las cosas que ocurrirían a
fin de estar bien informada y poderlas informar como eventos seguros. Esa
sería la lógica equivocada, humana, usada para explicar
satisfactoriamente la curiosidad que nace en nuestra mente limitada,
finita. Pero, para limitar nuestra respuesta a lo más básico y sencillo
de la Palabra inspirada, hemos de recordar que 'la Palabra de Dios', expresada
en cualesquiera de sus muchas formas no es otra cosa que no sea la mente,
la voluntad, los designios o los propósitos de Dios. No es que tenemos
cierto místico escrito espiritual que se asoma por los pasillos de
la historia futura para averiguar lo que Dios va a hacer. Lo que Dios todopoderoso
ha hecho, hace y hará es siempre su perfecta voluntad, establecida
desde la eternidad.
Por tanto, cuando leemos en las Escrituras inspiradas
que "la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe..."
lo que estamos leyendo no es más que una expresiva descripción
de que la Palabra de Dios ha recogido en su contenido lo que Dios ha expresado
y/o determinado en cualquier área de su quehacer divino, eterno.
Consideremos por unos momentos esa palabra tan preciosa
que nos describe en el evangeio de Juan cómo el Verbo era en el principio
no sólo 'con Dios' sino que era 'Dios mismo'. Ese nombre 'Verbo' es
virtualmente igual que decir: 'Palabra'. De hecho, en el inglés ese
nombre es: 'Word', que es la misma palabra para decir eso mismo, 'palabra'.
Sin profundizar más en ese aspecto de la terminología, vemos
que Cristo, la Simiente prometida a Abraham era, en todo el sentido de la
Palabra, el Verbo o la Palabra de Dios. Y cuando usamos el término
'Escritura', es a esa realidad de la 'Palabra' a la cual nos referimos.
Por tanto, cuando leemos que, '...la Escritura, previendo...'
lo que nos describe es más bien esa inalterable realidad de que lo
que Dios ha dicho, establecido y prometido (todo lo mismo) es lo que habrá
de ocurrir en el tiempo establecido por Dios.
Consideremos otro muy sencillo detalle que, fácilmente,
se nos puede escapar. Tiene que ver con este libro encuadernado que leemos
para conocer de Dios, etc., ese libro que, a pesar de ser un producto encuadernado
y forrado con papel y piel muy costosa o, por el contrario, impreso con el
más barato material de imprenta. Se trata del libro que amamos los
hijos de Dios, el cual lleva en su portada el título, 'La Santa Biblia',
o 'Las Sagradas Escrituras', etc.
Le haré una pregunta muy sencilla: ¿Cuándo,
cree Ud., que se publicó la primera copia física de la Biblia?
Algunos pensarán en la fecha en que se fabricó la primera imprenta,
y tal vez hasta se acordará alguno de ustedes el nombre de publicación
de esa primera Biblia impresa según nosotros definimos una 'imprenta'.
Mas, si vamos a hablar de las verdaderas primeras copias de la 'Palabra de
Dios', en cualesquiera de sus presentaciones más básicas, tendríamos
que irnos a los tiempos antes de Cristo para reconocer los papiros o rollos
en los que escribas copiaban a mano el texto de los muchos libros inspirados
que ya tenían en sus manos.
Algunos de esos rollos eran de material vegetal (el
papiro) y en otros casos se trataba de pieles de animal. Recordemos que en
el Sinaí Dios le dio a Moisés las 10 palabras del pacto, a
saber: los diez mandamientos. Y esa 'Palabra de Dios' (pues, de él
vino) se escribió en dos tablas de piedra. En Deuteronomio leemos
que Dios instruyó a Moisés no sólo a colocar esas dos
piedras dentro del 'Arca del Pacto' sino también a colocar justo al
lado del arca los escritos de todas las leyes, mandamientos y estatutos que
les había dado para que, en obediencia a todos esas palabras dadas
por Dios, el pueblo hebreo pudiera agradar a Dios. Aunque no sabemos el material
físico en que fue escrito o grabado esa colección de mandamientos
a colocarse 'afuera del arca', debió ser o piedra o rollos de material
similar al papiro, ya que habían vivido tanto tiempo en Egipto, aprendiendo
y aún mejorando las distintas técnicas de construcción,
escrituras textual, etc.
Lo que este siervo de Dios quiere que Ud., estimado
estudiante de estas páginas, pueda comprender es el hecho histórico
de que, el uso de materiales físicos, no importa cuál haya
sido su naturaleza material comenzó en un tiempo identificable dentro
de la temprana historia natural de este planeta tierra. Mas, antes de aparecer
ese primer 'escrito' en materiales físicos, materiales, la Palabra
de Dios –dada por primer vez a Adán y Eva– le fue comunicada por la
boca de Dios mismo además de su colocación o implantación
en su mismo corazón y espíritu por obra de Dios. En adelante,
las palabras de Dios fueron dadas por los padres a los hijos, y así
sucesivamente por generaciones hasta el día cuando Dios capacitó
al ser humano para poder crear medios y materiales para la escritura, lo
que ya para los tiempos 'modernos' ha venido a ser el papel, tinta, imprentas.
¡Y qué diremos de las modernas herramientas electrónicas
como lo es la red internet, medio por el cual muchos de ustedes están
leyendo estas líneas en este mismo momento.
Resumiendo, pues, estos últimos párrafos,
vemos que al decirnos el texto bajo consideración que '...la Escritura
previó...' no puede estarnos hablando de un libro inspirado escrito
en material alguno. Y muy especialmente se ve ésto en el hecho de
que se coloca esa acción de 'la Escritura' en tiempos cuando la Palabra
de Dios se trasmitía oralmente, de padres a hijos. Por tanto, no se
trata de una acción de vaticinio de parte de la Biblia escrita sino
de la voz o palabra misma de Dios. Y
por tratarse de la voz o determinación de Dios, podemos afirmar,
categóricamente, que esta acción de la Escritura de 'pre-ver'
el advenimiento de la bendición a las naciones debido a la Simiente
prometida... promesa hecha a Abraham y no a Moisés... no es otra cosa
que la acción del Trino Dios en que declara su propósito eterno.
Propósito que anticipó de forma muy sencilla cuando, en el
Edén, y como parte de sus palabras de reprensión tanto a la
serpiente (Satán) como a Adán y su esposa Eva, declaró
que "la simiente de la serpiente heriría a la Simiente de la mujer
en el calcañar" (los pies) mientras que esa Simiente heriría
en la cabeza (entiéndase, mortalmente) de la simiente de la serpiente.
En ese momento, acabados Adán y Eva de usar su 'libre albedrío'
para voluntariamente desobedecer a Dios, es que se escucha esa promesa segura,
aunque sin lujo de detalle. Es luego, muchos años luego, que la Palabra
inspirada nos narra que fue a Abraham a quien le habló con más
detalle, prometiendo enviar, a través de él, la Simiente redentora. Habiendo examinado el significado de las palabras: '...la Escritura, previendo...', nos preguntamos ahora:
VI. ¿Qué era lo que la Escritura 'veía'?
Teniendo en cuenta los párrafos anteriores en donde hemos visto que
ese 'pre-ver' de las Escrituras es, en efecto, algo tan sencillo como la
voluntad determinativa de Dios, estableciendo lo que habría de hacer
y anunciándolo a través de las Escrituras según estas
van conformándose mediante la inspiración divina que Dios depositaba
en sus escritores/profetas humanos, lo que la Escritura, o Palabra eterna,
pre-vió o determinó es tan fácil conocer con sólo
leer el texto que está ante nosotros. Dice el verso 8: "Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar
por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo:
En ti serán benditas todas las naciones."
Ese 'pre-ver' de la Palabra eterna de Dios... esa
voluntad eterna de Dios revelada a Abraham, era la realidad futura de que
los gentiles también habrían de ser justificados ante Dios
por medio de la fe, tal como el mismo Abraham fue justificado ante Dios por
haber 'creído' (fe) en la promesa hecha por él (Dios). Claro
está, el transcurrir del tiempo mostraría la única diferencia
de magnitud entre el creer estos dos entes, a saber: Abraham y los gentiles.
¿Y cuál es esa diferencia? Que la fe
de Abraham creyó en la verdad de la promesa de Dios de un Mesías
que habría de venir algún día... muchísimos siglos
luego de la promesa. Por el contrario, la fe salvadora que Dios obra en el
gentil mira hacia atrás, al Calvario, y cree en la verdad bíblica
de que esa muerte de Jesús, el Cristo, como Sustituto perfecto, es
el cumplimiento de lo prometido por Dios a Abraham. Dicho de otra manera,
la fe de Abraham miraba al futuro; la fe del gentil (nuestra) mirá
atrás al hecho consumado. Pero, la fe en ambos es fe dada por Dios,
y descansa en el mismo Mesías Salvador, Dios hombre, Jesucristo.
Nuestra próxima pregunta trata la segunda
declaración en ese texto tocante al pre-ver de la obra futura de Dios
entre los gentiles, la cual también dará a ellos la fe salvadora.
Consideremos, pues,
VII. ¿Qué significa: 'Por fe había de justificar a los gentiles?
En gran medida, ya hemos ofrecido la respuesta más básica en
lo que hemos estudiado hasta ahora en este capítulo 3 de Gálatas.
Hemos visto que Dios justificaría almas de entre los Gentiles, y que
la fe en ellos para creer sería, también, dado por Dios. Mas,
queda algo sencillo y a la vez muy importante con relación al señalamiento
que identifica a los gentiles como de esa obra futura de la gracia de Dios. Preguntémonos en primer lugar: ¿Quiénes eran y/o son
los gentiles? Somos todos los seres humanos que no somos judíos. En
este sentido étnico comunicado en la Palabra de Dios, nada se dice
con respecto a raza, color de piel, lengua (idioma), etc.
Aparte de la dicotomía entre 'pecadores' y 'salvados por la gracia
Dios', sólo existe la que identifica a los humanos como judíos
(hebreos) o como gentiles. Siendo, pues, el término 'gentiles' uno tan abarcador, nos preguntamos:
¿Será que la promesa hecha por Dios a Abraham significa que
todo gentil gozará de ese favor divino por el cual cada uno vendrá
al conocimiento de Cristo y la esperanza de vida eterna en él? La
respuesta sencilla es: ¡No! Es un triste hecho histórico que
la inmensa mayoría de los humanos mueren en sus pecados. Y es indiscutible
que, proporcionalmente, la mayoría de los pobladores de este planeta
tierra somos gentiles y no judíos.
Así que, ¿Cómo se puede hablar de 'justificar a los
gentiles' si la mayoría muere en sus delitos y pecados? ¿Morirán,
pues, en su pecado aunque hayan sido justificados? ¡Mil veces no! Es
que en ésta, como en tantas otras declaraciones bíblicas que usan
términos cuantitativos o cualificativos, la mención de 'gentiles'
es en contraste con los judíos en lugar de ser una afirmación de que 'todos los gentiles' habrán de alcanzar la fe salvadora. Debido a esta realidad es que podemos afirmar que, de haber el evangelio
tan sólo llegado a uno que otro país gentil, ya se habría
cumplido la promesa de 'justificar por la fe a los gentiles'. No es una afirmación
cuantitativa sino, más bien, cualificativa o comparativa que asegura
que los judíos no son los únicos objetos de la gracia de Dios
ya que Él habría de evangelizar a los getiles. De ahí que consideramos la próxima pregunta:
Cerramos,
pues, este capítulo preguntando a cada lector, tal como lo
hicimos en el estudio anterior:
¿Vive Ud. bajo la rigidez de la ley o vive por la fe de la
Palabra
de Dios escuchada en su alma? Solo la segunda es la vida espiritual que
Dios tiene para los suyos, por lo que deberá estar seguro(a) de
que usted esté realmente viviendo en Cristo y no bajo la
condenación
de la ley o letra que mata. Oramos a Dios que haga de este estudio
que acaba de leer una genuina bendición a su alma.
Las preguntas del 8 al 16 seguirán en el próximo capítulo.
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