El Canto en la Iglesia

 "Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien, sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, sometiéndoos unos a otros en el temor de Dios" (Efesios 5:18-21). 

 Hay pocas cosas en esta tierra más hermosas que un matrimonio bendecido por Dios. Cuando hablamos del canto en la iglesia, estamos hablando de un matrimonio, el matrimonio entre dos de los dones más grandes de Dios al hombre-- su Palabra y la música. El canto en la iglesia nace de la "santa unión" de estos dos dones divinos. No es sorprendente que la Palabra de Dios tenga un lugar en el culto que le rendimos, porque la iglesia nace de la palabra de Dios, y es sanctificada por la misma palabra.

 Pero, quizá nos sorprendemos de que Dios haya establecido un matrimonio entre su palabra y la música. No solo quiere que su palabra sea leída en voz alta en los cultos públicos; también, quiere que sea cantada. Quiere que su pueblo le alabe cantando alabanzas a su nombre. En esto, vemos que la música tiene un lugar en el culto a Dios que es negado a las artes gráficas. Dios prohibe, por ejemplo, el uso de imágenes en su culto, porque como es un ser espiritual, su gloria queda ocultada, y no manifestado, por las imágenes que se palpan y se ven. En cambio, Dios no ha negado a la música un lugar en su culto, porque ha ordenado que su pueblo cante a El.

 Debemos entender, por tanto, el lugar que tiene el canto en la iglesia. ¿Por qué lo ha ordenado Dios? ¿Qué función tiene? En Efesios 5:19, el apóstol Pablo contesta tres preguntas muy importantes sobre el propósito del canto en la iglesia.

 I. ¿Quienes deben cantar a Dios?

 Primero, ¿quiénes deben cantar cánticos a Dios? Vemos en este pasaje que es la voluntad de Dios que todos los creyentes canten a él. Las instrucciones en el versículo 19 no son dirigidas al coro de una iglesia, sino a todos-- "hablando entre vosotros." Dios no quiere que algunos de sus hijos solamente canten a él-- los que tienen dones musicales, por ejemplo. Quiere que todos los creyentes canten a El, para expresarle de esta manera sus alabanzas.

 Jovenes y mayores, hombres y mujeres, los que tienen buen oído y los que no tienen buen oído, los que tienen talentos musicales y los que no tienen talentos musicales-- Dios quiere escuchar las voces de todos los creyentes cantando alegremente a El.

 A lo mejor, lo aque acabo de decir te parece una verdad obvia. Pero si echas un vistazo a la historia, te darás cuenta que el canto congregacional no ha ocupado siempre un lugar central en el culto de la iglesia. De hecho, en un momento de la historia, el canto congregacional le fue quitado a la iglesia. El Concilio de Laodicea, que se celebró entre los años 343-381, prohibió el uso de cánticos congregacionales. Los líderes de las iglesias en aquel entonces decidieron que solamente cantantes designados, normalmente coros de monjes, podían presentar música en los cultos de la iglesia, y cuando cantaban, tenían que cantar siempre en Latín.

 Uno de los grandes frutos de la Reforma Protestante en el siglo XVI fue la restauración en las iglesias del canto congregacional. Una vez más, los creyentes podían cantar alabanzas a Dios, conforme a las directrices de su Palabra. Martín Lutero escribió muchos himnos personalmente, y los ensayaba entre semana con la congregación. Usó el himno como un medio para difundir la doctrina de la Reforma por toda Alemania, y utilizó melodías sacadas de la música popular en su día-- incluso la música de las tabernas.

 Por ejemplo, la melodía de "Castillo Fuerte," su himno más famoso, fue orignalmente una melodía popular de las tabernas de Alemania. Para difundir la doctrina bíblica, Lutero aprovechó una melodía popular que ya estaba en las bocas de la gente, le puso a la melodía palabras bíblicas, y así el evangelio de gracia fue difundida por toda Alemania, aun entre personas analfabetas. Ellos aprendieron la doctrina bíblica-- por lo menos, en parte-- a través de los cánticos que aprendieron de memoria.

 En esto, vemos que el canto en la iglesia puede tener, y debe tener, una función didáctica. El ministerio de enseñanza no se limita a las predicaciones, ni a los pastores; todos los creyetes tenemos una parte en ese ministerio, a través de los cánticos que enseñamos a nuestros hijos y que cantamos los unos a los otros (Colosenses 3:16).

 La restauración del canto congregacional a la iglesia es una de las evidencias de que la Reforma fue un movimiento del Espíritu de Dios, porque dondequiera que haya iglesias y creyentes llenos del Espíritu Santo, siempre cantarán alabanzas a su nombre. Es algo que no se puede refrenar. El cristiano lleno del Espíritu Santo es un cristiano que canta a Dios. En este mismo pasaje (Efesios 5:18-19) , Pablo menciona el canto de la iglesia justo después de hablar de la vida llena del Espíritu. Es como si dijera, "Quiero que seáis llenos del Espíritu, y una las primeras evidencias de esa plenitud del Espíritu será la presencia de cánticos en vuestros corazones y bocas.

 ¿Por qué? Porque una persona llena del Espíritu es una persona que tiene el gozo del Señor en su corazón. El gozo es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22). Y el gozo del Señor tiene que expresarse de alguna manera. La manera más natural es a través de cánticos. Parece una ley de la naturaleza que un corazón contento y alegre siempre se expresa a través de cánticos.

 Se ve esta ley aun en el mundo animal. ¿Por qué cantan los pájaros? Porque están contentos. Un pájaro enfermo o asustado o entristecido no canta. Tengo unos amigos en los Estados Unidos que tienen un pájaro que hace muchos años cantaba alegremente; pero un día, un gato subió a donde estaba la jaula del pájaro, y asustó la pobre criatura tanto que nunca más volvió a cantar. Fue traumatizado, y su canto le fue quitado.

 Aun en el cielo, el gozo se expresa por medio de cánticos. En el libro de Apocalipsis, leemos acerca de los cuatro seres vivientes delante del trono de Dios que "no cesaban día y noche de decir: santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir." Adoraban a Dios sin cesar.

 ¿Quiénes deben cantar a Dios, pues? Todos los que conocen al Señor. Todos los que están llenos del Espíritu y que tienen el gozo del Señor en sus corazones. No importa el hecho de que no tengas buen oído o que carezcas de dones musicales. La música del Espíritu que agrada a Dios no depende del talento musical que tengas. Lo que Dios quiere escuchar, no es una voz cultivada y tonos muy afinados y hermosos, sino un tono de gozo espiritual saliendo de un corazón lleno de gracia.

 Si Dios quiere escuchar a todos sus hijos cantándole alabanzas, ¿queda algún lugar para cánticos "especiales" en la iglesia, cantados por solistas o por grupos en la congregación? Creo que hay lugar para cánticos especiales, pero dentro de ciertos límites bíblicos.

 Primero, los cánticos especiales nunca deben desplazar o quitar el lugar céntrico del canto congregacional.

 Segundo, los que cantan delante de la congregación siempre deben hacerlo con reverencia y humildad, no como si fueran "artistas" en un espectáculo, cantando para entretener a los demás, sino como adoradores de Dios, dirigiendo a todos en adoración al Señor. Hay un solo Espectador en el culto, el Señor de gloria, y todos los demás forman un sacerdocio real para ofrecer un "sacrificio de alabanza a Dios..." (Hebreos 13:15).

II. ¿Qué Debemos Cantar a Dios?

 Pablo usa tres palabras distintos para describir por los cánticos que se ofrecen a Dios: salmos, himnos, y cánticos espirituales. Algunos creen que estos tres términos se refieren juntos a los 150 salmos que tenemos en el Antiguo Testamento, y que no hay otros cánticos permitidos en los cultos de la iglesia. Por lo cual, hay iglesias que cantan solamente los salmos del Antiguo Testamento.

 La mayoría de los comentaristas, sin embargo, creen que las tres categorías de cánticos a los salmos del Antiguo Testamento, y que otros cánticos son lícitos para usar en el culto de la iglesia. ¿Cuál es la distinción, pues, entre un salmo, un himno, y un cántico espiritual?

A. Salmos - esta palabra se refería originalmente a un cántico acompañado por un instrumento de cuerdas; sin duda, incluyen los salmos que tenemos en el Antiguo Testamento. Estos salmos formaban el libro de cánticos en Israel. Cuando los cristianos empezaron a reunirse después de la resurrección, el libro de los salmos fue incorporado naturalmente en el culto a Dios. Los salmos nos hablan de la naturaleza de Dios y de sus obras maravillosas. Nos enseñan a adorar a Dios por quien es y por lo que hace. También, muchos salmos son Mesiánicos; es decir, anticipan la Persona y la obra de Cristo.

 Sin embargo, si nos limitáramos a cantar solamente los salmos del Antiguo Testamento, no podríamos cantar directamente del Señor Jesucristo y su obra de redención. Los salmos fueron inspirados antes de la venida de Cristo; así que, no hablan expresamente sobre la obra en Calvario, la resurrección, y otros aspectos de la obra de Cristo. Por eso, Dios ha ordenado el uso de otros cánticos en la iglesia.

B. Himnos - San Agustín definió un himno como un "cántico de alabanza a Dios." Muchos himnos hablan directamente acerca del Señor Jesus y su obra. El Nuevo Testamento contiene pasajes que parecen ser citas de himnos antiguos usados en la iglesia apostólica (por ejemplo 1 Timoteo 3:16).

C. Cánticos Espirituales - Esta expresión es más difícil de definir con toda seguridad. Algunos piensan que es un término general que abarca todas las canciónes que comunican verdades espirituales. Otros piensan que es un cántico de testimonio personal o de exhortación a los demás. No todos los cánticos que cantamos en la iglesia son dirigidos exclusivamente a Dios; algunos, en vez de ser una alabanza dirigida a Dios, son exhortaciones dirigidas a los hombres.

 En fin, vemos que Pablo permite el uso de varias clases de cánticos en la iglesia. No solamente los salmos del Antiguo Testamento, sino también, himnos y cánticos espirituales escritos después de la venida de Cristo al mundo. Cánticos de alabanza al Dios, cánticos de testimonio, cánticos de exhortación mutua-- todos son lícitos en el culto que rendimos a Dios. La única condición es que las palabras sean bíblicas. No deben añadir ni quitar nada a la doctrina bíblica.

III. ¿Cómo Debemos Cantar a Dios?

 El requisito primordial para cantar al Señor aceptabablemente es la presencia de gracia en nuestros corazones. Dice el v. 19, "cantando y alabando al Señor en vuestros corazones." Los primeros Bautistas en Inglaterra la expresión "en vuestros corazones" de un modo tan espiritual que ni siquiera cantaban audiblemente en los cultos públicos. En sus cultos oraban, leían la Palabra, y escuchaban predicaciones, pero no abrían sus bocas para cantar audiblemente. Razonaban así: si el Señor quiere que cantemos en nuestros corazones, es decir, de un modo puramente espiritual, entonces, no es necesario cantar audiblemente.

 Esto es un error, en primer lugar, porque la palabra "en" no ocurre en el griego original. No dice en el griego original "en vuestros corazones." De hecho, no hay ninguna preposición en el texto. Dice literalmente "cantando y alabando al Señor... vuestros corazones." Los traductores han puesto la palabra "en" para interpretar el sentido del texto, pero se podría traducir también "con vuestras corazones" o "de vuestros corazones."

 Sea cual sea la preposición que usemos, el sentido de la exhortación no cambia. Lo que Pablo quiere decir es que lo más importante de nuestro cántico es el estado de nuestros corazones delante de Dios. Vemos esta misma idea en Colosenses 3:16 cuando Pablo nos exhorta a cantar "con gracia en vuestros corazones." A la hora de abrir nuestras bocas para cantar a Dios, tenemos que estar seguros que lo que sale de nuestras bocas expresa lo que realmente sentimos en nuestros corazones.

 Mis palabras tienen que ser la expresión sincera de gratitud, asombro, reverencia, y algegría en mi corazón. No hay otro canto aceptable. Si canto al Señor de un modo frío y mecánico, con la mente distraída, formando palabras con mi boca pero no pensando en el sentido de las letras, ¿se puede decir que estoy cantando con todo mi corazón a Dios? Por supuesto que no.

 ¿Qué quiere decir la palabra "corazón"? En la Biblia, el corazón es el centro espiritual del ser humano, la fuente de la que manan todos los movimientos de su alma. Cantar a Dios con el corazón significa que canto de lo más profundo de mi ser, de tal modo que todas las facultades de mi alma participan en el cántico-- tanto la mente como, también, los sentimientos. Esto requiere un esfuerzo consciente de nuestra parte.

 Si vamos a cantar a Dios con todo el corazón, es decir, con todas nuestras facultades-- debemos evitar los dos extremos del sentimentalismo y el intelectualismo. El sentimentalismo ocurre cuando uno se deja arrastrar por el sonido de la música de tal modo que las letras pierden su importancia. El sentimentalista deja de pensar y gozarse en el sentido de las letras que está cantando. No sigue las expresiones del cántico con su mente, ni se identifica con ellas. Las repite con una mente vacía, disfrutando solamente de un ritmo o melodía agradable, pero sin pensar en el contenido de lo que está diciendo a Dios.

 Los sentimentalistas ponen el aspecto musical del cántico por encima del contenido. Yo conozco personalmente a personas que escogen asistir a una iglesia por la música que van a escuchar en los cultos. Por ejemplo, algunas iglesias en los Estados Unidos, por ser tan grandes, no solo tienen coros, sino también, orquestas que acompañan el cántico. Y hay personas que escogen ir a esas iglesias solamente por la hermosura de la música. Su actitud es, si puedo ir a un culto con un coro y una orquesta grande, ¿por qué quisiera ir a una iglesia con una guitarra o un piano solamente?

 Esas personas dan más importancia al sonido de la música que a la predicación y la sana doctrina. Esto es el error del sentimentalismo-- confundir la verdadera adoración a Dios con la experiencia aestética de disfrutar un concierto de música.

 Otras iglesias no tienen una dificultad con el sentimentalismo. Pero caen en el error opuesto, que es el intelectualismo. El intelectualismo es el error de pensar que lo único importante del cántico es la letra que tiene. No importa en absoluto el aspecto musical el cántico. Pero si es así, ¿porque nos manda el Señor a cantar? Podríamos leer su palabra en voz alta, solamente, sin cantarla. Sin embargo, Dios no quiere que su palabra sólo sea leída en los cultos, sino también, que sea cantada.

 Alguien ha llamado la música "el lenguaje de los sentimientos." Dios creó la música precisamente para estimular nuestros sentimientos, y para facilitar su expresión. Por eso, en la Biblica, los hebreos usaban la música en varias ocasiones-- en las fiestas, las bodas, los funerales, o después de un triunfo en la batalla-- para acompañar el sentimiento del momento. La música tiene la misma función en el corazón humana que tiene la grasa en un motor de coche.

 ¿Por qué engrasa un mecánico las varias partes y piezas de un motor? Para facilitar el movimiento de las varias partes del motor. Dios ha ordenado la música en la iglesia precisamente para "engrasar" las facultades del alma-- despertando la mente, estimulando las emociones-- a fin de que, con más facilidad, podamos expresar a El los sentimientos despertados en nuestros corazones por las verdades preciosas de su Palabra. Los cánticos no tienen un fin didáctico solamente de instruir a los creyentes, sino también el fin religioso de facilitar la expresión de sentimiento al Señor. Por eso, Santiago dice, "¿Está alguno alegre? Cante alabanzas."

 El cántico es el medio ordenado por Dios para expresar sentimientos piadosos a él. No debemos temer la expresión de emoción a través de los cánticos. Es imposible que la melodía y el ritmo de un cántico no toquen nuestros sentimientos. Así debe ser, porque Dios ha bendecido la santa unión de su palabra con la música. No hay nada malo en gozarse tanto en la letra de un canto como en su melodía y ritmo gozoso. Tanto la palabra como la música del cántico son dones de Dios.

 Los sentimientos piadosos del cristiano son despertados, en primer lugar, por la enseñanza de la Palabra de Dios. Luego, la música del cántico, como siervo de la palabra, acompaña la palabra para apoyar estos sentimientos piadososos, intensificándolos, y facilitando su expresión.

 Es bueno y correcto, pues, que cantemos al Señor gozosa y alegremente, con corazones llenos de gratitud. Cantar al Señor sin sentimiento es como besar a tu pareja sin sentimiento. Al igual que la pareja expresa, por medio de un beso, el sentimiento que tienen el uno por el otro, en la iglesia, Dios ha ordenado que el cántico un medio santo y bendecido para expresar nuestros sentimientos a El.

 Si queremos cantar al Señor con todo el corazón, pues, procuremos evitar estos dos errores-- el sentimentalismo, por un lado, y el intelecutalismo, por otro. Procuremos involucrar todas nuestras facultades-- nuestras mentes y nuestros sentimientos, a la hora de cantar a Dios. Como el apóstol Pablo lo expresa en otro pasaje: "Cantaré con el Espíritu, pero cantaré también con el entendimiento" (1 Corintios 14:15).

 Quiero concluir este estudio con unos palabras de Juan Wesley sobre cómo el pueblo de Dios debe cantar a El Expresan con mucho equilibrio la enseñanza bíblica: "Primero, canta valientemente y con vigor. Ten cuidado de no cantar como si estuvieras medio muerto o medio dormido, sino que levanta tu voz con fuerza. No tengas miedo del sonido de tu voz, ni te averguences de ser oído por los demás. Canta con modestia. No vociferes.

 "Haz un sonido claro y melodioso. Sobre todas las cosas, canta espiritualmente. Ten en cuenta a Dios en cada palabra que cantes. Proponte agradarle a El más que a ti mismo o cualquier otra criatura. Para ello, presta atención estrictamente al sentido de lo que cantas, y procura que tu corazón no sea arrastrado por el sonido, sino ofrecido a Dios continuamente."

 Que el Señor nos conceda que todos nuestros cánticos sean la "ofrenda" de nuestros corazones a El.

Escribió: Martín Rizley,
España

Para su edificación espiritual, lea la Biblia aquí.
 



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