Capítulo
1:1-5 Introducción
Puede leer Gálatas 1
aquí.
El texto bíblico abrirá en una página separada, Comencemos este estudio con tres preguntas: ¿Quién escribió la epístola? ¿A quiénes le escribió? y, ¿Por qué les escribió? I. ¿Quién escribió esta carta a los gálatas? El autor se identifica -según lo acostumbrado- en el mismo inicio de la carta... "Pablo, apóstol..." (v.1). Como para enfatizarle a los hermanos que es él quien les escribe, vuelve a identificarse en el 5:2 así: "He aquí, yo Pablo os digo...". Este es el Pablo que les había predicado el evangelio de la muerte y la resurrección de Cristo... siervo de Dios a quien amaban de corazón sincero. Este es el Pablo a quien, como un Saulo perseguidor de la iglesia de Cristo, Cristo se le apareció, lo transformó y llamó a ser "apóstol". II. ¿A quiénes le escribió Pablo? ¿Quiénes eran los gálatas? Quienes entran de lleno en estas consideraciones históricas no están del todo de acuerdo sobre una respuesta específica. En términos generales, sabemos que una gran porción de lo que hoy día se conoce como Turquía era la Galacia de aquellos días. Sus pobladores eran "galos", o "galli" que significa "gente noble, guerrera". Era algo así como una extensión bastante amplia que comprendía, dentro de sí, regiones más limitadas como lo eran Capadocia, Bitinia, Ponto, Licaonia y Frygia. Sabemos, por el testimonio de Hechos 16 -parte de los detalles del 2do viaje misionero de Pablo por la Asia Menor- que Pablo y Silas intentaron llegar hasta la región llamada Asia para predicar la Palabra, mas, les fue prohibido (impedido) por el Espíritu de Dios. De ahí pasaron a Misia y Troas. Dado el caso de que "Galacia" comprende un área muy extendida, es muy probable que, aunque la referencia a los "gálatas" no trate de las gentes de las regiones norteñas de Galacia, muy bien pudiera referirse a los sectores más sureños de dicha provincia, lo que incluiría ciudades como Iconio, Listra, Derbe y aun Antioquía(la de Pisidia), ciudades en donde Pablo predicó y vio muchas conversiones a Cristo. Sabemos que algunas de las cartas de Pablo fueron dirigidas a iglesias en ciudades principales, tales como sus epístolas de Efesios, Colosenses, 1 y 2 Corintios. A otras iglesias, tales como la de Derbe, Iconio, etc., no dirigió cartas con tales nombres específicos de destinatarios; sin embargo, es probable que su epístola a los Gálatas fue la que dirigió a estos hermanos. Pablo, bien conocido en el mundo de su día -amado por los cristianos, y odiado por los judíos- también escribió cartas a otras tantas iglesias en cuya formación el ministerio de él había incidido de una manera u otra. En todas sus cartas, ya hayan sido escritas a particulares, como lo es el caso de 1 y 2 Timoteo, etc., o a congregaciones de creyentes en diversas ciudades -ejemplo de los cuales es la epístola de Gálatas- el apóstol trata asuntos apremiantes de índole doctrinal, espiritual así como prácticas que resultan de la doctrina formativa. III. ¿Por qué les escribió? Si bien no hay una frase específica en la que Pablo haya dicho:"Les estoy escribiendo por tal o cual razón...", es muy evidente, por el lenguaje que utiliza, que había una motivación muy particular y específica. Antes, sin embargo, consideremos ésto: es muy claro que en sus epístolas, el apóstol Pablo siempre trató situaciones reales, específicas que afrontaba cada iglesia a la que escribió. A veces el problema incipiente era de naturaleza doctrinal; otras veces tenía que ver con la conducta impropia en la iglesia, ya fuesen costumbres impropias, pecaminosas o la ausencia de aquellos frutos de la salvación que sólo puede obrar el Espíritu de Dios. No importa cuál fuera la deficiencia espiritual que él procuraba tratar con tal o cual iglesia en particular, el patrón general de sus escritos tendía a tratar, primero, las bases doctrinales de la fe en áreas pertinentes al problema manifestado dentro de la iglesia. Luego, comienzan a observarse las aplicaciones, a la vida de la iglesia, de la verdad ya declarada. Generalmente se le llama a esta fase de su instrucción escrita "las aplicaciones prácticas" de la doctrina expuesta o reiterada. Algunas cartas muestran más énfasis en el fundamento doctrinal; otras, la aplicación de esos preceptos doctrinales al problema enfrentado por dicha congregación. En la mayoría de sus cartas, la distinción entre la doctrina considerada y su aplicación es muy notable; en otros casos, como lo es aquí en Gálatas, esa demarcación entre estos varios aspectos de la carta es menos distinguible. En la epístola ante nosotros, tan pronto como el versículo 6 del primer capítulo, comienza a aflorar -¡y de qué manera!- el problema serio que dicha iglesia enfrentaba ante el embate de los judaizantes. Es decir, no hay un grupo de capítulos en los que se instruya primero en doctrina, para luego tratar sobre la aplicación. Aquí, el problema es abordado casi desde el principio de la carta. Mientras más leemos, estudiamos y enseñamos la epístola de Gálatas, más evidente queda que el propósito específico que motivó esta carta fue, precisamente, el serio problema de la influencia de parte de los judaizantes por llevar a estos creyentes judíos y gentiles (los gálatas... los galos) a una sumisión e inclusión en su iglesia, aunque fuese de manera parcial, de leyes propias del pacto antiguo mosaico; pacto que ya había caducado debido a la muerte y resurrección de Cristo y el establecimiento de un nuevo pacto en su sangre... pacto que suplantó al antiguo con algo "mejor" que descansaba sobre "mejores promesas" (Hebreos 8:6). La presión de los judaizantes a fin de que la ley de Moisés, en parte o en su totalidad, se agregara a su fe y práctica era muy grande. Muchos estudiantes de la Biblia saben que el tema de los judaizantes aflora en muchas de las epístolas de Pablo aunque sea de manera breve. Sin embargo, esta epístola da fe de haber sido escrita con el propósito específico de combatir ese grave peligro -además de ser un serio pecado contra Dios y la obra de su Hijo en la cruz- de lo que aquí llamaremos el "judaizantismo", ese esfuerzo por introducir a la fe de Cristo, ¡y de manera legal u obligatoria sobre la conciencia!, algunos de los requisitos que bajo la ley del pacto de los 10 mandamientos eran válidos, tales como la circuncisión y el guardar días sagrados, entre ellos el sábado (cap. 4:10), pero que ya no eran ni son aplicables en su carácter como parte de un pacto existente o válido. Que ése haya sido el propósito que motivó la escritura de esta carta queda demostrado en muchos textos, algunos de los cuales son: 1. "Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó a la gracia de Cristo, a otro evangelio; no que hay otro..." (1:6). 2. "... Si alguno os anunciare otro evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (1:8,9). 3. "Mas cuando vi que no andaban derechamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos..." (2:14). 4. "...porque si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo" (2:21). 5. "¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad?" (3:1). 6. "¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne?" (3:3). 7. "Guardáis los días, y los meses, y los tiempos y los años. Temo de vosotros, que no haya trabajado en vano entre vosotros" (4:10-11). 8. "Decidme, los que queréis estar bajo a ley: ¿no oís la ley?" (4:13). Sirvan estos siete pasajes para demostrar nuestra afirmación en el sentido de que esta epístola, más que cualquier otra escrita por Pablo -o aun por cualquier otro apóstol- fue escrita con el propósito específico de avisar a estos creyentes del grave peligro que corrían ante la entrada de este "otro evangelio" que no es evangelio. El muy conocido, citado y aun cantado verso 20 del capítulo 1 no es otra cosa que la declaración tajante de Pablo, hecha a Pedro -y narrada luego a los gálatas- en la que le asegura a Pedro que él (Pablo) vivía en "la fe del Hijo de Dios", contrastada esta gloriosa realidad con el triste espectáculo ofrecido por Pedro cuando, públicamente, mostró que aún no vivía plenamente por la fe, sino en el temor a la posible amenaza contra él de la antigua ley mosaica. Veremos este detalle en un futuro capítulo. Habiendo, pues, visto quién escribió, a quiénes escribió y porqué Pablo escribió esta carta a los creyentes en Galacia, nos queda señalar varias cosas más de la breve introducción que cubre los versos 1 al 5. 1. Este es uno de los saludos protocolarios más breves de todas las cartas de Pablo. En realidad, sólo el verso 3 contiene la expresión colectiva de saludo de parte de Pablo y los hermanos que con él estaban: "Gracia sea a vosotros, y paz de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo". 2. La mayor parte de este saludo introductorio se va en dos declaraciones de evidente importancia para Pablo en ese momento, a saber: a. Una vindicación de su autoridad apostólica: "no de los hombres, no por hombre, mas por Jesucristo y por Dios el Padre..." (v. 1). Lo que le viene a estos creyentes en el resto de la carta sólo podría tener validez si el que reprende e instruye en el camino correcto es llamado de Dios. No es fácil lo que ellos van a escuchar de su amado apóstol. El les ama, y "a quien Dios tiene por hijo, azota" (Hebreos 12:6). b. Habiendo mencionado el glorioso nombre de su Señor y Salvador en el verso 3, Pablo se eleva -en el verso 4- en una hermosa e inspirada declaración que, aunque concisa, expresa mucho sobre la muerte de Cristo, obra que Pablo ve de manera muy personal a su favor: (1)
Cristo "se dio"
- habla del hecho de que la muerte de Cristo fue
voluntaria de su parte.
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