ÍNDICE DE CONTENIDO

  Nuestra Introducción a 'Confesiones de Fe'  
 
La Primera 'Confesión de Fe' de Londres, 1644(46)      
 
Apéndice de la Confesión 1646 - Benjamín Cox

INTRODUCCIÓN

NOTA: El texto que sigue ha sido editado con el fin de corregir algunos errores ortográficos, modificar varias palabras, acortar algunos párrafos demasiado largos en varios más cortos, ampliar algunas áreas del escrito además de actualizar otros detalles según necesario. Iniciamos abajo el uso de la arroba, @, para señalar ambos géneros de forma más sencilla en lugar de la acostumbrada (a) al final de un pronombre masculino que realmente aplique tanto al género masculino como al femenino, a saber: "...estimad@ amig@..."

La más reciente actualización ha sido hoy,  9/01/2011.         
David Surpless - Director


AVISO IMPORTANTE: Durante un proceso de edición de este artículo, ocurrió un serio error en la codificación del lenguaje por lo que muchísimos caracteres no aparecen correctamente escritos. Hemos trabajado intensamente con dichos errores, habiendo ya subido al servidor el artículo corregido. Si acaso su lectura actual hallara que aún queda algún error ortográfico, le agredeceremos nos lo avise a nuestro correo electrónico que aparece en la página titular así como en muchas otras páginas. Gracias por su compresión... y ayuda al notificarnos cualquier error que se nos haya escapado.      DS


 A través de la historia de la iglesia de Cristo siempre han existido, de una forma u otra, las "Confesiones de fe", ya que son excelentes instrumentos para resumir y dar a conocer la fe que profesa creer una iglesia particular o grupo de iglesias. Al ser preguntado: "¿Y qué creen ustedes en su iglesia?",  ya resulta ser demasiado simplista el responder:  "Pues, creemos lo que la Biblia enseña."  

 Esas pueden y DEBEN ser palabras muy sinceras, no tenga usted la menor duda de ello;  pero, lo que unos, hoy día, creen ser la verdad tocante a doctrinas bíblicas específicas a veces dista mucho de lo que otros con igual sinceridad profesan creer que, decir, "creemos lo que la Biblia dice", a veces resulta ser demasiado vago o indefinido. ¡Es lamentable que así sea, mas, ­así es! Admitir tal realidad es aceptar una verdad presente con la cual vivimos hoy día.

 Por esta razón es que, a través de los siglos, unas y otras iglesias han escrito su propia 'Confesión [declaración] de Fe' o se han identificado con alguna previamente escrita y aceptada con el loable fin de ofrecer, en la medida que pueda, estabilidad y dirección espiritual a sus congregaciones en lo que a normas y doctrinas bíblicas se refiere.

 Este mecanismo escrito ofrece al creyente la oportunidad de conocer qué es lo que en tal o cual iglesia se cree y se practica, brindándole, así, la oportunidad de poder escoger no unirse a la membresía de una iglesia local particular, de encontrar que no existe sustancial desacuerdo o, por el contrario, de unirse a aquella en donde sí existe sustancial acuerdo.  Es decir, una 'Confesión de fe' es un medio por el cual una iglesia puede resumir honestamente su creencia y práctica actual, declarando de esa manera lo que cree... y aun evitar con ello futuros problemas. Y esa es una función legítima, y hasta necesaria.

 Note, mi amig@ lector@, que dije resumir... no regir.


'Una Confesión de fe' es un medio por el cual
una iglesia puede resumir honestamente
su creencia y práctica actual.


 Muchas iglesias cristianas llegan a enseñar errores a la vez que también creen y enseñan verdades.  Es una extraña mezcla que da fe de nuestra gran necesidad de ser enseñados, siempre, por el Espíritu de Dios.  Sin embargo, el hecho de que en algunas áreas doctrinales haya diferencias entre genuinas iglesias de Cristo jamás significará que una iglesia deba o pueda juzgar a otra como 'no-creyentes', 'enemigos de Dios' o, peor aún, 'herejes'. ­¡Jamás! Lamentablemente, tales situaciones existen, sin duda. Las he visto... las he vivido. ¡Es una triste y vergonzosa realidad!

 Diferencias las habrá siempre... por una y otra razón [vea nuestra respuesta sobre el tema en la sección Preguntas y Respuestas]. Ejemplo de ello es la gran diferencia que existe entre genuinos cristianos sobre la doctrina del bautismo, así su modo como quiénes pueden ser bautizados.  Yo, como cristiano bautista, me sentiría más cómodo como miembro en una iglesia que practica esta ordenanza bíblica de la manera que mi corazón me convence es la que enseña la Biblia. 

  Si una iglesia local especifica en su credo escrito –Confesión– que practica algo que yo sé  –sin lugar a duda alguna– es contrario a mi entendimiento de la Palabra de Dios en ese particular, esa Confesión me habrá ayudado en tanto y en cuanto me permitió conocer lo que allí creen y practican.  Esto me brinda la oportunidad de buscar otra iglesia a la cual unirme. Y así por el estilo... un ejemplo tras otro.  Esto es algo sencillo y claro.

 A la luz de lo ya dicho, también afirmamos que es muy peligroso –espiritualmente hablando– el que una iglesia dogmáticamente afirme que ella es 'confesional en su doctrina y práctica'; es decir, que se rige por los postulados de una Confesión.  Mi experiencia de muchos años me ha corroborado que, al hacer tal reclamo, muchas iglesias –tal vez sin la menor intención de así hacerlo, aún más, sin darse cuenta– elevan sus 'Confesiones' a un sitial de mayor autoridad espiritual que la misma Biblia... y esto lo decimos con mucho temor y honestidad ante Dios.  El artículo que sigue le ofrecerá más detalle sobre este particular.

  Durante el siglo pasado vivió en Inglaterra un muy conocido siervo de Dios que le recomendó a la iglesia que pastoreaba la 'adopción' de una particular 'Confesión de Fe' como una "ayuda en la fe y la controversia" para los miembros de esa iglesia.  Insistió él que la autoridad sobre la conciencia de cada creyente pertenecía sólo a Dios a través de su santa Palabra. Esa es, también, nuestra postura.


La autoridad sobre la conciencia de
cada creyente pertenece sólo a Dios
a través de su santa Palabra.

 Quien escribe estas líneas tuvo el privilegio y responsabilidad de ser el traductor original al español de la Confesión de Fe de Londres de 1689.   Esa ardua tarea dio lugar –unos cuantos años después del hecho– a que, ante mayor instrucción espiritual por el Autor de la Biblia, llegara a comprender que algunos temas en dicha Confesión –la 1689,  históricamente una 'versión presbiterianizada' de la original Confesión de Fe de Londres del 1646, forjada bajo fuertes presiones religiosas, cívicas y políticas de aquellos días– no se ajustaban al legítimo y requerido lugar bíblico de las enseñanzas de Cristo sobre el nuevo pacto que él estableció en su sangre

  Esta 'Confesión' contempla y define la 'ley de Dios' desde el punto de vista de 'los diez mandamientos' mosaicos, las tablas de piedra, el pacto antiguo. Afirma que esa antigua ley de pacto es, en efecto, 'ley sobre la iglesia de Cristo' hoy día. Una sencilla lectura de los capítulos sobre 'la ley' de Dios no le dejará con dudas sobre tal realidad.

 Por 'presbiterianizada' sólo pretendemos identificar el modelo doctrinal denominacional / teológico reflejado en algunas de sus afirmaciones... ¡no que por ello sea bueno o malo... mejor o peor... ­jamás!  Es que la '1689' es una versión breve de la Confesión de fe Westminster del 1646 [la oficial de la Iglesia Presbiteriana y otras de ordenamiento jerárquico similar] con algunos ajustes o cambios para hacerla aceptable también a un pequeño grupo de iglesias bautistas de ese día.

  Cabe señalar que esas iglesias bautistas eran las 'sucesoras históricas' del pequeño grupo de iglesias que publicaron la Confesión del 1644, revisada en el 1646. [más sobre este particular en lo que sigue de esta introducción.]  También quiero aclarar en este punto que la Confesión original de los anabautistas no se identificaba como 'bautista' sino sólo como la Confesión de Londres del año en cuestión. Ofreceremos una copia fiel al original –traducida al español– en las páginas que siguen. Es decir, una publicación corriente de dicha Confesión yerra al llamarla, 'Confesión bautista del año tal'. Sólo se llamaba, 'Confesión de Londres del año'. Dicha observación sólo pretende dejar claro el hecho histórico de que no se llamó por el término bautista, sino sólo por la identidad de la ciudad, Londres, y el año publicado.

  Además, presenta un énfasis más bien legalista del 'día del Señor', o del supuesto 'sábado cristiano' –refiriéndose no al descanso espiritual en Cristo que la Biblia enseña en Hebreos sino a la observación del primer día de la semana– en el cual se profesa retener lo 'santo del día séptimo' así como diversos requerimientos y prohibiciones para su observación procedentes del pacto antiguo, los diez mandamientos mosaicos. 

  Esto es así porque dicha Confesión parte de la premisa –en cuanto a los pactos de Dios se refiere– de que lo que la Biblia denomina el pacto antiguo –que ya caducó (vea Hebreos 8:13)– sigue siendo un 'pacto eterno', vigente y aplicable hoy sobre la conciencia del cristiano, cosa que conflige directamente con la enseñanza del Nuevo Testamento en el sentido de que, bajo el 'nuevo pacto' establecido por Cristo por medio de su sangre en cruz, la ley que rige en la iglesia es la de Cristo, la de la libertad a través del Espíritu Santo (vea Gálatas 6:2, que dice "...cumplid así la ley de Cristo"). Le invito a leer este párrafo otra vez. Es clave en lo que aquí le presentamos sobre este tema tan vital de la fe cristiana.


"Sobrellevad los unos las cargas de los otros,
y cumplid así la ley de Cristo."
 
 
Gálatas 6:2


 A modo de clarificación, con la frase "parte de la premisa", arriba, ni afirmamos ni insinuamos que los autores de dicha Confesión tuviesen como fin específico el perpetuar una perspectiva teológica tocante a los pactos de Dios, una contra la otra. Hasta donde conocemos la historia de la iglesia y las Confesiones de fe, en ese momento histórico no existía un debate sobre los pactos, a saber, el pacto antiguo contra el nuevo o el nuevo contra el antiguo. De existir, no era un debate abierto o contencioso. Sus pruebas mayores eran las de persecución religiosa de parte de los gobernantes y, en medio de tales pruebas, querían darse a conocer mediante sus 'Confesiones de fe'.

  Con dichas palabras sólo significamos que las expresiones en dicha 'Confesión' tocantes a la implementación de la ley de Dios entre los hombres –así como todas sus ramificaciones– reflejan sus convicciones y creencias en ese momento particular, siendo éstas su 'premisa'.  Y esa premisa expresada es en el sentido de que los 10 mandamientos eran y siguen siendo la 'ley eterna de Dios' a la cual la iglesia ha de someterse. Premisa que reta la enseñanza bíblica, además de ser una de profundo peligro para la fe del cristiano y la función de la iglesia de Cristo sobre el único fundamento de 'la ley de Cristo'.

  Y es claro que, por las razones que hayan sido, los bautistas que participaron en la creación de la 'Confesión de Londres del 1689' se allanaron a una muy particular vertiente interpretativa de la ley de Dios, a saber, que la ley mosaica fue y sigue vigente entre los creyentes, según numerosas declaraciones en la misma afirman. No cuestionamos su sinceridad de Espíritu ni su motivación. De eso no se trata.

  Sólo afirmamos lo obvio: la teología allí plasmada reflejaba [y refleja aún] que, para ellos, la ley de Moisés, a saber, los diez mandamientos en tablas de piedra dados en el Sinaí, aún seguían vigentes como 'la ley' sobre la iglesia. Parte de su razonamiento o lógica para tal aseveración es que definen los 10 mandamientos, o el pacto en tablas de piedra, como la ley eterna de Dios, calificativo o descripción que Dios mismo jamás le da en toda la Biblia. NO ES TERMINOLOGÍA BÍBLICA.

 En esto, los bautistas participantes tomaron una posición contraria a sus hermanos predecesores que forjaron la 'Confesión de Londres de 1644' [46], la que comunica una muy clara perspectiva doctrinal cristológica, bautista. Afirmamos que tal noción expresada en la 'Confesión 1689' por las mismas 7 iglesias es diametralmente contraria a las Escrituras reveladas y así lo afirmamos con todo el debido respeto hacia quienes ven el 'pacto antiguo' como la 'eterna ley de Dios' en vez de lo que es: 'el pacto antiguo' YA CADUCADO. Lo hacemos con un genuino y profundo sentido del amor de Cristo que obra en nosotros por causa de Su gracia. Es ese amor que nos motiva a "contender por la fe una vez dada a los santos".

  Entienda el lector –reafirmando lo declarado en las anteriores líneas– que dicho énfasis no surge de declaraciones específicas que nombren uno que otro pacto sino de premisas dadas por sentadas en las cuales ciertos preceptos, que sólo tuvieron legitimidad según formaron parte del pacto antiguo, son afirmados como vigentes en la iglesia de Cristo y, por ende, aplicables como normas espirituales rectoras de la fe y práctica del creyente en la iglesia de Cristo de hoy.

 Dado el caso de que ya existe en nuestra lengua la publicación de esta última 'Confesión' [1689], hemos creído prudente –además de muy  necesario– el poder facilitar a los cristianos hispanohablantes que así lo deseen una copia de la original  Confesión de Fe de Londres del 1644 ['46] [Confesión doctrinal de un pequeño grupo de siete  iglesias bautistas en Londres], proveyéndoles, así, la oportunidad de comparar las afirmaciones doctrinales de ambas a la luz de las santas Escrituras de Dios. 


  La Palabra de Dios es la única autoritativa e
infalible regla de fe y práctica para el cristiano.

  Es la Palabra de Dios, a fin de cuenta, la única autoritativa  e infalible regla de fe y práctica para el cristiano; de ahí que cada creyente, como persona individual ante Dios, tiene responsabilidad total y personal de estudiar la Biblia por sí mism@ e interpretarla bajo la única y exclusiva dirección del Espíritu de Dios. Los 'dones' a la iglesia [Efesios 4:8-13] son dados como instrumentos de ayuda en el proceso de conocer la Palabra; mas, no tenga duda alguna: la obra que nos lleva a creer y sentir convicción en el corazón sólo procede del Espíritu de Dios;  sólo él nos enseña la Biblia, la Palabra de Dios, pues es ésta la única fuente de autoridad divina sobre la vida y fe del creyente... él es la única Autoridad Legítima,  ­¡no meramente de palabra sino de hecho!

  Le invito, así como ya hice más arriba, a leer otra vez el párrafo anterior. Mi oración a Dios es que Ud. pueda comprender, a través de esta introducción, la gran diferencia entre 'establecer y defender la fe' en base a lo escrito en un documento humano, entiéndase, 'Confesión de fe' o en base a la única y exclusiva fuente de Verdad eterna, la santa BibliaNo comprender la diferencia es un camino de peligro espiritual que siempre conducirá, sin falta, a la caída y al desastre espiritual... y a veces, lamentablemente, al desastre moralY es que hay relación entrambos.  Conozco casos así.

  Por buenas que sean, las 'Confesiones' nunca tuvieron, no tienen ni habrán de tener autoridad divina sobre las almas, a pesar de los reclamos al contrario de parte de personas sinceras que se atreven afirmar por escrito que una 'Confesión de fe' ofrece a los miembros de una iglesia local "la certeza de la ortodoxia de su profesión". Así reza en su introducción un Comentario sobre la Confesión del 1689 que tengo en mi biblioteca. Cada vez que leo dichas aseveraciones no ceso de asombrarme y preguntarme: ¿Cómo puede un pastor cristiano decir tales cosas? ¨¿De veras que así lo cree, o es un acomodo al círculo eclesial en que se mueve? Él conoce la respuesta... y Dios también.

  En la práctica, esto implica que las dogmas escritas en tal o cual Confesión son las normas por las cuales se examina y se determina que una creencia o práctica sea ortodoxa [entiéndase bíblica o de acuerdo a la sana práctica y fe doctrinal] o no.  Y debe ser todo lo contrario, a saber, que lo resumido en una Confesión sea examinado a la luz de la Palabra de Dios para asegurar su ortodoxia o falta de la misma. La genuina fe cristiana se basa SÓLO en la Palabra; las sectas descansan en una mezcla de fuentes tradicionales de carácter humano. Y con el nombre, 'sectas', me refiero también a las que realmente sectas a pesar de que se consideran y denominan 'cristianas'.


Lo resumido en una Confesión ha de ser
examinado a la luz de la Palabra de Dios.

  Después de todo, una 'Confesión' es un intento humano por resumir en pocas palabras la Verdad de Dios enseñada en la Biblia según la entienden sinceramente quienes se ocupan en su confección.  La palabra final, autoritativa siempre residirá  en la Palabra viva de Dios; es élla la única fuente que establece y asegura la "certeza de la ortodoxia de la profesión de fe de un cristiano" [una cita del Comentario sobre la 1689 ya mencionada]. ¡­Afirmar lo contrario es resistir a Dios mismo! 

  Declarar o escribir que una "Confesión" –sea cual sea– establece el criterio de lo ortodoxo de la fe es afirmar, sin discimulo alguno, que dicho documento es la fuente final en lo que a las verdades expresadas en su contenido respecta.  Negar esa realidad es pretender "tapar el cielo con la mano" –como decimos aquí en Puerto Rico– aunque quien así haga no comprenda, por causa de la sinceridad de sus motivos, que está errando en ello.

  Nada más considere esta posibilidad: '¡Que las iglesias que, hoy día, escriban su propia confesión de fe –acción totalmente legítima según más adelante explicaremos–  afirmaran, en años futuros, que dicha Confesión es el documento que establece la fe y ortodoxia de sus iglesias! Usted me dirá: "¡­Eso es imposible; sería algo terrible! ¿Cómo podría una iglesia colocar en tal lugar de autoridad doctrinal a un documento que ellos mismos confeccionaron?" Su asombro... su pregunta tiene toda razón y validez.


¿Cómo podría una iglesia colocar en tal
lugar de autoridad doctrinal un documento
que ellos mismos han escrito?


  Sin embargo, eso mismo es lo que muchos defensores de las viejas Confesiones de fe están haciendo hoy día, comprobado en las primeras páginas del comentario arriba señalado. ­Lo ortodoxo se confirma con documentos escritos por seres humanos [como nosotros] de hace varios siglos!  Es decir: La reacción de asombro, o aún repudio, sería para iglesias de hoy día que, en pocos años, se atrevieran afirmar que sus declaraciones de fe han venido a ser rectoras de su ortodoxia, mas no así para las iglesias locales que escribieron muchas versiones de su confesión en el siglo 17. ­¡­Asombroso! ¡Es como si el pasar de varios siglos le imprimiese autoridad espiritual, doctrinal a un documento de origen humano! ¿Acaso no eso exactamente lo que practica la iglesia católica romana? ¡Los años establecen la tradición y ésta le imprime autoridad eclesiástica! ¡Increíble!

 ­¡Esas confesiones no son ni pueden ser nuestra ayuda y guía en el camino de la ortodoxia! No eran rectoras de la fe de quienes las escribieron sino solamente expresiones públicas de su fe que descansaba en la Palabra inspirada. ­¡Dichosa inconsistencia!

  O la Biblia sola establece los criterios de la ortodoxia en una iglesia o el hombre falible acepta que su mente y corazón se rigen doctrinalmente por lo que escribieron unos pocos seres humanos falibles antes del 1646 y 1689 o después.  [¡­Sí; hubo muchísimas versiones de estas confesiones, prueba de la falibilidad y total humanidad de esos cristianos!]. Pero, hablando de la Biblia... ¡Hay una sola; y no cambia! ­En el siglo 21 es la misma que ayer!

  Y afirmar tal como arriba cité, que una Confesión [entiéndase, la  del 1689, aunque da lo mismo con cualquier versión que se pudiere tener en mente, incluyendo la del 1644], "establece la ortodoxia de la profesión de fe en Cristo" es una asombrosa y trágica admisión de una  religión 'evangélica' que, en su fundamento más básico, establece su legitimidad con documentos escritos por hombres no inspirados.


Afirmar que una Confesión de fe establece
la ortodoxia de la profesión de fe en Cristo
es una asombrosa y trágica admisión.

 Y, tales iglesias jamás podrán esconder el hecho de que su práctica y fe, aunque abiertamente afirmada como que descansa en la Palabra de Dios, realmente se mide, rige, examina, evalúa, legitima, etc., a la luz de la Confesión de fe que han aceptado como su 'guía'.  ¡­Y tanto que se critica a las sectas por ser éstas religiones que no andan según la Palabra de Dios! ­¡Tanto que se ha criticado a la iglesia católica romana por su uso de 'tradiciones y costumbres! ­En la práctica ES LO MISMO: ¡Tradición humana!

  ¿Cuál es la diferencia entre una secta o 'religión evangélica' cuya fuente autoritativa doctrinal no es 100% la Biblia sino que incluye su Confesión predilecta y acepta como autoridad legítima los escritos de venerados líderes cristianos del pasado que con gran habilidad nos legaron sus escritos de 'buenas y lógicas deducciones' teológicas basadas en la arena movediza del vaivén religioso de mortales pecaminosos? 

  Sepa usted, estimad@ lector@ de estas líneas que, cualquier doctrina que no surja 100% de las Escrituras no es según el evangelio de Cristo. Si es necesario manipular textos con el fin de crear la apariencia de armonía textual, algo anda mal. No quiero decir por ello que todo en la Biblia es fácil de entender. ­¡No! Por el contrario, hay mucho que es difícil.

  Mas, cuando afirmamos que una u otra verdad es tal y cual  la describimos, mejor fuera que la evidencia sea 100% textual de la Biblia. Si no, es mejor callar hasta tanto uno haya sido enseñado por Dios. Si afirmamos como Verdad de Dios aquello que sólo cuenta con la opinión de un escritor o teólogo, libro o Confesión, estamos cayendo en el gravísimo error de añadir a la Palabra de Dios, de elevar a nivel de inspiración divina lo que no es otra cosa que opiniones y escritos de seres mortales pecaminosos... ­salvos por la gracia de Dios, confiamos, mas, todavía sujetados a su propio pecado! ­¡Y eso es muy serio!

  Poco antes de la cita ya ofrecida arriba, el mismo libro también afirma en su introducción que: "Las confesiones son un medio legítimo para que la Iglesia cumpla su tarea como 'columna y baluarte de la verdad'"   [énfasis subrayado nuestro]. ¿Comprende Ud. el grave error de tal afirmación?  Esa 'columna y baluarte de la Verdad' eterna de Dios, la verdadera iglesia de Cristo, jamás dependerá de cuán fieles sigamos los postulados de un documento humano, sea cual sea. ­¡Es imposible!

  O es la Palabra inspirada de Dios el fundamento de esa columna y baluarte de la verdad, la iglesia de Cristo, o no existe tal fundamento o base para la fe. La Verdad de Dios en su iglesia no comparte ni depende de documentos humanos para establecer y fortalecer esa 'columna y baluarte de la verdad'. Ella lo es de por sí sola, sin nuestra ayuda o apoyo. Afirmar lo contrario es algo tan asombroso e increíble que no deja de chocarnos. ¿Cómo puede un cristiano razonar así?

  Uno se pregunta: ¿Que pensaba el autor de esas palabras cuando las escribió? Realmente pienso que no sabía lo que decía. Quiera Dios iluminarle antes de partir a la eternidad para que tenga ocasión de rectificar y retirar tales afirmaciones tan vacías y carentes de fundamento bíblico... y lo peor, ¡contrarias a la Biblia!


La Verdad de Dios en su iglesia no comparte
ni depende de documentos humanos para ser
columna y baluarte de la Verdad.

  Si hay verdades declaradas en las Confesiones (la 1646, 1689, etc.) –y las hay–  son verdad porque la Biblia lo dice así... no porque fueron incluídas en dichos documentos humanos.  Es el Espíritu de Dios que mora en la iglesia de Cristo quien nos ayuda a ser esa "columna y baluarte de la verdad" eterna de Dios. Algunos líderes religiosos han perdido su norte espiritual en estas cosas, y es tiempo de que vuelvan a 'tirarse de cabeza y corazón' dentro de sus Biblias, echando a la basura, de ser necesario, sus amados libros, comentarios y confesiones para que sean  iluminados en la luz divina que al principio los condujo a Cristo . Que lo tengan todo 'por estiércol' por conocer otra vez –¡o quizás por primera vez!– la Verdad de Cristo .

  No son pocos los líderes cristianos –sean pastores o no– que he conocido a través de los años quienes dejan ver, en lo que dicen y en sus actitudes, que la cuantía de libros en su biblioteca pastoral es causa de orgullo personal... como si fueran indicadores de cuán conocedores son, o cosas así parecidas. Yo tengo muchos comentarios en mi biblioteca. No tengo porqué esconderlo. Mas, NO SON la base de mi fe y convicciones. La doctrina que creo no se nutre de esas fuentes. Me informan, así como cuando escucho una prédica de un siervo de Dios.  Pero, la fuente de Verdad no está en ellos; esa Fuente es la Palabra eterna. ­¡No hay otra!

 El predicador que levanta en alto su Biblia y declara que "...si no está aquí, no es Palabra de Cristo", para continuar en su errado proceder de enseñar como Verdad lo que claramente no procede de la Biblia, se autorevela como falso maestro y enemigo de la verdadera 'Verdad inspirada' de Dios. Hay quien yerra así por ignorancia, mas, hay quien se empeña en su personal meta o  encomienda de propagar conceptos 'confesionales' tales como la supuesta 'ley moral' y la 'ley ceremonial' cuyo origen en nada procede de la Palabra inspirada sino de seres mortales que en la página impresa dieron vida a su novel creación 'humanológica'. Tales hipocresías y engaños recibirán su merecido en el juicio perfecto de Dios. Y quienes escuchan, aceptan y propagan tales errores aprendidos de otros, y no de la Biblia, se colocan en el mismo camino peligroso rumbo al juicio de Dios.

  Podría este vaso de barro citar ejemplo tras ejemplo de lo que afirmo arriba sobre las Confesiones de fe humanas, mas, no cabría en estas páginas lo que podría compartir con ustedes sobre el tema. Sin embargo, consideremos el siguiente ejemplo con referencia a 'la eterna ley de Dios' o la supuesta 'ley moral' de Dios...

  En la Confesión de 1689 se declara en el capítulo sobre 'la ley de Dios' que, 'la ley puesta por Dios en el corazón de Adán fue declarada luego en el Sinaí: los diez mandamientos'. Luego hay incisos que afirman que esa ley fue dividida en dos principales categorías: una 'moral' y la otra 'ceremonial'.

  Uno lee en libros, comentarios bíblicos, mensajes, estudios, etc., sobre la supuesta 'ley moral' o la 'ley ceremonial'. Y no es asunto de que no hubo leyes y mandamientos dentro del pacto antiguo que fueran de carácter 'moral' o 'ceremonial'.  Claro que sí.  Mas, una cosa es que el carácter o la naturaleza de una ordenanza sea ceremonial o moral y otra cosa es establecer, de facto, que esas son 'categorías de ley divina' que se pueden dejar atrás o retener, a conveniencia, como obligatorias sobre la iglesia de Cristo.

  En mi experiencia he visto que muchísimos creyentes escuchan esos términos y ni siquiera se les ocurre preguntar: '¿De dónde surgen estas categorías... de la Biblia? Quienes han preguntado ante tal inquietud de Espíritu habrán recibido la respuesta general: "Son establecidas en la 'Confesión de fe' tal o cual y las recibimos  y aceptamos como buenas deducciones lógicas." ­¡Oh, claro que sí! Aceptadas no porque la Biblia las enseñe como tal sino porque la Confesión oficial las declara de esa manera. Son muchos los 'maestros' que darán cuenta a Dios por perpetuar tales conceptos no bíblicos dentro de la iglesia de Cristo. ¿Habrán olvidado que las ovejas le pertenecen a Cristo y que él las cela con amor eterno?

  Dada la realidad de las declaraciones de este documento de hombres no inspirados, las ovejas de Cristo sometidas a la autoridad y enseñanza de quienes así creen son instruídas en tales 'verdades' de la Confesión y, sin duda alguna, aceptan que se les ha enseñado la verdad de Dios sobre estos particulares. Son sinceros, aunque lo que aseguran ser 'Verdad de Dios' sólo es garantizado como tal por este documento humano, y no por la Biblia. No olvidemos que lo que el ser humano declara ser 'verdad de Dios' cuando no lo es se le llama en la Biblia: 'mentira'... ¡­MENTIRA... ­más que claro!


Lo que aseguran ser 'Verdad de Dios'
sólo es garantizado como tal por este
documento humano y no por la Biblia.

  Cuando traduje por primera vez ese documento histórico, era un joven inmaduro en mi conocimiento espiritual.  Dios se tomó algunos años para abrir mi espíritu a la realidad de que esas afirmaciones que cité arriba sólo existen en documentos y libros de origen humano, pero, que la Biblia enseña todo lo contrario. ¿Acaso no nos asegura la Biblia que Dios estableció "su pacto, las diez palabras" con aquellos padres allá en el Sinaí? ­¡Claro que sí!

 ¿Dónde nos enseña la Biblia que Dios puso la ley de los diez mandamientos en el corazón de Adán? ¡­En ningún sitio!  Y, ¿No nos enseña Dios, en Hebreos, que Cristo quitó esa vieja ley dada en el Sinaí para en su lugar poner la suya, el pacto nuevo? ­¡Claro que sí! Sin embargo, esa gloriosa verdad es pasada por alto en las Confesiones que perpetúan la ley mosaica del antiguo pacto, las palabras escritas en tablas de piedra y guardadas en el arca del pacto. Son mutuamente excluyentes, mas, lo que prevalece con mayor peso es la 'tradición de los hombres', por bien intencionada que sea. La Verdad de Dios no depende de documentos humanos sino de la Palabra eterna inspirada por Dios.

 Y, en cuanto a 'categorías de ley': ¿Dónde nos enseña la Biblia que Dios estableció un grupo de 'leyes morales' y otro 'ceremonial' a fin de que Cristo, en su muerte, eliminara un grupo o el otro? ¡­En ningún sitio! Sin embargo, la sujeción a una Confesión que así lo  afirma sólo llevará a 'los obedientes' a estar atados bajo un yugo de ley que Cristo ya quitó, creyendo ellos que aún están bajo dicho yugo de ley, aunque no lo vean ni perciban como el yugo que es.

  Pero, como la Confesión de 1689 afirma que esos diez mandamientos son la 'ley eterna' de Dios, –cosa que la Biblia no enseña en texto alguno– las ovejas así instruídas viven seguras de que, en su fe, están en y son esa "columna y baluarte de la verdad". Claro está, que las ovejas, aunque responsables de estudiar la Palabra por sí mismas para confirmar que las cosas enseñadas son así, tienden a seguir la instrucción y dirección de su pastor o pastores. Es algo natural el que las ovejas sigan a su pastor. ­Y los pastores daremos cuenta a Dios según condujimos a Sus ovejas: o en la Verdad de la Palabra de la ley de Cristo o en los 'pastos viejos, no inspirados' de origen humano [entiéndase: Confesiones de fe y otros escritos de origen humano].

  ¿Qué le dirá a Dios un pastor que enseñó a las ovejas de Cristo bajo su cuidado tal como ilustramos arriba... "Pero, Señor, yo seguí los consejos de mis mentores en cuanto a doctrina y las buenas Confesiones", ad infinitum? El caso es que Dios nos ha dado Su Palabra inspirada para que la enseñemos, y le vamos a dar cuenta si lo hicimos o no.  De esa no se escapa ninguno. ­

  ¡Tanto error doctrinal que se enseña en el nombre de la 'gracia de Dios'! Y esto de igualar la ley que Dios puso en el corazón de Adán con el pacto de las 10 palabras dado en el Sinaí es peor que un disparate. ¿Pudiera considerarse herejía? Es posible.  Es puro invento humano, plasmado en documentos que luego son recibidos como si fueran enviados directos del cielo. Otra cosa es afirmar que fue el mismo Dios soberano quien puso ley divina en el corazón de Adán, al igual que en Abraham, al igual que en el Sinaí y también a través de su Hijo Jesucristo. Eso no es igual


Dios nos ha dado Su Palabra inspirada
para que la enseñemos; y le vamos a
dar cuenta si lo hicimos o no.

  En otras palabras, lo que creen ser la verdad sólo está plasmado en un documento de origen humano, no en la Biblia. De nada valdrá hallarse suplicándole a Dios en el día de juicio: 'Pero, Señor, tú sabes que yo creí con corazón sincero lo que escribieron tantos siervos tuyos, y lo que me enseñaron los pastores tal y cual... yo consulté con los líderes legítimos que estaban sobre mí, etc., etc.'. Dios juzgará sólo según Su eterna Verdad, la Palabra de Cristo, y esa se halla sólo en la Palabra inspirada.

  En ningún momento Dios nos examinará para ver
cuán fieles fuimos en la enseñanza de los postulados de libros o 'Confesiones de fe', no importa quién los haya escrito. El único Escrito que él nos ha dado para que la propaguemos es su santa Palabra, y su juicio de nuestras obras  tendrá que ver sólo con 'lo que hicimos' con esa Palabra. Lo demás es estiércol en comparación.

  Enseñe sólo la Biblia y será fiel siervo del Señor de señores; enseñe lo escrito en una Confesión humana como fundamento de alguna verdad, así sea una, y será hallado un 'siervo inutil' en el reino de Dios, asumiendo que de veras está en el reino de Dios.

  Reiteramos con Espíritu sencillo, manso y con todo el debido respeto que, hoy día, son muchos los que con aparente sinceridad aseguran que, por nada del mundo están sujetados en sus iglesias a documentos de origen humano no inspirados... que sólo se someten a la Biblia. Sin embargo, no tardará en escucharse de sus labios las referencias a algún escrito favorito sobre el tema de 'la ley moral',
–¡­y con mucha autoridad y seguridad!– definida por ellos como los 10 mandamientos mosaicos... la supuesta 'ley eterna de Dios'.

  Y la pregunta que sigue es obligada: ¿De dónde en la Biblia sacaron esas 'dogmas' de 'la ley moral' o de que los 10 mandamientos son la 'ley moral de Dios' que perdura sobre la iglesia y el cristiano individual? Sabemos que toda ley de Dios es de naturaleza moral, mas, ese es otro asunto. ¿En qué parte de la Biblia se nos enseña que Dios estableció una 'ley moral' y otra 'ceremonial', a fin de quitar la 'ceremonial' y dejar la 'moral'?  En la Biblia cristiana no está, así que será en una versión ajena a la que Dios nos dio. Todavía no la he visto ni tenido en mis manos. Si algún lector tiene conocimiento de cuál versión de la Biblia es, le ruego que nos lo haga saber via correo electrónico para poder examinar dichos textos.

  La respuesta es sencilla: 'De la Biblia no salen tales conceptos'. No son otra cosa que conceptos 'teológicos' [prefiero llamarlos 'humanológicos' por ser su 'fuente de origen' la mente y el corazón humano en vez de el 'Teos', Dios eterno]. Una cosa es segura: Definitivamente no son conceptos bíblicos. Sin embargo, afirman que sólo se someten a la Biblia y que las Confesiones no tienen autoridad sobre sus almas. ¿En qué quedamos, pues... Es la Biblia nuestra fuente de autoridad o son los documentos humanos esa autoridadNo pueden ser los dos, pues, sólo hay una fuente con autoridad divina, y Esa es la santa Palabra de Dios.

  ¿Qué, pues, ha venido a ser para los tales la base de esa fuerte columna de la verdad? La respuesta es meridianamente clara: La Biblia y la 'Confesión de fe' que expone e instruye a los fieles en 'la verdad'. Con gran tristeza afirmamos que, sobre los hombros de los líderes, pastores y maestros [incluyendo los tales auto-
denominados 'líderes eclesiásticos legítimos] cae la mayor responsabilidad por llevar a las ovejas bajo su cuidado a depositar su fe en postulados doctrinales no enseñados en la Biblia sino en las falibles 'Confesiones de fe'
, no importa cuál sea.

  Concluyo este ejemplo recordando un incidente ocurrido hace muchos años en una conferencia bíblica donde se trataba el tema del nuevo pacto en la sangre de Cristo, pacto siempre recordado al participar la iglesia de Cristo de la cena del Señor. [Vea mi libro, Esta Copa Es El Nuevo Pacto En Mi Sangre en nuestro sitio web, Voz de Gracia.com.]


Nuevo pacto en la sangre de Cristo...
pacto siempre recordado al participar
la iglesia de Cristo de la cena del Señor.

  Concluída ya una de las sesiones, y entrados en un período en que los oyentes podían hacerle preguntas al conferencista, uno de ellos le preguntó: "Hno., ¿Por qué Ud. nunca mencionó la 'ley moral' en su estudio?"  Esperó varios segundos y con amor respetuoso le respondió: "Porque tal concepto de división en la ley mosaica no existe en la Biblia. Yo nunca la he visto. Dígame usted en qué pasaje bíblico está y nos vamos all  para examinarlo." Quien hizo la pregunta le respondió algo así: "Bueno, yo no sé dónde está [¡­y era un pastor!], pero sí sé que tal autor lo explica de manera muy clara y sé que la 'Confesión de fe' lo afirma de esa manera."

  El evangelista le puso punto final al asunto al asegurarle a quien hizo la pregunta: "Si encuentra ese texto bíblico antes de finalizar la conferencia, me lo hace saber y, con mucho gusto, lo atenderemos." ­¡Se acabó el tema! ­Es que no había tema para hablar ya que no existen en la Biblia tales categorías! ­Sólo en la Confesión, el documento de origen humano! El maestro que enseñe a las ovejas de Cristo acerca de 'la ley moral' o 'la ley ceremonial', hablando de las mismas como categorías legítimas en la doctrina de Cristo, está enseñando 'otro evangelio'. ­¡así de sencillo... y trágico..! aunque no comprenda lo que hace ni lo que enseña!

  Mas, no tome mi palabra al respecto; busque Ud. en la Biblia a ver si es verdad ésto que le acabamos de afirmar.  Si halla tal categoría, comuníquese con nosotros sobre la misma. ­Se lo digo con sinceridad de espíritu! Recuerde, no es asunto de que las leyes de Dios en todo tiempo sean o no de naturaleza moral; ese es otro asunto por completo. Se trata de categorías específicas de ley, una llamada 'ley moral' la cual supuestamente contrasta con la otra, a saber: la 'ley ceremonial', dando lugar a que una se quite y la otra permanezca. ¿Dónde está tal concepto en la Biblia?


¡­No había tema para hablar ya que
no existen en la Biblia tales categorías!
­Sólo en la Confesión
!

  Para facilitarle su búsqueda y comparasión, le diré que en la 'Confesión del 1689', el Cap. 19, sobre 'la ley de Dios', los incisos 3 y  5 son los que dicen [de manera abreviada]: "3. Además de esta ley [en el corazón], comúnmente llamada ley moral..."; y "5. La ley moral obliga para siempre a todos, tanto justificados como los demás...".  [Énfasis en cursivas es nuestro.]

  Observe que el #3 asume la existencia de tal nombrada ley a pesar de no hallarse dicha descripción o terminología en la Biblia. Una vez asumida, se declara como obligatoria sobre todo ser humano para siempre, cosa que tampoco se enseña en la Biblia. Tome nota cómo los autores de dicha Confesión describen como cosa de conocimiento general o común, al decir: "... comunmente llamada ley moral ."

  No dice ni implica que esa 'ley' se describa así en la Biblia, sino sólo que así es que se le llama 'comunmente'. Sin ganas de ofender, pero con franqueza pregunto, ¿Y qué...? ¿Qué importan las modalidades o usos comunes que los mortales le demos a conceptos bíblicos o religiosos?  Si el fundamento racional es que se trata de algo 'comunmente conocido' de una u otra manera, entonces, ¿Por qué hallar falta en los usos conceptuales errados que abundan en las iglesias no cristianas? ¿Cómo criticar o censurar el uso de la 'tradición' en la iglesia catolica romana? Si es de naturaleza 'tradicional', es igual no importa dónde se encuentre, ya sea en iglesias evangélicas u otras que no lo son.

  Al leer las afirmaciones de dicho capítulo sobre 'la ley de Dios', verá que se crea una división artificial entre 'leyes ceremoniales' y 'la ley moral'.  Es muy fácil ver que los 'diez mandamientos' son  la porción de la ley que no se considera ser 'ceremonial', por lo que 'la 1689' afirma que los '10' son esa 'ley moral' que perdura para siempre.

Una vez asumida ['la ley moral'], se declara como
obligatoria sobre todo ser humano para siempre,
cosa que tampoco se enseña en la Biblia.

  Aún así, muchos que así creen también enseñan en sus iglesias que el 4to mandamiento [del pacto] es ceremonial. ¿Bueno... en qué quedamos? Si fuere ese el caso, a saber, que 'es ceremonial'...  entonces, ¿Por qué lo implantan y observan si 'ya caducó'?  Después de todo, si el sábado hebreo fuera ceremonial –es decir, parte integral de la supuesta categoría  de 'leyes ceremoniales'– tendría más sentido que lo dejaran a un lado por lo que es... caducado junto a las demás 'leyes ceremoniales' que, según esa vertiente teológica, caducaron. En algunas culturas hay un dicho más o menos así: 'Quieren tener su pastel y comérselo también.'

  Sin embargo, es el sábado del 4to mandamiento el que con más fuerza se busca implantar en la inmensa mayoría de iglesias que siguen las pautas de la 'Confesión de fe del 1689', 'Westminster' y otras. Pero, ¿y por qué? Entre otras cosas, lo que ocurre es que introdujeron un cambio muy sútil. Mudaron el sábado al primer día de la semana usando la terminología 'día del Señor', que en sí es bíblica, en lugar de sábado, mas, requieren la observación estricta de ese 'nuevo día' con todos los rigores del sábado antiguo. ­Y así  se facilita el desarrollo de lo que conocemos como la 'hipocresía de los fariseos'.

  Ese cambio, en que mudaron el sábado al domingo o primer día de la semana, es ya parte común de la costumbre tradicional en las iglesias. Los que siguen la tradición establecida en las 'Confesiones de fe', tales como la 1689, justifican la imposición de los rigores del sábado por lo ya expresado. Otros sencillamente entendemos que la reunión de la iglesia en el primer día de la semana surge no por mandamiento sino del ejemplo precedente de la iglesia primitiva apostólica luego del envío del Espíritu Santo el día de Pentecostés. Se reunían todos los días, en los primeros meses, mas, siempre en el primer día de la semana, y de ahí el ejemplo modelo para la iglesia de Cristo.

  Para nosotros, es un día para adorar al Señor en el gozo y la libertad obrada por la sangre de Cristo del nuevo pacto, sin el temor de violar algún reglamento ya no existente de un pacto ya caducado. Ese día Cristo resucitó, confirmando así que Su sangre había satisfecho las demandas de la  justicia de Dios; habiendo traído la libertad que da el nuevo pacto... libertad que no existía bajo el pacto antiguo [que fue hecho 'antiguo' en Su muerte y resurrección] de los 10 mandamientos.

  Tristemente, los que observan el domingo en el contexto de un sábado riguroso bajo la ley mosaica lo hacen porque se les ha enseñado que esos 10 mandamientos 'son la eterna ley moral de Dios'. Algunas iglesias son más estrictas en su disciplina dominical que otras... más rigurosas en lo que se permite y no se permite. Nos asombra cuánta variedad existe en esta área que uno piensa debería ser igualmente observada por todas las iglesias suscritas a tales Confesiones, por tratarse, según ellos, de 'leyes eternas' que no cambian.

  Pero, así es que ocurre, y el buen observador se pregunta: ¿Por qué tanta inconsistencia?  La respuesta la escribió un pastor en su libro que trata la naturaleza del reino de Dios, vista, claro está, desde la perspectiva 'reformada' [entiéndase, teología del pacto]. Dice él que la implementación de los particulares queda a la discreción de la 'libertad de consciencia' de cada iglesia cristiana o cada familia cristiana. ¡Cómo!  ¿Libertad de consciencia? ¿Bajo la ley mosaica?

 ­Extraña admisión, dado el caso de que la ley mosaica no daba lugar para tal 'libertad de consciencia'! ­ Obedece... o morirás! ¿Libertad de consciencia bajo la ley mosaica? ­Imposible! Mas, no son pocos los que quieren estar sujetados a la ley mosaica, los 10 del pacto, a la vez que ejercen su 'libertad discrecional de cristianos' en cuanto a qué pueden o no hacer durante el primer día... el domingo... su sábado mudado al 1er día... ciertas cosas se pueden y otras no... algunos juegos tranquilos sí, pero otros no... paseos para disfrutar la creación de Dios no, pero otras cosas sí. ¡Esa es 'la ley de Moisés a discreción personal de la libertad de consciencia del creyente! ¡Tremenda dicotomía, contradicción!

  Los 'diez mandamientos' son identificados en la Escritura inspirada como el ' pacto que Dios hizo con el pueblo de Israel  en el Sinaí... ese viejo pacto que desvaneció cuando Cristo murió debido a que él la cumplió a perfección y satisfizo en todas sus demandas.  ¿Por qué es que tantos profesantes cristianos no pueden admitir con espíritu humilde que la Biblia siempre habla de los 10 mandamientos en términos de 'el pacto hecho en el Sinaí' con aquel naciente pueblo hebreo?

  Ni siquiera el arca construído por mandato de Dios, con el fin de darle albergue a ese pacto [las dos tablas de piedra], llevaba el nombre, 'arca de la ley' sino ' arca del pacto '. ¿Por qué resistir esta verdad? ­No es otra cosa que resistir a Dios!  En aquella caja sagrada colocada en el lugar santísimo –lugar que dejó de ser 'santísimo' el mismo instante en que Dios razgó el velo de arriba abajo– no se colocó una 'eterna ley moral de Dios'. ­No! Allí se colocaron las dos 'tablas de piedra' del 'pacto' hecho por Dios con su pueblo Israel.

  Le recomiendo al lector interesado en conocer lo que la Biblia enseña al respecto que use una concordancia [en la web o físicamente en sus manos] y haga una búsqueda detallada de los textos bíblicos que hablan de las tablas de piedra y las tablas del pacto. Hallará que, sin falta, siempre es con referencia al pacto hecho por Dios con Israel en el Sinaí y jamás con relación a una tal llamada ley eterma, pacto de gracia, ni cosa semejante.

  Y lo muy, pero muy triste del caso es que ésto que acabo de afirmar es considerado por algunos cristianos y pastores, –de los cuales conozco unos pocos personalmente– como una afrenta a Dios... como algo a nivel de blasfemia.  Si me dijeran que es una afrenta a la posición teológica en la cual una Confesion de fe  –la que sea– es la fuente escrita que reglamenta su práctica y fe como cristianos, me declararía culpable... y cometería esa 'afrenta' mil veces más cuando vea que la Santa Palabra de Dios es subyugada a lo escrito en un documento humano... y no por 'afrentar' o herir a persona alguna sino por amor a Cristo, Su santa Palabra y el bien espiritual de esas almas a las que me estaría dirigiendo.

  Lo seguiré haciendo mientras vea a sencillos y humildes creyentes subyugados a líderes religiosos que asumen el papel de ayo disciplinario sobre ellos, marroneándoles con las tablas de piedra sin cesar, atándoles al terror de una ley ya caducada en vez de llevarles a los verdes pastos de la Palabra, alimentados por la Palabra del nuevo pacto en la sangre de Cristo . Lo haré siempre con amor, mansedumbre y la Verdad. ­¡Así me ayude Dios!
 


La Biblia siempre habla de los 10 mandamientos
en términos de 'el pacto hecho en el Sinaí'.


  Llamarle a los 10 mandamientos 'ley moral eterna de Dios' es, en efecto, decirle a Dios: "Yo no acepto el nombre dado en la Biblia a esos 10 mandamientos. Sé que se les llama el pacto, pero yo sólo acepto que son la ley moral que perdura para siempre sobre mi espíritu y la iglesia."  Eso es rebeldía a Dios, aunque el rebelde no comprenda cómo es que Dios ve su firme resistencia a lo declarado en la Palabra.  Y lo triste del caso es que quien así piensa y actúa se siente segur@ y firme debido a que se fundamenta en lo que dice su 'Confesión de fe' preferida.  Por tanto, aunque afirmen mil veces que sólo se someten a la Biblia, este tipo de árbol es conocido por su fruto. Una cosa es lo que se profesa; otra es la que realmente se pone en práctica.

  No comprender la seriedad de tal estado de cosas en un sector de la iglesia visible sólo asegura un final trágico en todos los sentidos. Si el lector encuentra estas palabras demasiado de serias o chocantes, le preguntaré, pues: ¿Cuán serio es ese estado espiritual en el que la Biblia NO ES AFIRMADA como la ÚNICA FUENTE de nuestra fe ni es LA FIEL Y EXACTA MEDIDA de la ortodoxia doctrinal que se profesa en una iglesia local, ni es la única fuente que establece esa "columna y baluarte de la Verdad"? ¿Es asunto serio, o no lo es? Todos conocemos la respuesta: Es pecado gravísimo ante Dios.

  Este estado de cosas hay que declararlo... con amor, respeto y compasión. En realidad, uno no puede permanecer callado. Es un ineludible deber ante Dios "contender por la fe dada a los santos", la cual, en todas las edades se pervierte de una manera u otra. No hablamos de  'contención' en el sentido de peleas, tensiones y conflictos humanos, sino "peleando la buena batalla de la fe" según las palabras de Pablo a su hijo espiritual, Timoteo [1 Timoteo 6:12].

  Muchas veces
–y da pena decirlo– los defensores de lo viejo reaccionan contra quienes hablamos la Verdad como si se tratara de una batalla humana, una pelea donde hay que contra-atacar y ofender... y cerrar abruptamente la comunicación y la cordialidad. Lo vemos tan a menudo y, en gran manera entristece el corazón ver tal resistencia a la Verdad bíblica de lo que es el nuevo pacto en la sangre de Cristo.


Es un gran deber ante Dios "contender por
la fe dada a los santos".  Judas 3; 1Timoteo 6:12


  Creemos que el conocimiento espiritual llega a través del estudio de la Verdad. ¡Esa Verdad se halla SÓLO en la Palabra inspirada, y ésto, ­sin excepción alguna! Por eso, queremos abrir la puerta a un genuino balance en estas consideraciones.  Sepa el cristiano que lee estas líneas –y que no es bautista– que este documento doctrinal histórico [es decir, no inspirado de Dios] no es presentado aquí con el fin de convencerle a usted a que se "convierta" a bautista. 

  Nuestra única meta es ofrecerle un "vistazo al documento histórico" y los principios doctrinales hallados en el mismo para que usted mism@ pueda escudriñar los fundamentos bíblicos históricos de las iglesias cristianas, en lo que a Confesiones se refiere, para su propia satisfacción y crecimiento espiritual.  Y en la medida que esa meta se logre, gozosamente daremos toda la gloria a nuestro soberano Dios por tal obra de gracia.

  Los resultados que este proceso pueda provocar en su alma serán sólo por el soberano obrar de Dios en su corazón.  Bien pudiera esta Confesión de fe del 1646 proveer alguna dirección o ayuda a iglesias de Cristo que deseen confeccionar su propia 'Confesión' contemporánea, moderna, a la luz de la Palabra de Dios. Y, de alguna iglesia local escribir su propia Confesión de fe, sepa que ­cualquier "Confesión" así desarrollada y que resuma fielmente las distintas doctrinas bíblicas creídas en esa iglesia local sería tan legítima como cualquier otra "Confesión" histórica, créame! 


¡­Cualquier 'Confesión' así desarrollada y que resuma fielmente las distintas doctrinas bíblicas creídas en una iglesia local sería tan legítima como cualquier otra 'Confesión' histórica, créame!

  Afirmar lo contrario sería un acto temerario –aunque aparente ser 'espiritual'– pues pretendería levantar 'ídolos escritos, tradicionales' a los cuales las iglesias y sus miembros deberán rendir pleitecía mediante obediencia y sumisión a los mismos.  Así, la 'palabra final' sería dictada por una Confesión humana y no por la Palabra eterna. ­¡Y es una trágica realidad que ocurre hoy día en muchas iglesias! Y lo que es más triste aún es que quienes así creen y practican son los primeros en negarlo. Y, eso lo entendemos. Le es difícil a nuestra naturaleza caída admitir que hemos errado. Sólo la gracia de Dios puede humillarnos y llevarnos a abrazar la Verdad que antes no se nos había revelado.

  Hasta que la luz de Cristo ilumine a tal corazón, andará a ciegas, creyendo como 'verdad' lo escrito por seres humanos falibles sin poder entender o creer lo escrito en la Palabra.  Lo explicará y resolverá todo usando de su lógica humana y razonamientos falaces. Diré algo más –y no se sorprenda–, y es que estas 'Confesiones de fe' contienen, en su gran mayoría, declaraciones resumidas correctamente de muchas verdades bíblicas. Eso no se niega. Porcentualmente, las afirmaciones bíblicas de una Declaración como la del 1689 son muchas, lo más probable sobre el 90%.  Lo mismo se puede decir de la Confesión d 1644 [46].

  Pero, el problema no estriba en que haya un 10% o menos de contenido cuestionable a la luz de la Palabra eterna, sino en que el documento, como tal, sea recibido como autoridad doctrinal sobre las almas en las iglesias así sometidas. Aunque fuere perfecta al 100% en su comunicación resumida de la sana doctrina bíblica, seguiría siendo un documento humano no inspirado. ¿A cual se ha de someter la iglesia de Cristo... al documento humano bien resumido, o a la Escritura divina e inspirada por Dios, la única fuente de Verdad eterna?

 De hecho, creemos que un cuidadoso estudio de la Confesión del 1644 le convencerá de que, más que ser un documento histórico bautista, es sencillamente un buen resumen de las más básicas doctrinas de la verdad enseñada en la Biblia.  Y entendemos que tal resumen de las verdades bíblicas bien pudo haber sido preparado por cualquier otro grupo de genuinos cristianos... sólo que en esta ocasión se trató de siete iglesias bautistas que querían afirmar públicamente y por escrito las verdades que en su día ellos afirmaban ser 'la verdad de la Palabra'. 

  No fue para ellos la 'creación de un documento con plena autoridad' sobre sus almas ni, mucho menos, un intento de proveerle a futuras generaciones una 'gran confesión de fe del pasado' a la cual podrían rendir pleitecía y sumisión, sino un 'resumen actualizado de sus convicciones' tocantes a las doctrinas básicas de la Palabra de Dios a la cual ellos se sometían como la única 'autoridad sobre sus almas'. Fue su testimonio al mundo pecador que les rodeaba de los detalles de su fe cristiana. Y ésto se puede decir no sólo de la 1644 sino de la 1689, y otras Confesiones de las iglesias de Cristo. No creemos que iglesia alguna, o grupos de iglesias escribieron por otra motivación que no fuera el dar a conocer la fe en Cristo que ellos profesaban.

  A continuación insertamos una traducción de una breve anécdota de interés sobre este tema de la 'autoridad sobre el alma' de documentos que no sean la Palabra de Dios. Además de tratarse de un incidente histórico, es muy incisivo sobre este tema... algo que nos debe poner a pensar seriamente sobre lo que estamos compartiendo con el lector. El texto de esta introducción seguirá   más abajo, en este mismo color.


Mientras leía  una revista cristiana que recibo con regularidad, 'Sound of Grace' [Sonido de Gracia], me topé con una cita de una autobiografía de Benjamín Franklin, famoso inventor del siglo 18 y firmante de la Declaración de Independencia de los EE.UU. en el 1776 y cuya semblanza está en los 'billetes' de $100.

Escribió él de un tal Michael Welfare, amigo suyo y uno de los fundadores de una secta conocida como los 'Dunkers'  [Sumergidores o Bautizadores]. Narra Franklin que su amigo, Welfare, se quejaba de los fanáticos de otras persuasiones religiosas y las mentiras que diseminaban en contra de ellos [los 'Dunkers]'.

Franklin le sugirió que, tal vez, podrían evitar esa calumnia si pusieran por escrito sus creencias y las reglas de su disciplina religiosa. Welfare le respondió que, de hecho, tal tipo de acción se había discutido entre los miembros de ese grupo y que había sido rechazada. Entonces le explicó cuál había sido el razonamiento de los Dunkers. Narró que...

"Cuando por vez primera nos unimos como una sociedad, a Dios le plació iluminarnos como para entender que algunas doctrinas que habíamos creído como verdad no eran más que error y, otras doctrinas que habíamos visto como error, llegamos a entender que eran, en efecto, verdad.

"De vez en cuando a Dios le ha placido darnos más luz, y nuestros preceptos han ido mejorando y nuestros errores disminuyendo. Ahora bien, no estamos seguros de que ya hayamos llegado al máximo en dicho crecimiento y a la perfección espiritual y conocimiento teológico. Tememos, pues, que pudiéramos sentirnos atados y confinados a lo ya aprendido, no dispuestos a recibir mayor crecimiento y mejoramiento; y más aún, pensamos en nuestros sucesores quienes pudieran concebir que lo que nosotros, sus padres y fundadores, habríamos escrito fuera tenido como algo tan sagrado como para nunca apartarse de ello."


Pensamos en nuestros sucesores quienes pudieran concebir que lo que nosotros, sus padres y fundadores, habríamos
escrito fuera tenido como algo tan sagrado
como para nunca apartarse de ello.


En su autobiografía, Franklin describió tales palabras como una singular instancia –en la historia humana– de modestia tal en una secta. Termina el editor de la revista señalando que los 'Dunkers' casi formularon un 'mandamiento' para reglamentar la disertación religiosa, a saber: 'No pondrás por escrito tus preceptos, y mucho menos los imprimirás, a no ser que quedes atrapado por ellos para siempre'. [el énfasis con subrayado es nuestro]

  Nuestro comentario: Aunque no estemos de acuerdo al 100% con el concepto de no poner por escrito en forma resumida las creencias bíblicas de una iglesia local,  lo que expresó el Sr. Welfare es una trágica realidad, tal como lo estamos señalando en esta introducción a 'Confesiones'. Lo que él le dijo a Benjamín Franklin, sobre el peligro de poner por escrito lo que se cree, ha venido a ser la terrible actualidad de muchas iglesias que, aunque afirman hasta por escrito que la Biblia es la autoridad suprema entre ellos, la realidad es que lo escrito en una Confesión de fe tiene más peso a la hora de inculcar preceptos doctrinales en las mentes y corazones de las ovejas. Seguimos ahora con la introducción a 'Confesiones'...

  Nunca debemos olvidar que la verdad de Dios revelada en su Palabra no es de carácter denominacional; es divina.  Por eso, si una iglesia local gusta identificarse como 'confesional', que sea su verdadera y autoritativa 'Confesión' la Palabra de Dios... no un conjunto o documento resumido, aunque de la manera más breve, llamado 'Confesión de Fe'. Ese 'resumen', esa 'Confesión', serán influenciados por nuestra humanidad y pecado que aún inciden en nuestras mentes y espíritus. 


Si una iglesia local gusta identificarse como
'confesional', que sea su verdadera y autoritativa
'Confesión' la Palabra de Dios.

  Por esta razón, la Palabra de Dios ha de ser la única, consistente fuente de verdad a la que venimos para beber agua de vida;  no a los postulados de un documento humano sino de manera directa a la Palabra eterna.  Si una 'Confesión de Fe' nos ayuda a resumir lo que en ese momento creemos es la Verdad de la Palabra, bien sea. Esa es su razón de ser. Mas, el momento en que una 'Confesión' [la que sea] se convierta en el documento rector de nuestra fe y práctica, estamos en grave peligro; habremos sustituído en el lugar de la autoridad plena de la Biblia la autoridad de documentos humanos, no importa que así lo admitamos o no, lo comprendamos o no. Y por lo general, quien así hace no lo admite.  Esa ha sido nuestra triste observación de muchos años, por lo que no hablamos sin conocer lo que hemos visto y seguimos viendo. Incluso, hemos sido acusados de ser no más que enemigos de Dios... rechazadores de Su santa ley... y ésto, por ministros evangélicos.

 Esto es tan básico, sencillo y claro que sorprendería que tantas almas no lo comprendan, hasta que recordamos que sólo Dios es quien abre el entendimiento para ver y entender su Pälabra, la cual es luz al alma que conoce y se fía en el Señor omnipotente.  O la Biblia es o no es la ÚNICA fuente de autoridad sobre el alma,. Si dejéremos: "Pero, yo acepto lo que dice la Biblia... claro que sí... ahora bien, según lo explica mi Confesión."  Mi amig@, herman@,  tales palabras revelan que aún no ha comprendido que su consciencia y espíritu están sujetados a un resumen humano de la Biblia y no a la Biblia misma. ¿Qué mejor ejemplo que lo ya dicho sobre la supuesta 'eterna ley moral de Dios'? Insistir en que esa es una verdad bíblica comprueba lo afirmado, ya que la Biblia no nos enseña ni impone una tal llamada 'ley moral'.   Es una creación humana, teológica, bien intencionada, seguramente, pero, de creación humana.

  Además, una 'Confesión',  por ser un documento ya publicado de años, puede limitar seriamente el proceso de crecimiento espiritual en la enseñanza dinámica, inspirada, cotidiana de la Palabra de Dios, según vimos arriba en la cita de la auto-biografía de Benjamín Franklin.

  Considere ésto: un documento humano –no importa las espirituales intenciones de sus forjadores– sólo reflejará las convicciones de sus autores en ese momento particular de su historia natural. Si Dios concediera, luego, más entendimiento y luz a futuras generaciones en algunas de las áreas de doctrina consagradas en dicho documento, les sería obligatorio afirmar ese nuevo y más certero entendimiento, ¡echando a un lado lo que, mediante la espiritual instrucción del Espíritu de Dios, se ha llegado a conocer por lo que es, a saber: ­ error ! Y no sería tal acción un 'cuestionar de la sinceridad e integridad espiritual de los autores' sino sólo una admisión de que "hemos crecido en el conocimiento de la Palabra de Dios".


" Hemos crecido en el conocimiento
de la Palabra de Dios
"

 Conocemos a cristianos que estiman tan "sacrosanta" una particular 'Confesión de fe' que se les dificulta el poder aceptar que sea sólo eso: un documento humano sujeto a escrutinio ante la luz de la Biblia. Ellos afirman que dicha Confesión provee 'continuidad y estabilidad espiritual a la iglesia'.  Son palabras reveladoras de un estado espiritual en grave peligro... como un bote a la deriva en las aguas vanas del sectarismo humano. 

  Si la Biblia, y solamente ella, es la fuente de mi fe, todo cambio que ocurra en mi conocimiento de élla será porque Dios me ha seguido dando luz y entendimiento.  No será necesario cambiarla o editarla para atemperarla a la "verdad aprendida" que ahora es nueva para mí, pues, esa Palabra de Dios es perfecta, es Verdad eterna... no cambia. Quien cambió fui yo... cambió mi entendimiento; pues, Dios me iluminó el alma para conocer su Verdad con mayor claridad y certeza.   Su Verdad siempre fue Verdad perfecta y así seguirá  eternamente; no cambia. ¿Es ésta una declaración aberrada o sospechosa como para ser catalogada como rebeldía a Dios o cosa similar? ¡Claro que no!


La Verdad de Dios siempre fue Verdad perfecta
y así seguirá eternamente; no cambia.

  Sin embargo, cuando se pretende mantener en un sitial de autoridad espiritual e histórica a un documento humano escrito por pecadores –aunque sean salvos por la gracia de Dios– dicho documento adquiere una pseuda–autoridad inherente que rige los corazones de sus adeptos y, en efecto, llega a sustituir la única y exclusiva autoridad de Dios sobre sus hij@s a través de la obra de su Espíritu por medio de su Palabra, el único documento con autoridad sobre el alma.

 Además, si Dios les concede luz del conocimiento de su Palabra que les muestre que hay error en su 'Confesión', o la tendrán que modificar –lo que mostrará la obvia e  inherente imperfección del documento– o rechazarán la luz de la Biblia para así ajustarse 'fiel y consistemente' a los postulados de 'su confesión', errada o no. Tal curso de acción es muy peligroso. Sus consecuencias son de carácter eterno.

  Y, me temo que he visto en mi entorno –con gran pesar en mi alma– ejemplos vivos de tal 'fidelidad equivocada, mal colocada'. Y ahí no faltará la hipocresía que tan fácilmente engañará a los seguidores crédulos [ significa que creen, sin cuestionar, cualquier cosa que su maestro les enseñe como 'la verdad' ] hasta aquel momento en que se destape la vana superfluidad de esa supuesta vida espiritual. Si el maestro vive engañado, sólo podrá enseñar engaño a sus oyentes, no importa cuán sinceramente piense que esté enseñándoles gloriosas verdades bíblicas.


Si el maestro vive engañado,
sólo podrá enseñar engaño a sus oyentes,
no importa cuán sinceramente piense
que esté enseñando gloriosas verdades.

  Es muy fácil cometer el error de decir –y conozco a quien así lo ha dicho a mi cara– "Ya yo estoy firme en lo que creo, y nada que vaya a leer o estudiar ahora va a cambiar lo que hoy creo ser la verdad".  Son éstas palabras asombrosas, en realidad, temerarias y arrogantes, pues desafían toda futura posibilidad de crecimiento en el conocimiento de la Palabra.  Y esto ocurre cuando elevamos al sitial de 'intocable y suprema autoridad' aquello que estudiamos en el seminario, leímos en libros o afirmamos como la 'Confesión' con autoridad sobre nuestra fe y práctica... la Confesión que 'establece y asegura mi ortodoxia'.

  Oiga bien lo dicho; No es que conscientemente digan y afirmen por escrito: "Nuestra Confesión tiene autoridad sobre nosotros", o algo semejante. ­¡No! Se trata de que la Biblia es proclamada como la autoridad suprema sobre su fe [hasta ahí, todo bien] a la vez que algunas de las dogmas enseñadas, con gran empeño y fuerza, no surgen de esa Biblia sino de los documentos humanos, sean cuales fueren.

 ¿Cómo podemos saber si una 'Confesión' –sea cual sea– ocupa, en lugar de la Biblia, el sitial de 'autoridad sobre el alma'?  Es muy fácil. Cuando un cristiano siente y expresa una convicción honesta sobre algo que la Biblia enseña –algo que ha estado escudriñando con corazón abierto y sincero–  y recibe de su 'maestro o guía espiritual [entiéndase pastor]' una respuesta similar a ésta: "Pero, mi hn@, usted sabe que la CONFESION se expresa sobre eso de tal o cual manera...", allí, la 'Confesión' tiene la palabra final... es la fuente que dicta lo que afirman es 'enseñanza bíblica ' .  ­Punto! ­Ni más, ni menos!

  Y si la respuesta fuere: "...Sobre este particular el 'teólogo fulano' o el 'puritano sutano' ha escrito así y así... cosa que nosotros suscribimos..." etc., etc., es lo mismo. Conozco muchas almas que han escuchado tales palabras de sus pastores o líderes religiosos. Pregunto, pues, a cada maestro y ministro, incluyéndome a mí: ¿De quién somos ministros? ¿De Cristo y Su Palabra santa, o de los falibles autores y escritos humanos?


¿De quién somos ministros? ¿De Cristo y Su Palabra santa, o de los falibles autores y escritos humanos?

  Ejemplo de lo dicho sería que un cristiano se acerque a su pastor o maestro bíblico y le pregunte: "Pastor, explíqueme qué es la 'ley moral' de Dios de la cual Ud. predicó hoy". Tome nota de la[s] fuente[s] a las que le llevará para convencerle a Ud. que dicha 'ley moral' existe. Considere con gran seriedad si esas fuentes son 'escritos de hombres' o si es la Biblia. Si  la respuesta apunta hacia cualquier documento que no sea la Biblia, y sólo élla, queda comprobado que ese pastor se ajusta a lo enseñado en dicho documento, sea cual sea. No tiene, pues, palabra de Cristo para las ovejas de Cristo bajo su cuidado sino palabras no inspiradas. ¡Cuán flaco servicio le rinde al Señor de señores a quien profesa servir!

  Le anticipo que una respuesta a tal pregunta NO apuntará a las Escrituras como la fuente de tal dogma debido a que allí no está. Ningún líder o pastor así inclinado le dirá la verdad: "Mira, eso no está en la Biblia. Lo creemos porque está en la Confesión 'X'". A lo más que llegará algún pastor o maestro será a una afirmación de que es bíblica tal 'doctrina', pero que queda claramente expuesta y explicada en tal o cual libro o 'Confesión de fe' [­de origen humano!].

 ­La palabra final en la controversia se habrá depositado en hombres no inspirados, ¡sustituyendo así la autoridad de Dios! ¿Se nos ha olvidado tan fácilmente la Palabra divina que afirma que "todo hombre sea mentiroso, mas Dios verdadero"? ­Y tan fácil que sería -además de honesto- responderle a quien pregunte así: "Veamos qué dice la Palabra sobre ese particular en tal y cual texto! Vayamos a la Fuente de toda Verdad". ­Cuan refrescante sería escuchar tal honestidad espiritual e intelectual de todos cuantos ocupamos los púlpitos pastorales!

  Cabe señalar que la 'Confesión' aquí mencionada –la del 1689– tiene como una de sus primeras declaraciones que el "veredicto de la fe" descansa, por la obra del Espíritu de Dios, sólo en las Escrituras.  En este aspecto, el texto de dicha 'Confesión' se autolimita perfectamente al decir que sólo la Palabra de Dios es la fuente autoritativa de nuestra fe. Somos los hombres los que le atribuímos, erradamente, una autoridad y peso fuera de proporcióna a los documentos humanos  –muchas veces, creo, sin darnos cuenta de lo que hacemos– especialmente cuando expresamos algún concepto doctrinal / práctico que nos gusta o  que quisiéramos perpetuar entre los creyentes... esas ovejas del rebaño bajo nuestro cuido pastoral,  no importa que otros creyentes puedan mostrarnos o tal vez ya nos han mostrado con genuino amor cristiano que, en algunos particulares, tal o cual Confesión refleja ideas teológicas propias de sus autores aunque muy contrarias a la clara enseñanza bíblica.


Somos los hombres los que atribuímos,
erradamente, una autoridad, un peso fuera
de proporción a los documentos humanos

 Hace pocos meses le ocurrió a este servidor que una iglesia, que por muchos años nos había apoyado de manera fiel y abundante, nos preguntó cuál era nuestro sentir hacia la 'Confesión de Fe de 1689'.  Sabiendo que el interés de ellos [en realidad, de su pastor] estaba en el tema de los pactos, a saber, el 'antiguo o pacto eterno' vs. el 'pacto nuevo', en mi respuesta a ellos afirmé creer y practicar en nuestro ministerio evangélizador la verdad encerrada en las palabras de Cristo durante la última pascua, cuando dijo: " Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre " [Lucas 22:20], así como las palabras de Pablo a los corintios, cuando les dijo que "Dios nos 'capacitó como ministros de un nuevo pacto', no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica" [2 Corintios 3:6].  ­Sólo eso respondí en cuanto a una respuesta explicativa se refería... ¡nada más! Dios es mi testigo en ésto que les comparto.

  Sólo afirmé creer en la verdad de esas palabras pronunciadas por Cristo y por su apóstol, Pablo. ¿Acaso no es eso 'creer en la Escritura, la Palabra de Dios, y ponerla en práctica'?  ¿Por qué, pues, no vieron mi respuesta con buenos ojos?  Porque mis palabras afirmaban una verdad que sólo tiene validez sobre el fundamento del nuevo pacto establecido por Cristo.  Ellos ven en la 'Confesión de 1689' una voz de autoridad espiritual que promueve el pacto antiguo [para ellos eterno] –aunque ya caducado [vea nota más abajo sobre el significado de 'caducado']como 'ley' sobre el cristiano de hoy, la supuesta 'ley moral' de la cual la Biblia jamás nos habla. 


Mis palabras afirmaban una verdad
que sólo tiene validez sobre el fundamento
del
nuevo pacto establecido por Cristo.

  Ellos vinieron a envolverse [bajo la dirección de ese nuevo y joven pastor] en una asociación de iglesias que exige que sus iglesias miembros sean fieles creyentes, seguidores y promotores de la Confesión de 1689. Esta no ha sido la única iglesia que nos ha retirado su apoyo espiritual y provisión material debido a tales razones doctrinales. Tal parece que no recuerdan ni les preocupa que el día llegará en que darán cuenta a Dios, aun por quitarle el sustento a quienes fielmente sirven al Cristo del nuevo pacto obrado en Su sangre. Eso es dar piedras en vez de pan a comer. Trágicamente, el 'vivo celo' de ellos por la Confesión los ciega de manera asombrosa.

  Es incomprensible lo que ocurre. ­¡De veras que da lástima!  Y han sido casos en donde la iglesia nos conocía y apoyaba durante muchos años, pero, bajo la dirección de un nuevo pastor se han unido a grupos de iglesias que aparentan estar bien en cuanto a la gracia, pero que, en el fondo, son apoyadores de la fe cristiana según se refleja en una muy específica Confesión de fe, la del 1689. Y para conservar su apoyo, requieren que uno cambie las convicciones personales por las que ellos dicen son la verdad. ­¡Todo por sujetar a los hijos de Dios a esas débiles Confesiones! Es una tragedia. Mas, uno halla consuelo en saber que Dios no dejará a los suyos aun cuando otros de los 'suyos' se comporten así.

 Su nueva postura confligía con mi afirmación a tono con las palabras ya citadas de Cristo y Pablo, pues esas palabras hablan del nuevo pacto.  Era cuestión de yo dejar atrás lo que el Espíritu de Dios me enseñó en Su Palabra, abrazándome a ese documento humano que años antes traduje al español, o perder nuestro apoyo financiero de muchos años [la pérdida también afectó a un nutrido grupo de estudiantes becados en un Colegio cristiano en la vecina República Dominicana a quienes serví como instrumento de sustento de parte de Dios por algunos años].

  Escogí ser fiel a la Palabra... perdímos esa vital ayuda... esos niños perdieron su beca de estudios; mas, ¡ganamos el favor y la bendición de Dios... ­sin duda!  Sólo puedo pedirle a Dios que tenga misericordia de los tales, pues no saben lo que han hecho ni lo que hacen. Su errada filosofía es: 'Diga que se somete a la 'Confesión de 1689' y seguiremos apoyándole'. Cierto, aunque difícil de creer, que verdaderos cristianos actúen así contra otros creyentes, siervos del Dios Altísimo..

  Es un triste día cuando iglesias llamadas cristianas, reformadas, bautistas, etc., exigen que los misioneros que apoyan se sometan, junto a ellos, a otra fuente escrita que no sea la Palabra inspirada de Dios.  Lo hacen por aquello de que debe haber consistencia entre lo creído por una iglesia local y los misioneros que apoya. Tiene lógica humana... tiene sentido común, claro.  Pero, con esa acción mostraron que les importaba más la 'bendita consistencia' en la sumisión a una Confesión humana que el querer aprender lo que la Biblia enseña sobre el particular.  Igual nos ha ocurrido con otras iglesias de reciente persuasión similar. Su estandarte es un documento humano, y echan fuera a otros cristianos que escogen someterse sólo a la Palabra. ­ Ese es nuestro delito! ­Trágico!


Importaba más la sumisión a una
Confesión humana que el querer
aprender lo que la Biblia enseña.

  Lo curioso del caso es que los anteriores pastores me conocían, y estaban en total acuerdo con nuestras convicciones, ya que eran también las de ellos. El cambio lo trajo el nuevo pastor quien pudo persuadirlos a un camino distinto al que llevaban. ­¡Todo por someterse a 'Confesiones de fe'! Todo por complacer a la junta directora de esa asociación de iglesias que ve en la '1689' su estandarte de la Verdad!

  Es una trágica realidad de nuestros tiempos, y no son pocos los que están atrapados en este tipo de pensamiento y acción. Al recordar a aquel joven pastor; oro por él; sé que Dios sigue siendo fiel, misericordioso y perdonador. Nunca me preguntó de mi sujeción a la Palabra de Dios. Tal parecía que no le importaba ese detalle. Era la impresión que daba. Su interés primario guardaba relación con una 'Confesión de fe', la del 1689. No les interesaba saber si me sometía a la Biblia... ­sólo si me sometía a la 1689! Era más importante para ellos que yo me declarara sujeto y obediente a un documento teológico escrito en el siglo 16 que a la Biblia inspirada, escrita mucho antes. Y no somos los únicos que hemos sufrido así por causa de nuestra sujeción primaria a la Palabra.

 Dicho pastor me aseguró que volvería a considerar el libro de Gálatas luego de que le señalara que sus palabras en un breve folleto escrito por él, en el sentido de que " la ley ES nuestro ayo ", no son compatibles con el testimonio bíblico que dice: " La ley FUE nuestro ayo para llevarnos a Cristo ". Le insistí que  'ES' y 'FUE' no son iguales ni similares... son contrarios.  Me respondió, y admitió tener dudas sobre ese particular ya que no se había dado cuenta sino hasta que se lo mencioné en una carta de respuesta. ¡Aún queda esperanza para los tales... Aleluya! 

 Es penoso ver a un cristiano... un pastor... escribir y publicar un tema bíblico cuyos textos claves, por su propia admisión, contienen términos que no había visto ni mucho menos entendido.
¡Todo ésto por estar sujetados a doctrinas de hombres que aseguran ser los únicos intérpretes de lo que dice la Biblia! Prefiero contar siempre con mi Perfecto Intérprete: el Espíritu de Cristo. ­Jehová Jiré!  No temeré lo que me haga el hombre. Mi Ayuda y Fortaleza es el Señor de señores.

 He dado este ejemplo, pues, con el único fin de hacerle ver al lector lo que ocurre cuando la 'fe profesada' tiene como ancla un documento humano, por bueno que haya sido o siga siendo.  Cuando la Palabra de Dios es la autoridad final en asuntos de doctrina, todas las 'Confesiones' se examinarán a la luz de la Palabra, y no la Palabra a la luz de las 'Confesiones'.  Repito –en principio– algo ya señalado con otras palabras, a saber:  El fallo no está tanto en las 'Confesiones' [aunque sí tienen fallas y errores] como en los humanos que las elevan a un lugar de autoridad en la iglesia, aun contradiciendo claras afirmaciones en las mismas Confesiones en el sentido de que sólo la Escritura es la autoridad final de Dios en TODO. ­ ¡Es evidente que decirlo y practicarlo son dos cosas muy distintas entre sí! ­¡Sin duda! ­Toda Confesión humana ha de someterse, arrodillada, a la Escritura inspirada... ¡NO la Escritura ante las Confesiones!


Cuando la Palabra de Dios es la autoridad final
en asuntos de doctrina, todas las 'Confesiones'
se examinarán a la luz de la Palabra.

 Es más, declaramos, sin temor alguno, que el momento en que una iglesia o un cristiano particular se aferre, primero, a lo que expresa un documento de origen humano antes que a lo que la Biblia enseña, ahí se apartó de las Escrituras. Debe ser obvio que hablamos de situaciones en que hay discrepancia entre lo declarado en el documento humano y lo afirmado en la Biblia. Como quiera que sea, aunque una Confesión llegara a ser 100% fiel a la Palabra, nunca llegaría a ser Autoridad, pues hay una sola: la Escritura inspirada. ¡Y esa Palabra no admite sustitutos!

  Vivimos en días peligrosos en los que hay hermanos cristianos que quieren predicar el evangelio de Cristo, el evangelio de la gracia de Dios –por esa parte nos alegramos– mas, dentro del contexto de la plena autoridad sobre el alma de versiones específicas de 'Confesiones de Fe' que perpetúan la ley mosaica como eterna, aunque sea en parte

  Sin embargo, ­resulta asombroso que haya cristianos que crean sinceramente que se puede propagar el 'evangelio de la gracia' dentro del contexto de una Confesión que perpetúa el 'pacto de ley', las 'tablas de piedra' o 'tablas del pacto' según describe la Santa Palabra.  Insisten en que predicarán el pacto antiguo [para ellos, el pacto eterno... los 10 mandamientos] como el instrumento espiritual que llevará a los pecadores a Cristo, convencidos de que hacen bien debido a que no han comprendido que Quien convence el corazón es el Espíritu de Dios mediante la Palabra de Cristo, y NO el Espíritu de Dios mediante lo escrito en libros, ensayos o 'Confesiones de fe'.


Quien convence el corazón es el Espíritu
de Dios mediante la Palabra de Cristo.

  No es tanto el aspecto de cuál Confesión reciben como resumen de su fe, sino la perspectiva teológica de que dicho documento humano se dé por sentado como fundamento de la iglesia de Cristo.  Si examina con gran cuidado los postulados de una Confesión 'histórica' de otros creyentes, podrá saber si afirman que la iglesia descansa sobre el nuevo pacto que Cristo obró en Su sangre o si revela su posición como una que da lugar a la continuación en la iglesia de elementos legítimos sólo bajo el viejo pacto en tablas de piedra, también conocida como la ley mosaica.

  Si ve referencias al 'día del Señor' y 'la ley moral de Dios' [dadas por sentadas] es probable que no hallará declaración de que el nuevo pacto en Cristo sea fundamento de la iglesia debido a que el modelo teológico allí expuesto sigue lo que se conoce como 'la teología del pacto', muy distinto a 'la teología del nuevo pacto'. Esa teología necesita del 'pacto eterno' porque no tiene cabida para un nuevo pacto en la sangre de Cristo que sustituyó por completo al pacto Sinaítico.

  Ahí, otra vez, la importancia de una Confesión o declaración de preceptos creídos en una iglesia:  Nos informa qué lugar tiene, si alguno, el nuevo pacto de Cristo en su fe y práctica. Nos informa; nos ayuda a decidir... ­pero hasta ahí llegó, nada más hasta ahí!


Una Confesión... nos informa qué lugar tiene,
si alguno, el nuevo pacto de Cristo
en su  fe y práctica.


  Hay iglesias que afirman públicamente que siguen el nuevo pacto, mas, si se examina la doctrina que predican y practican, uno se dará cuenta de que realmente no funcionan bajo ese nuevo pacto sino bajo el modelo de interpretación teológica que le atribuye al nuevo pacto ser no más que una nueva administración bajo Cristo de un supuesto pacto eterno o 'pacto de gracia', el cual aseguran comenzó en el huerto del Edén. Y eso no es funcionar como iglesia bajo el nuevo pacto, sino sólo tener un nombre que incluye el término bíblico, 'nuevo pacto'.

  A cualquiera es engañado. Se podrá llamar blanco a lo que es negro y vice-versa y engañar, así, a otra persona. Mas, el que una iglesia tome los términos 'nuevo pacto' como parte de su nombre sin serlo, eso no puede ser muy agradable ante Dios.  Por sus doctrinas... sus frutos... los conocerán.  A Dios nadie lo puede burlar. Conocemos de iglesias locales cuyo nombre las identifica como seguidores del Nuevo Pacto cuando la realidad es diametralmente opuesta. Creemos que ésto es engañar a las almas que se le acercan.  Mas, a Dios no lo engañan.

  Ya que nombramos el huerto del Edén y la supuesta relación que tiene con un pacto del nombre señalado en el párrafo anterior, creo que es de importancia y gran valor, aunque sea breve, señalar lo siguiente sobre ese tema. A través de los años hemos leído cómo algunos arguyen que Dios hizo un pacto en el huerto del Eden, específicamente con Adán. A ese tal pacto le llaman 'el pacto eterno' o 'el pacto de gracia'. De ahí llegan a conclusiones que descartan los 10 mandamientos como un pacto de ley severa que mostraba el pecado y 'mataba', [como escribió Pablo] viéndolo más bien como un pacto de gracia para, entonces, ver el 'nuevo pacto' no como uno nuevo sino una 'nueva administración' de ese supuesto pacto de gracia, o pacto eterno, establecido en el Edén. ­¡Todo un esquema fraudulento ingeniado por el pecado del humano!

  Sin entrar en los múltiples errores bíblicos de tal interpretación, sólo queremos indicar que el 'texto base' para esta tesis es Génesis 3:15, que dice: "Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá  en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar." Esa posición interpretativa enseña que la afirmación, de parte de Dios, de que "la simiente de la mujer heriría en la cabeza a la serpiente" fue un pacto eterno o de gracia con Adán... así mismo lo hemos leído en escritos que siguen la teología del pacto [eterno].

  De que esas palabras de Dios se refieran a la realidad de que, en Su plan eterno, el Mesías, el Cristo, vendría, moriría y obtendría la victoria sobre el Diablo no hay la más mínima duda. En ese sentido, fue una palabra profética que miraba hacia la venida del Mesías. Pero, de ahí a decir que fue un pacto con Adán hay que andar gran trecho, ya que esas palabras fueron pronunciadas por Dios a la  >>> serpiente: ­<<<  no a Adán!

  Dios tuvo palabra condenatoria para los tres personajes envueltos en ese primer incidente de pecado en la creación que, hasta ese momento, había transcurrido en santidad y perfección.

1. A la mujer le aseguró que pariría con dolor.
2. Al hombre, Adán, le dijo que comería de la tierra con dolor, que con su sudor trabajaría y que volvería al polvo [muerte]. también le dijo que la tierra sería maldita por causa de su pecado [de Adán].
3. Finalmente, a la serpiente [Satán] le pronunció su futura y final derrota por la simiente de la mujer [Cristo].

  Por tanto, 'establecer un pacto eterno' con Adán en base a palabras dichas por Dios a la serpiente realmente no nos parece tener base alguna en la Palabra de Dios. Sin duda son muchos los que creen estas cosas; sólo Dios podrá abrirles el corazón y el entendimiento para llegar a conocer la Verdad.  Sólo Dios podrá abrir el corazón para entender que, con esas palabras, él no hizo un pacto con Adán ni con la Serpiente antigua... fue una palabra de maldición a la Serpiente.

  Sigamos, pues, con el tema de los que procuran evangelizar mediante la diseminación de documentos humanos cuyo énfasis recae sobre un antiguo pacto ya cumplido y quitado por el Señor Jesucristo.

 Salen en viajes misioneros y hacen alarde de que repartirán tantas y cuántas 'Confesiones de fe' a los pastores a quienes visitarán. ¿Es que ir a evangelizar sólo con la Biblia en el corazón y en la mano es algo de rechazar... algo vergonzoso... algo que nos delate como incompetentes?  Tal vez los que así hacen no comprenden lo que dicen y, sin duda, el motivo debe ser uno bueno. Pero, si así fuere, entonces Pablo fue un incompetente de primera categoría, pues, él sólo predicaba el evangelio del nuevo pacto.  Y en caso de que alguien sugiriese que él no enseñaba tales documentos porque no existían, respondería sin titubeo alguno que, no dudo que de haber existido 'Confesiones' en aquellos tiempos, los hubiera "tenido como basura o estiércol por ganar a Cristo".

  Sería bueno recordar que en un momento dado, Pablo le pidió a Timoteo que le trajera, desde Troas, su capote, sus pergaminos y libros [2 Timoteo 4:13]. Era un hombre letrado, pero su vida, predicación y epístolas siempre eran 'Cristo y nada más que la Palabra de Cristo'. No creo que esos escritos [con la excepción de que algún pergamino fuera copia de la Escritura conocida hasta ese momento... lo que hoy conocemos como los libros del Antiguo Testamento] fueran para nutrir su predicación o afirmar su fe.  Él descansaba sólo en lo que Cristo le reveló por el Espíritu Santo.


Era un hombre letrado, pero su predicación y
epístolas siempre eran 'Cristo y nada más
que la Palabra de Cristo'.

 ¿Qué semilla quiero dejar en la tierra que yo visité... en las tierras donde me escuchan cada día en nuestros programas radiales?  ¿Lo mucho que yo pudiera saber o mis posibles citas de autores del pasado cuyos libros abundan en mi biblioteca personal? [cosa que no hago por temor a Dios] ¿El dominio que yo pueda tener de tal o cual 'Confesión de fe', sea la del 1689, 1646, la Westminster, etc., etc.? Le diré con profunda sinceridad y humildad y no para jactarme, que: a mí sólo me interesa regar la semilla de la Palabra de Dios.

  Aparte de ella Dios no obrará nueva vida en corazones muertos. Aparte de ella no hay esperanza para el que vive sin Dios. La única semilla que Dios honra es Su santa Palabra. ¡Cuán hermosos son los pies que llevan esa preciosa semilla de la Palabra de Dios a los confines del mundo!

 Despierta, mi hermano, tú que te precias por tus conocimientos teológicos, por tu dominio y maestría en la comunicación de cualquier 'Confesión de fe'. Toda tu obra será en vano si no te dedicas 100% a llevar la Palabra de Cristo sola , sin las Confesiones, los libros y sin tus autores y 'líderes eclesiásticos legítimos' predilectos. Te reto a llevar sólo a Cristo y verás la bendición de Dios Que tu sola arma sea la Espada divina; ella es suficiente para la obra completa de salvación y santificación.


Que tu sola arma sea la Espada divina;
ella es
suficiente para la obra completa
de salvación y santificación.


  Con mucho amor también te diré:  Si consideras que no puedes o no debes predicar sólo de la Biblia, sino fundamentar tus muchos argumentos de enseñanza en fuentes externas a la Palabra eterna –como lo son todos los autores, teólogos, comentaristas o 'Confesiones de fe' que tú conoces– te sugiero que medites seriamente en el llamado divino que profesas tener de parte de Dios. ¿Tal vez servirías mejor al Señor en otra profesión? ­Medítalo! Es asunto muy serio con consecuencias eternas.

  Tal vez puedas ser un buen profesor de teología en un seminario o colegio bíblico. El legítimo siervo de Dios sólo ocupará el 'púlpito' para proclamar la Palabre divina, y nada más que ella. Nunca olvidemos que hay un día de juicio por delante. ¿Que le diremos al Juez de toda la tierra: 'Procuré ser, a pesar de mis flaquezas, un fiel mensajero de tu Palabra'... o,  'Hice lo máximo por comunicar  a mis oyentes toda la sabiduría de tus siervos del pasado, y logré fundamentarlos en esas tan excelentes 'Confesiones de fe' del pasado... Fui un fiel eco de la historia?

  La opción primera es la única que tiene valor alguno ante Dios. La segunda sólo traerá vergüenza al Señor y sólo él sabrá qué castigo traerá sobre ti.  Esto no es juego... es cosa seria.  Es ante Dios que servimos, y la única opción es ser fiel en la proclamación de Su santa Palabra.  Si no somos exclusivamente embajadores de la Palabra inspirada, seremos juzgados como falsos profetas... enemigos del evangelio de Cristo del nuevo pacto. ­Son las únicas alternativas!

  Un legítimo profeta de Dios se distingue por ser un comunicador fiel de la Palabra de Dios tal como está escrita en la santa Biblia, sin adornos y añadiduras humanas. La Verdad de Dios sólo es Verdad porque la Biblia la declara y no porque tus admirados antepasados la creyeron, predicaron o escribieron en libros y confesiones. Podrás escribir tu mensaje con el fin de leerlo, o podrás predicar de forma espontánea, o sencillamente podrás estar en una situación donde urge una respuesta inmediata a la fe que profesas.


La Verdad de Dios sólo es Verdad porque
la Biblia la declara y no porque tus
admirados antepasados la creyeron.


  Si ese mensaje o respuesta comunica sólo lo que Dios habló, contarás con el favor de Dios.  Pero si ese mensaje se nutre de fuentes que no sean la Palabra, sea cual sea el fin buscado, NO estarás llevando la Palabra eterna a los oyentes... sólo lo que otros predicaron de la Biblia. Ruego que consideres estas palabras con gran seriedad, mi hermano en Cristo que eres maestro o pastor.  Te las hablo con el más profundo respeto por ti y aún más celo por la pureza de la santa Palabra de Dios. Me las aplico a mí mismo primero.

  Es una dicotomía la noción de que el evangelio se lleva en el contexto de las Confesiones o de la ley del pacto antiguo.  El evangelio de la gracia entra al corazón y se perfecciona allí por la obra del Espíritu de Dios, no por los esfuerzos carnales bajo la ley del pacto antiguo, los diez mandamientos, no importa que los nombren con términos no bíblicos tales como 'pacto de gracia' o 'pacto eterno'.  Afirmar lo contrario es negar la razón de ser de la epístola de Pablo a los cristianos en Galacia... y la de Hebreos. ¿Las has leído y estudiado con gran cuidado y temor de Dios? Si no, estás aún a tiempo para hacerlo... y para rectificar según Dios te ilumine tu alma y entendimiento.


" ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado
por el Espíritu, ahora váis a terminar
por la carne?".  Gálatas 3:3

  Estudie con gran seriedad la epístola de Gálatas.  Medite en el capítulo 3:3 que dice: "¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora váis a terminar por la carne?" ['carne' se refiere al intento de agradar a Dios mediante la obediencia de cualesquiera de los requerimientos del ya caducado pacto antiguo, las diez palabras o mandamientos, la circuncisión, observación de días –lo que incluye el sábado, y otros].


Caducado [caducar]: 2. "Perder su fuerza una ley, testamento, contrato, etc.  3. Extinguirse un derecho, una facultad, una instancia o recurso.  4. Arruinarse o acabarse alguna cosa por antigua o gastada. [Real Academia Española, Ed. 1992, 2002]

Desvanecer : 3. "Deshacer, anular" [RAE, et.al.]  Nos dice Hebreos 8:13... " Diciendo, nuevo pacto, dio por viejo al primero; y lo que es dado por viejo y se envejece, cerca está de desvanecerse ."  volver arriba

  Hebreos 8:8-12 es una cita de Jeremías 31:31-34, palabra profética dada en el 600 A.C.+/- que anticipaba la llegada del nuevo pacto que Dios prometió a su pueblo. Y, por inspiración divina, el autor de Hebreos, Pablo, señala que, en el momento de prometerse ese 'nuevo pacto' unos 600+ años antes de Cristo, dicha promesa daba por sentado –desde ese momento– lo viejo del
existente o primer pacto [Sinaí] y que llegaría el momento en que se desvanecería el instante en que Cristo estableciera, con su propia sangre derramada en la cruz, el nuevo pacto prometido.

  Es decir, ese proceso de envejecerse duró 600+ años hasta el día en que
desvaneció o caducó cuando Cristo murió en la cruz y declaró en alta voz: "Consumado es", palabras que gritaron a los cuatro vientos del planeta tierra que Él, el Mesías prometido, había satisfecho a cabalidad y cumplido todos los requerimientos del viejo pacto y su ley acompañante. Insistir en mantener vivo lo que ya Cristo cumplió y dio por completado y terminado no es otra cosa que negar que Cristo lo consumó todo. Eso es negar que desvaneció ese viejo, antiguo pacto. Será por no entender... o por ignorar... pero, negar es negar.  Lo más triste del caso es que la negación es al testimonio bíblico.  Rechace ésto y, en efecto, rechaza el testimonio de la Palabra eterna de Dios. ­¡Ni más ni menos!                     [ volver arriba ]


 Quien así llega a conocer a Cristo es colocado, generalmente, bajo la autoridad de una 'Confesión de Fe' como si ésta fuese la palabra final en lo que a su fe y obediencia a Dios se refiere. Y más trágico aún es que a esta postura generalmente le sigue la subyugación de los nuevos convertidos a una falaz autoridad espiritual, 'casi divina' de escritores y teólogos del pasado cuyos escritos tan a menudo fomentan dicha sumisión a una u otra 'Confesion de fe' y a cientos de escritos humanos.

  A veces dan más atención y prominencia en sus prédicas a las fuentes históricas, a saber, nombres de autores y sus escritos, que a la única fuente de verdad, la Biblia.  Otros, sin disimulo alguno, predican sus 'Confesiones de fe' en vez de predicar la Palabra de Dios. ¿Verdad que es así? ­¡Algunos de ustedes lo han visto con sus propios ojos! Y lo que es más trágico, algunos de ustedes lo han hecho así,  ¿verdad que sí?  Mas, gracias a Dios que aún existe el perdón de Dios para quien confiese su desvarío, sea por ignorancia o a sabiendas.

  Al llegar la hora del estudio, el pastor o predicador les indica a los oyentes: "Abramos ahora nuestra copia de la Confesión de fe 'X', en el capítulo 'x'". O tal vez lo indicado es que los que trajeron sus copias del libro 'Y' por el autor 'Z' abran sus libros en la página tal. Ahí comenzará el estudio y, durante la experiencia instructiva, los oyentes serán fundamentados en las ricas y preciosas palabras del autor de ese libro. Pudiera ser que se lean textos bíblicos aplicables según los ofrece el autor del libro, mas, es innegable que dichas referencias son y serán en el contexto de corroborar lo que escribió ese autor humano no inspirado. Es una realidad a la cual no se le puede 'darle la vuelta'.

 ­¡Q pérdida de tiempo! ­¡Cuán aberrrado, en lo espiritual, es tal proceder! ¿Para qué se congrega la iglesia de Cristo: para saber más de lo que otros creyentes escribieron, o para aprender a los pies de Cristo lo que el Espíritu Santo nos enseña de Sus santas enseñanzas? Para muchos, el estudiar a otros humanos tan pecaminosos y mortales como los congregados es algo muy especial.  Les infla su ego... les levanta su estimación personal de lo mucho que conocen de la literatura del pasado.  Es cierto que no todos los que así hacen tendrán ese mismo sentir. Pero, con todo y eso, la puerta al ego inflado está abierta ante los tales.

  Pero, para los que de veras aman a Cristo en tales iglesias, les  llegar  el momento de crisis en que se preguntarán: "¿Y cómo ésto nos será de ayuda a nuestras almas, si sólo se trata de los testimonios de otros como yo, pecadores salvados por gracia?" "Mi alma tiene sed de ti, oh Dios"... aliméntame, será  el grito de algunos corazones. A veces sólo hallarán esa saciedad de su sed espiritual si buscan pastos verdes en otro pastizal donde la Palabra es preciada como el único manjar espiritual dado por Dios para sus ovejas.

  Por favor, no me malentienda en ésto. Siglos de historia de la iglesia de Cristo nos han legado muchos escritos edificantes de parte de pastores y otros maestros de la Palabra.  Conozco a la mayoria, aunque no todos, a través de muy buenos libros sobre muchos temas bíblicos: algunos comentarios bíblicos y otros de variados temas prácticos para la familia y el hogar, la iglesia local y los cristianos como individuos.  He leído muchos de  tales escritos y mi alma ha sido bendecida a través del instrumento humano que me habló de la Palabra eterna. No tengo porqué negarlo.

  Pero, otra cosa es que la congregación de los santos se use como el lugar para, como iglesia reunida, estudiar lo escrito por un respetado siervo de Dios de tiempos pasados en uno de sus libros. Con todo el debido respeto por aquellos que difieren de este siervo de Dios en este particular, insisto en que las ovejas han de acudir a la reunión de su iglesia local para ser instruídos sólo en la Palabra eterna de Dios. La iglesia reunida es el lugar para adorar a Dios en Espíritu y verdad, y para recibir el alimento de Su Palabra. Y si algún lector piensa que estoy equivocado, sólo puedo rogarle que medite seriamente en la verdad bíblica que aquí defiendo. Examine por su propia cuenta para conocer cuál es la Verdad de Dios en este asunto tan medular en la iglesia visible de Cristo.

  He estado de visita en algunas iglesias –que se rigen por la 1689– en que la fuente principal del tiempo dedicado al estudio bíblico es un libro de algún respetado y estimado autor.  Bueno será el libro, sin duda, pero...¡NO ES LA PALABRA DE DIOS! En mi biblioteca pastoral personal tengo un amplio surtido de libros teológicos, comentarios bíblicos, etc., mas, al predicar, sólo comunico lo escrito en la Biblioteca divina de 66 libros que lleva por nombre la Santa Biblia. Toda cita es de esa Palabra, todo ejemplo es de esa Palabra. No es cuestión de orgullo personal; es asunto de mi  responsabilidad tan grande a mi Señor y Dios, Jesucristo.  Mejor sería callar que abrir mi boca para alimentar a las ovejas de Cristo del contenido de libros de origen humano. ­¡Pensar que en un día futuro alguna iglesia use algún libro que he escrito como el texto de estudios bíblicos! ­¡Horror de horrores! ­qué afrenta contra Cristo, el Autor de la Palabra inspirada de Dios!


Toda cita es de esa Palabra,
todo ejemplo es de esa Palabra.

  Como ejemplo, mencionaré varios nombres de predicadores, siervos de Dios del pasado, que escribieron muchos libros buenos. ¿Qué le parece si nombro al hno. pastor Carlos Spurgeon o a Arturo W. Pink?  Sus escritos son buenos... son bíblicos, pues, en su día, Dios los usó.  Pues bien, para este ejemplo tomemos uno de los libros del hno. Pink... 'Elías'. O tal vez, 'La Soberanía de Dios'. Los dos son excelentes escritos del hno. Pink..

  Ya tenemos el autor y el libro.  Ahora, procedamos a la reunión de la iglesia local, sea cual sea el día de su reunión.  Nos hemos  propuesto tomar ese libro una vez por semana para estudiarlo. Nos entregaremos durante esa hora a leer un poquito, escuchar al hno. pastor o maestro designado ofrecer sus explicaciones y hasta pedir el insumo de los hermanos allí congregados.

  Las verdades que estaremos considerando en cada reunión de la iglesia surgirán del texto del libro y también leeremos los textos bíblicos mencionados, o al menos sugeridos. Pero, el texto 'guía' principal será dicho libro por el hno. Pink.  Por tanto, a través de los meses, iremos estudiando ese libro hasta terminarlo. ­¡Qué bendición! Todos se gozan. Y sin duda que muchos serán bendecidos por los temas espirituales que fueron surgiendo durante nuestro estudio. Hasta aquí... ¿todo bien... o no?

  Existe un gran problema... un gravísimo error en todo esto. Y es que la atención del maestro y los congregados durante todos estos meses ha estado enfocada en lo que escribió un hombre cristiano, buen siervo de Dios, mas, un hombre no inspirado. ­¡Ya! No dudo que de ser posible [y sé que no lo es...] esos autores, siervos de Dios del pasado, se revolcarían en sus tumbas si supieran que hay iglesias, hoy día, usando sus libros como fuente de enseñanza espiritual en la  congregación de los santos.  Ellos escribieron para la edificación del individuo, basándose en la Escritura que ellos predicaban en la reunión de los santos... no para que sus libros tomaran –en días futuros– el lugar de la Palabra en el púlpito de la iglesia de Cristo.


Se revolcarían en sus tumbas si pudieran
saber que hay iglesias, hoy día, usando sus
libros como fuente de enseñanza espiritual
en la  congregación de los santos.

  Ya he mencionado que tengo una biblioteca pastoral no tan pequeña.   Supongamos que, de los miles de libros que están en tablilleros en tres de las paredes de mi oficina, yo decidiera: "aquí tengo al menos unos 20 libros que son joyas espirituales. Me propongo, pues, con la ayuda de Dios, enseñar estos libros a la iglesia que pastoreo durante los próximos años. De los varios cultos semanales tomaré uno para realizar esta meta, ya que deseo que las ovejas de Cristo bajo mi cuidado conozcan las virtudes bíblicas de estos siervos de Dios así como sus libros".

  Se fijó que dije: 'Supongamos...', ¿No? ¡Hipotéticamente!  Dios me libre de tal aberración en el santo deber como pastor de las ovejas de Cristo.  No es asunto de sentir orgullo por decir que predico 'sólo la Palabra de Dios', como hace poco leí a un pastor escribir con referencia a esta forma de pensar que les comunico en estas páginas.  Es asunto de que me avergonzaría ante Dios caer en el error de pensar que las fuentes alimenticias para las ovejas que tengo a mi cargo sean otras aparte de la Palabra inspirada de Dios.  De haber algún pastor que predique sólo de la Biblia y que a la vez sienta orgullo personal por ello, en eso estaría pecando.  Eso en nada agradaría al Señor que nos llamó a llevar Su santa Palabra.

  Con sinceridad le diré que, en estos momentos, ni recuerdo todos los nombres de los autores de tantos libros que tengo. ¡Eso no es de valor alguno en comparasión con la Palabra eterna!  De esos libros, algunos son muy excelentes; otros son buenos o buenísimos, otros son regularcitos y otros tan pobres que sólo los tengo como referencia y evidencia de los disparates que muchos cometen en el nombre del Señor. Todo libro no inspirado palidece ante la suprema gloria y perfección de la Palabra inspirada de Dios. ¡Esa es ­PERFECTA! ­¡Toda gloria sea dada sólo a Dios!


Todo libro no inspirado palidece ante la
suprema gloria y perfección de la
Palabra inspirada de Dios.

  En resumidas cuentas, a lo que voy es ésto:  En ninguna iglesia de Cristo debe ocurrir que el texto de estudio sea uno que no fuere la santa Biblia inspirada de Dios. Que un pastor recomiende a las ovejas algún libro que le ha sido de bendición en su lectura personal... 'ese es otro cantar', como decimos aquí en Puerto Rico. Si dicha recomendación es atinada o no es otro asunto aparte.  Y, sobre todo, cualquier recomendación tal debería ser sólo para que esa oveja lea ese libro en 'su casa', y 'a la luz de la santa Biblia, la única Palabra eterna.

  Pero, que la congregación de los santos se dedique, aunque sea una vez por semana, o una vez por mes, al estudio de escritos de hombres es algo deplorable que debe ser rechazado de plano por las ovejas afectadas. Y es exactamente lo mismo si dedican el tiempo del mensaje, sermón o estudio a predicar una 'Confesión de fe'. Las razones motivantes pueden ser muchas [lo que incluye el machacar sobre los oyentes la ley que los rige para así domar y controlar a las ovejas que parecen estar despertando al gran peligro en que están], mas, no importa cuál sea la razón, es una vergonzosa forma de guiar a las ovejas de Cristo, quienes tanto necesitan de los verdes pastos de la Escritura inspirada de Dios.

  He conocido de iglesias en donde el pastor, al enterarse de que algún miembro no se siente cómodo bajo lo que percibe ser un control de las ovejas bajo un régimen legalista, inicia una nueva ronda de 'estudios' sobre la 'Confesión de fe' de ellos con el fin de cortar lo que ve como una 'rebelión a bordo'. Es decir, intentan imponer el control sobre las ovejas mediante el uso, una vez más, de documentos humanos que, para ellos, les confiere la autoridad y poder sobre la congregación.

  Y es que ahí la Palabra de Dios no es la única fuente de Verdad. Ese es el producto del mal que venimos señalando... ese mal o pecado en que se elevan a seres mortales como fuentes legítimas de instrucción espiritual, cuando Dios ha dado sólo UNA FUENTE, SU SANTA PALABRA.  No lo admitirán, pero, lo que en realidad están haciendo es menospreciar la suficiencia de la Palabra y su exclusiva autoridad divina, escogiendo en su lugar el sujetar a sus iglesias locales bajo los escritos de hombres, ya sea una o más Confesiones así como aquellos autores de libros que son de su particular vertiente de interpretación bíblica.

  Que la Palabra de Dios sea la única palabra predicada debe ser la meta y ocupación de cada iglesia verdadera de Cristo. Aquellos  pastores que aman a su Señor y Salvador entenderán que son "dechados de esa grey", por lo que les consumirá su pasión por llevar a esas ovejas solamente a la Palabra de Dios.  No darán lugar a que, al congregarse, se haga otra cosa que no sea la alabanza legítima a Dios y Su glorificación a través de la certera comunicación de la Palabra eterna... directamente de esa Palabra inspirada.  No permitirán que pastores de otras congregaciones actúen cual obispos sobre ellos, con una 'voz cantante' en lo que esa iglesia sujetada deberá enseñar o hacer para controlar a las ovejas. Ese es puro jerarquismo, y hiede ante las narices de Dios [Ezequiel 8:17].

 En los últimos años hemos visto tristemente la manera en que unos pastores extienden su influencia –y control que produce esa intromisión– sobre otras iglesias con el fin de llevarlos por sus muy personales vertientes doctrinales, y ésto no sólo dentro de sus comunidades sino cruzando las fronteras de otros países.  En su día darán cuenta al Dueño de las ovejas, quien también es el Autor de la Palabra que los tales fueron sustituyendo con sus predilectos autores, teólogos y confesiones. Será un día de mucho llanto.  El Juez justo pedirá cuenta a cada cual por lo que hicimos con las ovejas que Él compró con su sangre.

  Pastores llamados por Dios que ministran a las ovejas de Cristo vendrán ante la congregación como si hubieran acabado de estar reunidos con Dios mismo. No vendrán como quien acaba de sostener una larga entrevista con A.W. Pink, Spurgeon, Juan Owen, Juan Bunyan, la 'Confesión de fe' del 1644 o la del 1689, etc., etc., ad infinitum, ad nauseumSe sabrá por el brillo y fulgor [no físico, sino espiritual]  en su semblante que vienen directo de haber estado ante el trono de Dios. Oramos a Dios por hombres así en nuestros tiempos... hombres llamados por Dios que estén sujetos sólo al Señor y su divina Palabra. Hoy día abundan los que aseguran 'creer en la gracia'; sin embargo, enseñándola dentro de un contexto de plena sujeción a fuentes humanas, falibres y pecaminosas en vez de la única fuente de gracia divina que está fundamentada sobre la sangre de Cristo del Nuevo Pacto..


Pastores así vendrán ante la congregación
como si hubieran acabado de estar
reunidos con Dios mismo.

 ­¡Es que sólo Ella es Palabra de Vida! Cuán trágico que no todo predicador del evangelio lo crea o practique así.  ¿De qué me vale... y qué provecho traerá a mis oyentes si, a través de un mensaje, yo cito vez tras vez a fuentes que no son la Palabra, cada vez diciendo algo así: 'Según ese gran teólogo, fulano de tal'... o, 'Nos dice el puritano tal esta preciosa verdad'?  Repito... no negamos que en nuestro estudio personal hayamos podido ser edificados espiritualmente en la Palabra por algo que leímos en un libro no inspirado. Ocurre, y debe ocurrir.  Pero, ¡hacer de esas fuentes parte del alimento espiritual para las ovejas... ­que no se nombre ni ocurra entre nosotros! ¡Sin embargo, ocurre; ­y mucho!

  Ahora, le pregunto: ¿Mi edificación... lo que aprendí en mi tiempo de estudio privado... vino de ese autor o de la Palabra inspirada a la cual él me llevó? Y si fue de la Palabra, entonces pregunto: ¿qué valor o poder espiritual imprimirá al mensaje el que yo esté nombrando a estos siervos del pasado que Dios haya podido usar para mi bien espiritual personal?

  El bien que recibí, ¿Fue de ellos o fue del único y verdadero Dios soberano de Quien ellos me hablaron en sus páginas escritas? Entiendo lo que sería alguna mención breve, a modo de un sincero testimonio, de algún siervo de Dios del pasado. Pero, no es a eso a lo que nos referimos, sino a la acostumbrada cita de los escritos o de los mensajes grabados como si ese contenido fuera la fuente espiritual de dónde habrá de venir el bien a las almas que escuchan.

  Imagínese que, luego de yo –como pastor– haberle enseñado a las ovejas bajo mi cuidado unas sencillas y claras doctrinas de la Palabra que hablan de la necesidad de la evangelización, que me entere, luego, de que uno de los miembros salió de la iglesia con tanto fervor evangelizador que, a la primera persona que vio en la calle, le comenzó a hablar de Cristo. Hasta ahí... bien. Pero, se me informa también que ese miembro hacía ahinco en el evangelio que le hablaba a ese pecador, en varias ocasiones afirmando que lo que decía era la verdad porque su pastor así se lo había enseñado en la iglesia.

  Sirva ese sencillo ejemplo para ayudarle a ver que, cuando las fuentes humanas, extra-bíblicas se traen a la predicación con todo el peso y autoridad como si fueran bíblicas, se ha hecho lo mismo que ese sencillo hermano quien, en su afán por evangelizar, creyó equivocadamente que citar a su pastor era una metodología de lo más correcta, siendo realmente, todo lo contrario. Lo correcto hubiera sido que ese creyente, miembro de esa iglesia, le hable la verdad del evangelio de Cristo a otros haciendo referencia sólo a la Escritura que aprendió a través del ministerio de su pastor. Sería nada más que la Biblia lo que comunicaría... no el hecho de que su pastor lo predicó. Es necesario que ambos –el o los miembros, así como el pastor– estén citando, todos, de la Palabra inspirada, y solamente de Ella

  Para que no quede duda alguna en su Espíritu sobre lo que estoy diciendo, le daré otro sencillo ejemplo...


¿Qué valor o poder espiritual
imprimirá al mensaje el que yo esté
nombrando a estos siervos del pasado?

  Supongamos que estoy por predicar una serie de mensajes sobre el Salmo 119.  En ese proceso de preparación espiritual, mi lectura básica y principal será la misma Palabra... vez tras vez, hasta sentir que mi alma es poseída, literalmente, por el contenido completo de dicho Salmo.  Ahora bien, en mi biblioteca tengo unos cuantos comentarios y libros de estudio sobre los Salmos, incluso uno muy excelente sobre un Salmo específico, el 119.  Así que, aprovecho para también leer, aunque sea por encimita, lo que esos siervos de Dios escribieron en sus libros sobre el tema. Puede ser que lea algunas cosas con las que discrepo, en cuyo caso le dejo un breve comentario al margen de la página [­para eso son los márgenes!, ¿no?].

  En otros casos, es probable que lo leído me edificó de forma genuina. El asunto es que, cuando llegue el momento de dar inicio a la serie de mensajes, pudiera ser que, en la introducción a los mensajes, tal vez dé fe, honestamente, de que mi alma ha sido bendecida durante el tiempo de estudio y preparación.  Al afirmar que la Palabra de Dios ha sido, es y será mi única fuente de inspiración sobre el tema, podría también señalar que he sido bendecido por varios mensajes impresos ofrecidos por el hno. pastor C. Spurgeon en la iglesia que pastoreó en Londrés a finales del siglo pasado. Lo mismo podría decir de otros siervo cuyos mensajes o escritos me hayan sido de verdadera bendición y ayuda espiritual.

  Ahora bien, en el caso de que haya hecho tal señalamiento como he ilustrado arriba, hasta ahí llegó. ­¡Punto! Lo que leí de tal y cual siervo de Dios fue para mí espíritu.  Fue como si me transportara al momento en que predicó 'en vida' ese mensaje.  Pero, ahora soy yo el vaso de barro llamado para hablarle a las ovejas frente a mí; y será sólo la Palabra de Dios. ¡Punto!

  Jamás me escucharán decir, ni debería ningún predicador de Dios decir algo así: "Mis hermanos, sobre esta preciosa verdad, el hno. tal o cual de tal tiempo y lugar ha escrito lo siguiente sobre este punto..." Jamás deberán escuchar palabras así "Sobre este tema que hoy estamos considerando, creo que nadie se ha expresado tan bien y con tanto poder como ese siervo de Dios y poderoso teólogo, el Dr. tal y tal."


Ahora soy yo el vaso de barro llamado
para hablarles a las ovejas frente a mí
sólo la Palabra de Dios.

  El púlpito es para que el pastor local o visitante alimente a las ovejas que le escuchan sólo con la Palabra de Dios y no con lo que otros enseñaron a sus ovejas o tal vez sólo escribieron en un libro de teología.  Ahora bien, estoy seguro de que tiene que haber predicadores y pastores cristianos cuyas referencias a otros siervos se limiten a un breve testimonio personal al inicio de un mensaje, según ilustré arriba.  Mas, la realidad es que, hasta el día de hoy, rara vez he escuchado tal uso breve de nombres de otros predicadores en esa manera.  Por lo general, el uso común es tomar lo predicado o escrito por otros para alimentarlo a las ovejas como si fuera 'la comida de hoy', calificación que sólo le pertenece a la eterna Palabra de Dios.

  En ésto nos dan a entender que de veras creen que su prédica tendrá más 'impacto espiritual' en los oyentes si el contenido de la misma se nutre en gran medida de 'pastores y maestros venerables', sabiendo nosotros, a través de la Palabra, que el genuino impacto al corazón sólo puede venir de las Escrituras, y sólo a través de la obra del Espíritu.  Y si no fuere el caso uno de sincero convencimiento de que tantas citas de predicadores del pasado serán para el bien espiritual de los oyentes, tendríamos que preguntarnos, pues, "¿Y cuál es su meta y propósito? ¿Dar la impresión de lo mucho que leen... de los muchos libros que poseen, etc., ad infinitum?" ¿Qué es lo que los motiva? Y, si su sincero motivo es exclusivamente alimentar a las almas que les escuchan,  es obligada la pregunta: ¿Y dónde, cuándo y cómo fue que perdieron la visión bíblica de que las palabras de Cristo a Pedro –"alimenta a mis ovejas"– es con referencia a la Palabra de Cristo, y solamente Esa?

  Quiera Dios que nadie peque de esa manera. Mas, la pregunta se queda en nuestra mente: ¿Por qué? ¿Cómo es que no han comprendido su grave error?... error que los ciega a la terrible realidad de que, sustituir en el lugar de la Palabra divina aquello que procede de hombres no inspirados es un acto condenable ante Dios a quien profesan servir?

 ­¡Y en ésto no existe otra opción! ­¡Ninguna! Te reto, pues,  mi hermano, tú que aseguras ser llamado de Dios a llevar el evangelio de Cristo: lleva sólo la Biblia contigo... no lleves ni instruyas a tus oyentes en las Confesiones o en otros escritos o mensajes de humanos. Que sea Dios el que impresione a los corazones por la obra del Espíritu Santo. Que seamos no más que portadores de la Verdad eterna y no de las grabaciones y escritos de siervos de Dios del pasado .  ¿Te atreves llevar la Palabra sola, y nada más? ¿O no es adecuada o suficiente para ti?


Lleva sólo la Biblia contigo... no lleves ni
instruyas a tus oyentes en las Confesiones
o en otros escritos o mensajes de humanos.

  Pon ante los ojos y oídos de tus oyentes a Cristo en lugar de esos hombres que te fascinan y asombran.  Recuerda que no existe 'autoridad eclesiástica legítima' fuera del Espíritu de Dios. Además. recuerda que no hay fundamento verdadero que no sea lo escrito en los 66 libros inspirados. El único instrumento humano que ha de intervenir entre esa Palabra de Dios y el oyente eres tú, mi hermano pastor, evangelista o laico, y sólo como un vaso de barro, ineficaz que somos todos, comenzando conmigo.

  A modo de ejemplo personal, hace algunos años me ocurrió algo muy revelador mientras predicaba la Palabra de Dios fuera de mi país. Iba en un vehículo en compañía de varios hermanos en Cristo, pastores en sus respectivas iglesias. Uno de ellos, a quien ya yo conocía como un pastor cuyas creencias se ajustan a una 'Confesión de fe' muy particular, la del 1689, de momento me preguntó: "Hno. David... ¿qué autores y libros está Ud. usando en sus prédicas sobre el libro de los Salmos?" Dios es mi testigo de que esa fue su pregunta a este vaso de barro.

  Sin ánimo alguno que no fuera un Espíritu humilde de amor cristiano, le respondí: "Realmente, mi hno., aunque tengo en mi biblioteca muchos comentarios muy buenos sobre el libro de los Salmos, nunca inciden los mismos en mis predicaciones, salvo la lectura que yo haya podido efectuar en mis momentos de estudio personal. No los cito, así sea el autor o su libro... y la razón por ello es sencilla: sólo quiero comunicar lo que el Espíritu de Dios escribió; es ésa la única fuente que puede obrar en las manos de Dios para hablar a las almas". Le indiqué que evitaba referir a los oyentes a libros y autores ya que, así, les daría la falsa esperanza de que lo que escribieron o aún escriben tiene 'autoridad espiritual' hoy día... que es alimento espiritual para sus almas a la par con la Palabra inspirada. ­ Dios nos libre de tal ofensa contra él."


Sólo quiero comunicar lo que
el Espíritu de Dios escribió.

  El silencio que siguió a mi respuesta y comentarios a él fue de esperarse. El tema de conversación fue cambiado rápidamente por ese amado hermano en Cristo. Mi respuesta había tocado muy de cerca a su experiencia personal y la de muchísimos más.  Respondí sin ofender... fui manso, mas, sé que toqué un punto sensitivo que, para los que así practican, es causa de ofensa, cuanto menos, de incomodo.

  Es como si predicar sólo la eterna Palabra de Dios es inferior a contar con el insumo constante de lo que otros escribieron. ­¡Para mí, algo casi increíble... aunque, lamentablemente, cierto! Tal estilo responde a la vanidad del humano y no a un sincero deseo de comunicar todo el consejo de Dios.  Abunda en algunos grupos de iglesias más que en otros y, en especial, en aquellas donde abiertamente hacen alarde de su admiración y sujeción a una Confesión de fe en particular.

  Mas, la verdad del caso es que, a pesar de poseer esa amplia y excelente biblioteca teológica ya aludida antes, mi predicación no ha de conducir los 'ojos de las almas que me escuchan' a otro lugar que no sea esa inspirada Biblioteca divina de 66 libros que Dios nos ha dado, a saber, su santa Palabra, la Biblia. Y si eso no es bienvenido en una iglesia llamada 'de Cristo', pues, el Señor me llevará a otra donde habrá almas esperando oir nada más que la Palabra eterna, tal como aquellas almas en la casa de Cornelio que esperaban, hambrientas, oir Palabra de Dios de su emisario que estaba ya en ruta hacia ellos: el apóstol Pedro.

  Evito, a como dé lugar, el levantar en alto a los tales 'hombres venerables'.  Es nuestra opinión que tal práctica denigra la auténtica autoridad única de las Escrituras.  Es alimentar a las ovejas con 'migajas viejas' que, en su tiempo, seguramente fueron panes sabrosos y alimenticios. Y ésto no es otra cosa que la sustitución de lo espiritual con lo humano.  Y lo triste del caso es que muchos de los que así hacen, creen –aun con genuina sinceridad– que sólo están comunicando la Palabra de Dios. 


Es alimentar a las ovejas con
"migajas viejas" que, en su tiempo, seguramente
fueron panes sabrosos y alimenticios.

  En la sinceridad de muchos de esos pastores no dudo en creer; mas, su sinceridad no cambiará su errado proceder. No pueden comprender que la Palabra que están comunicando la están 'filtrando', primero, a través del cedazo de siervos de Dios del pasado y 'Confesiones de fe' de origen humano... y a veces 'Confesiones' que mantienen vivo lo que Cristo mató con su muerte en la cruz, a saber, el antiguo pacto, las diez palabras, las tablas de piedra dadas en el SINAÍ... ­NO EN  EL EDÉN!

  Es un patrón, un estilo en que cayeron cuando dejaron de someterse a las Escrituras como la única regla autoritativa sobre sus conciencias y almas.  Estos novedosos conceptos llegaron a fascinarlos, cayendo en la trampa con suma facilidad.  Es una tragedia; es una práctica que lleva a muchos pastores y líderes espirituales así convencidos a regir las conciencias de las ovejas bajo su cuidado con mano dura, sujetándolas a sí mismos o a quienes ellos, a su vez, están sujetados o, cuanto menos, a sus dictámenes que, usualmente, suelen ser meras implementaciones de normas tradicionales y humanas que ellos han elevado para sí mismos al nivel de 'autoridad divina, bíblica'

  Creemos, además, que en ésto incide, aunque sea en algo, ese mal descrito en Gálatas 3:1 – " ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad...? "  ¡­El brillo de hombres ilustres llena y fascina a los inmaduros espirituales, opacando así el fulgor transparente de la luz de Cristo y su gloriosa verdad!  Los unos ven a sus 'colegas' envanecidos, citando a diestra y siniestra a los admirados escritores del pasado, y no pueden quedarse atrás. "¡­Si él lo hace, pues, yo también!  Tal vez algún día me imitarán a mí... y seré un gran lider eclesiástico legítimo." ­¡Quiera Dios librarnos de tal vanidad y sacar de la misma a los ya atrapados!

  A veces he observado que algunos se asemejan más a politicos que a siervos de Dios en su afán por congraciarse con aquello que consideran ser 'lo popular, lo aceptable, lo conveniente'. Creen que es necesario seguir el ejemplo de otros que, a su vez,  también imitan a otros. Es lo que la Biblia describe cuando nos habla de los ciegos que son guiados por otro ciego: ambos caen en el hoyo... en la condenación ante Dios.


"¿Quién os fascinó para no obedecer
a la verdad...?" 
 Gálatas 3:1

 Tal fascinación lleva a muchos, me temo, a tropezar en la oscuridad de su propia vanidad y orgullo. Recuerdo un triste caso que escuché con mis oídos y vi con mis propios ojos cuando un joven pastor, muy animado, declaró a los presentes en una conferencia a la cual asistí como oyente, que, 'cual vaquero del oeste de los EE.UU., venía armado con sus dos pistolas' [entiéndase las armas de su predicación], a saber: dos específicos pastores y escritores a quienes nombró con obvia satisfacción y orgullo.

 ­ Cuánta pena me dio escuchar tal vanidad! Sentí vergüenza ajena.  Era claro que él anunciaba a los presentes que su predicación se nutriría de las predicaciones y escritos de sus dos armas, sus dos 'pistolas', ya que –y esto lo digo como observador honesto además de con muchísimo respeto– se evidenció que no usaría como su única arma la Espada del EspírituY así fue­Esa Espada apenas se utilizó!

 ­¡Cuán trágico! La iglesia anfitriona le pagó el pasaje aéreo, le dio alojamiento y ofrenda de amor para que, a fin de cuentas, las ovejas recibieran alimento viejo de otros siervos de Dios actuales y del pasado. Le hubiera salido más económico a la iglesia anfitriona imprimir copias de lo que se leería [¡Sí... ese predicador leyó los mensajes impresos de esas dos pistolas!]  y repartirlas a los oyentes.  Recibirían lo mismo, ni más ni menos.  No comprenden que con tal actitud y proceder se autoproclaman no más que incompetentes para comunicar la Palabra de Dios... son meros ecos, 'estaciones repetidoras' de lo que otros predicaron o escribieron. ¡Cuán trágica realidad carcome las iglesias visibles! ­¡Cuán trágico que se trate, en gran medida, de iglesias que se glorían de que predican la doctrina de la gracia! ­¡Si fueran 'repetidoras de la Palabra, otra cosa fuera!


Incompetentes para comunicar la Palabra de
 Dios... son meros ecos, 'estaciones repetidoras'
de lo que otros predicaron o escribieron.

 Fui testigo de lo mucho que leyó, palabra por palabra, de esas dos 'pistolas'. Apenas hubo, si alguna, exposición y aplicación bíblica, y era precisamente eso lo que necesitaban las almas de los pastores y demás familiares presentes ese día.  No dudo de la sinceridad de su motivación, mas, allí no se sembró semilla eterna de la Palabra, ­sólo balas viejas de unos pobres y viejos vaqueros no inspirados! ­Muy diferente a la Espada del Espíritu de Dios!

 ­¡Buenas balas, tal vez, cuando disparadas de sus pistolas originales!  Pero, ahora se habían convertido, por la acción de otros,  en municiones viejas... 'semilla vieja' que no produce fruto y, ésa Dios no la honra ni bendice en tal tipo de situación. Otra cosa sería leer el texto de un mensaje en la privacidad del hogar. Sin embargo, un púlpito que se identifica como tarima para un mensajero que viene con 'Palabra de Dios' deja de serlo cuando de allí no resuena esa Palabra eterna al 100%.

  Por lo que observé, es probable que la satisfacción de la iglesia anfitriona se basara más en que trajeron a 'un fulano de tal  muy estimado por ellos' que en el mensaje traído, el cual fue, más que nada, alimentos viejos de otros predicadores admirados. Suena fuerte, pero es una trágica situación que allí observé y que se repite a menudo en tantos lugares. ­¡Qué triste situación cuando iglesias que se identifican como fuentes de la doctrina de la gracia de Dios pueden sentir más emoción, satisfacción y alegría ante la presencia de predicadores con 'pistolas viejas' que si se tratara de una sencilla reunión para estudiar, juntos, y de manera expositva, la Santa Palabra de Dios con nada agregado!

  Y ese joven pastor ni se inmutó al declarar tan abiertamente que su mensaje sería, básicamente, lo que sus admirados y amados predicadores habían predicado en el pasado. ­¡Triste comentario sobre  lo que llenaba los ojos y fascinaba a ese predicador! Ni se avergonzó de admitir en público que sus fuentes serían hombres admirados por él en lugar de la Biblia. Al menos fue honesto al informar a los oyentes cuáles serían sus fuentes. De hecho, se evidenció cierto orgullo cuando dijo: "Voy a predicarles lo que mis 'superiores' ya han predicado," al menos así fue que se percibió desde mi lugar en la sala de reunión. Y digo más: "Quienes no disciernen la hipocresía y el orgullo carnal que en tales situaciones se exhibe padecen del mismo pecado y darán cuenta a Dios por ello".

 Todo este tipo de situación es el producto de religión evangélica que descansa más en documentos humanos que en la Palabra inspirada .  Se les olvidó que la fuerza salvadora viene sólo del Espíritu de Dios, no de nuestros esfuerzos por impresionar con lo que otros predicaron, escribieron o creyeron.  Seguidores se producirán; y a veces en grandes números, mas, plantas espirituales sólo se verán cuando se siembre la simiente de la Palabra y Dios la bendiga con Su rocío celestial.


Se les olvidó que la fuerza salvadora viene
sólo del Espíritu de Dios, no de nuestros esfuerzos
de impresionar con lo que otros predicaron,
escribieron o creyeron.

  Quisiera agregar aquí una breve nota 'al calce' sobre este muy definido esfuerzo por impresionar al oyente con la supuesta sabiduría y brillo de esos antiguos autores no inspirados. Pienso que no se han dado cuenta de que, con tal proceder, realmente comunican a las ovejas que los escuchan la noción de que, quien en ese momento ocupa el púlpito, realmente no se considera ser un ministro capacitado por Dios. ¡Y así no es el ejemplo bíblico... ­garantizado!

  Un genuino siervo de Dios será mensajero de la Palabra dentro del marco de su propia personalidad.  A fin de cuenta, no será su  talento de oratoria [o la falta de ella], etc., lo que obrará en los corazones, ya que Dios solo es quien obra por medio de su Santo Espíritu. El predicador no es más que un instrumento cuya única labor ha de ser la comunicación al oyente de la Palabra inspirada.

  Jamás olvidaré el efecto que tuvo la súper-humilde predicación de un pobrecito [en lo material] siervo de Dios a quien conocí en Higüey, República Dominicana, all  para la década de los '60. Nos conocimos; Dios me usó para llevarle la Palabra de la gracia de Dios. A los pocos años su alma abrazó estas verdades gloriosas de la Escritura. Yo lo visitaba a menudo, y él llegó a ministrarnos la Palabra aquí en Puerto Rico en varias ocasiones.

  No tenía escuela... era zapatero de oficio... de los muy rudimentarios. Pero, Cristo era su gloria, su gozo, su esperanza. Y hasta el día de hoy hay hermanos aquí en PR que recuerdan su humildad y sencillez al traer la palabra, obviamente no letrado en la escuela, pero poderoso al ser usado por Dios para llegar a las almas. Una de esas personas es mi único hijo varón. Cuando lo recuerda, siempre es con mucha emoción.

  No citaba a autores, libros, Confesiones, mensajes de otros. Nada de eso conocía. No se había contaminado de esa manera. Mas, según él crecía en el conocimiento de la Palabra de Dios, todo lo que aprendía lo anunciaba a sus oyentes, y con gran fervor a pesar de su limitado uso y dominio de su lengua castellana. Pero –y lo digo con mucho respeto– estos predicadores que se envanecen y llenan sus mensajes con material de otros predicadores a los que ellos admiran no le llegan ni a los zapatos de mi querido hno., ya con Cristo, Silito Cáceres.

  Nunca conocí un hombre de tanta oración. A veces yo me impresionaba de que él se mantuviera parado o arrodillado, en una esquina de humilde choza, en oración ante el Señor. Lo digo porque a cualquier hora de la noche que me levantaba para ir al sanitario, allí estaba él, parado en la esquina de la sala de su casita, cabizbajo, orando. ­¡Qué más diré! Esa es la clase de siervo de Dios que necesitamos hoy. Oro que Dios nos conceda tal avivamiento antes de que sea muy tarde. ­Al zafacón con todo lo que eleva la erudición teológica de los hombres hasta que sólo tengamos hombres que proclamen SOLO Escritura!

  Recuerdo cómo –hace muchísimos años, aquí en Puerto Rico– un pastor a quien yo conocía me insistió un día en que ciertas porciones de la epístola de Pablo, Efesios, no se podían enseñar a cristianos muy jóvenes e inmaduros. En específico se refería al cap. 1 y 2. Para ese tiempo ya él llevaba más de diez años como pastor del mismo rebaño de ovejas. No podía comprender que el responsable principal por el crecimiento de las ovejas de Cristo, a través de la alimentación espiritual que procede de la Palabra, es el pastor -él- por lo que, admitir que "no había ovejas maduras como para recibir o tolerar esa Palabra de Dios en Efesios", ¡luego de 10 años!, era una tácita admisión de su fracaso personal como pastor aunque así no lo comprendiera.


No podía comprender que el responsable
principal por el crecimiento de las ovejas de Cristo,
a través de la alimentación espiritual que
procede de la Palabra, es el pastor.


  La realidad es que, 'no hay porción bíblica que no está al alcance del creyente más sencillo', ya que es el Espíritu Santo quien enseña al corazón.  Las verdades más profundas las escribieron los apóstoles a los cristianos de su día, en su mayoría recién convertidos.

  Por eso es que darle tanta prominencia a autores, pastores y teólogos del pasado, sus libros y Confesiones, etc., como parte de su predicación en la iglesia, no es sino un clarísimo indicador de que tal predicador no se ve a sí mismo como un vaso útil en las manos de Dios, capacitado como ministro del nuevo pacto. Su fascinación con otros siervos de Dios le ha incapacitado para medir sus propias acciones con la vara espiritual de la Biblia por lo que, siendo mero "eco" y "repetidor" de lo que otros dijeron o escribieron, cree haber escalado las alturas de lo que él entiende, erradamente, es el 'ser un gran predicador'.

 ­ ¡Tal vez este hecho incide en la triste realidad de que tantos que así predican no reciben el nuevo pacto de Cristo por lo que es! Cuando veo un 'expositor de las Escrituras', por lo general veo a un siervo de Dios que entiende y ama la realidad del nuevo pacto. No siempre, lo sé; pero casi siempre. ¿Ser  porque se nutre de la Palabra, y el Espíritu le enseña? Admito que hubo ministros de Dios que en su teología seguían esencialmente la teología del pacto, siendo algunos de ellos muy respetados por haber sido muy serios expositores de las Escrituras. Hay excepciones, siempre, mas, no fueron muchos, y hoy son hasta menos.

  Y no me sorprende saber que, en algunos casos, se les ha citado alguna declaración que pareciera sustentar la tesis del 'eterno pacto de Dios' que promueve la gran mayoría de los 'reformados', cuando la verdad es que escribieron y predicaron de manera muy clara y específica sobre el 'nuevo pacto' obrado por Cristo en Su sangre. Y eso no es otra cosa que citar lo que conviene en el momento oportuno, no entendiendo que dicho expositor de las Escrituras en realidad creía y enseñaba todo lo contrario.

  Un sencillo ejemplo de tal tipo de contradicción, sea a sabiendas o por ignorancia, es el caso de la predicación del muy conocido pastor londinence, Carlos Spurgeon. Él escribió y predicó con gran ahinco el evangelio de Cristo, llamando al arrepentimiento a todo pecador. Escribió, entre muchísimos libros, uno muy sencillo que se intitula 'El Ganador de Almas'. Dicho escrito ha sido utilizado por cristianos que no aceptan la gracia soberana de Dios en Su elección de pecadores a salvación según su santa voluntad para tratar de probar que Spurgeon enseñaba y practicaba la teoría del libre albedrío.

  Mas, la realidad fue todo lo contrario.  Él sabía que era mandato de Dios el que se predicara el evangelio a toda criatura a la vez que todo pecador estaba obligado por Dios a creer en Cristo como Señor y Salvador. También creía y predicaba las enseñanzas de la Palabra sobre la doctrina de la elección. He leído uno de sus mensajes sobre ese tema, y no cabe duda de que fue un fiel comunicador de todo el Consejo de Dios, la doctrina de la elección incluída. No fue un predicador expositivo, en el sentido propio de la palabra, sino uno que predicaba usando de temas que arrestaban la atención. Pero, sus temas siempre provenían de las Escrituras, las cuales siempre expuso fielmente.

  Por tanto, concluimos que su espíritu evangelizador iba a la par con su entendimiento de la doctrina de la gracia soberana de Dios. Por lo que mencionar su escrito, 'El Ganador De Almas', como evidencia de que él no creía en la doctrina de la elección es una deshonestidad histórica. Y ésto es algo que ocurre a menudo entre los seres mortales. Es demasiado fácil agarrarnos de lo que nos conviene o gusta que de lo que Dios enseña en el sentido más amplio y completo.

  Esto me recuerda a un pastor que conocí hace más de 25 años. Estaba tan fascinado con los mensajes del hno. Carlos Spurgeon, de Londres, que se los memorizaba y predicaba en su totalidad. Con mucho orgullo me mostró algunos volúmenes de mensajes de ese siervo de Dios y cómo los marcaba con líneas y colores para facilitar su lectura y memorización de los mismos.  En mi estimación personal, sólo pude pensar en aquella ocasión, y comentar ahora: ­¡Qué fracaso... qué pena!.

  Yo poseo la colección de mensajes predicados por C. Spurgeon; es bastante abultada... muchísimos libros.  están en los tablilleros de mi biblioteca.  A veces leo uno de sus mensajes, y siempre me edifican.  Pero, nunca ha entrado al púlpito conmigo alguno de los mismos ni siquiera una cita de allí. Él era un pecador salvo por la gracia igual que lo soy yo. La fuente de Verdad para los dos fue y es la Escritura. ¿Voy, pues, a hablarle al alma de un oyente lo que Spurgeon dijo o escribió, o lo que Dios nos dijo a ambos a través de la Palabra inspirada? Se cae de la mata la respuesta. Lamentablemente, muchos aún no lo entienden.

  Mejor le fuera ser mecánico o agricultor. Pero, ¿Predicador de Cristo? ­¡Así no! Si yo quiero 'oir' a Spurgeon, para eso tengo sus libros [y son muchos]. Pero si yo quiero oir y enseñar la Palabra de Dios, sólo la Biblia funciona. Lo demás viene a ser sustituto de la Palabra... viene a ser basura en comparación.
 
"Coloco a las Escrituras por encima de todo lo dicho por los antepasados, ángeles, hombres y diablos. En ésto me reafirmo."     Martín Lutero

  Los demás autores vienen a ser predicadores que me hablan por medio de sus mensajes y estudios escritos. Mas, la función del predicador genuino es encaminar a sus oyentes hacia la Palabra de Dios y, cuando así lo hayamos logrado, habremos cumplido la encomienda de 'levantar en alto al Pastor de los pastores'. Yo, como pastor y siervo de Dios del día presente quiero ser como los fieles siervos de antaño, a saber: llevar a los que me oyen a los pies de Cristo... no a los pies de esos viejos predicadores y sus escritos. ­¡Sólo así honraré al Señor que me llamó!

  Pienso que si esos siervos de Dios, ya con él, supieran que los han elevado como fuentes legítimas de sana doctrina, querrían volver por varias horas para censurar a los que así han hecho y darles una buena 'cogida de cuello'. ­Claro que, no es más que mi hipótesis imposible! Lo cierto es que, aquellos siervos no tendrán que hacer nada, pues, Dios se encargará de ello en su santo y perfecto juicio.


La función del predicador genuino es encaminar
a sus oyentes hacia la Palabra de Dios.

  Esa práctica de elevar a los siervos de Dios del pasado [y a veces del presente también] como fuentes de sana doctrina, en vez de edificar al nuevo creyente en la Palabra sólo va formando un 'legalista religioso riguroso', sujetado a lo que hombres del pasado creyeron, con muy limitada o ninguna libertad de Espíritu para encaminarse por un sendero de aprendizaje y crecimiento en el Espíritu.  Fomenta, además, un constante temor diario de que en algo pudiera desobedecer la ley de Dios e incurrir así su ira, particularmente en lo que a la 'observación del día del Señor' [entiéndase el sábado, el cual ha sido mudado, según alegan, al primer día de la semana: alegato sin fundamento bíblico alguno] se refiere. 

  A, la adoración pública y privada llega a ser, tan a menudo, una muy rígida, estructurada, muy sombría en donde, en lugar de haber libertad y gozo del Espíritu –cosa que algunos de los tales ven como algo carnal–, permea la noción de que mientras más seria y 'piadosa' la reunión y más 'controladas las emociones genuinas del alma' en la adoración privada y pública a Dios, mayor la aprobación de Dios a la adoración que le están ofreciendo. ­¡Cuán equivocados están!  ¡No todos los que están dentro de los círculos eclesiales sujetados a la teología del pacto actúan así; lo sé... y ­gracias a Dios por ello! ¡Pero, ­muchos sí!

 ­¡Es una piedad falsa, fabricada! Sé de almas que han sido tan afectadas por este tipo de control que han tenido que irse de la iglesia local donde eran miembros, llegando algunos a necesitar ayuda sicológica debido al control mental ejercido sobre sus almas por líderes que los sujetaban con las Confesiones y la vara de ley. Son casos tristes, ­y no son pocos! La vara de Moisés hiere y mata; el yugo del Señor es liviano; levanta el alma Son mutuamente excluyentesCristo quitó lo viejo y estableció lo nuevo en su sangre. Rechazar esa tan gloriosa verdad es rechazar la enseñanza medular del libro de Hebreos... en fin, del Nuevo Testamento [pacto].


La vara de Moisés hiere y mata;
el yugo del Señor es liviano; levanta el alma.
Son mutuamente excluyentes.

 Vivimos en días en que algunos cristianos –sinceros en su afán, por cierto– creen que la 'herejía mayor' que pueda cometer un creyente es el poner en tela de juicio o cuestionar algo que una 'Confesión de Fe' asegura 'es la verdad'.  Creemos, con corazón sincero ante Dios, que ninguna 'Confesión' está  por encima de la Biblia ni ha de ser consultada como 'la palabra final' en asuntos de doctrina bíblica.  Que sirvan como un resumen de lo que afirmamos creer, como una ayuda en la controversia, pero, palabra final...JAMÁS!  ¿Dónde queda la Biblia en tal situación?

 ¿Por qué, pues, ofrecer en esta sección el texto de otra 'Confesión de Fe' histórica?  Se hace con el único propósito de proveerle a usted, nuestr@ amig@ o herman@, un vistazo histórico a lo que cristianos bautistas de hace varios siglos se atrevieron declarar públicamente como su fe y práctica... a sabiendas de que tal afirmación les podría costar sus vidas, aunque temporalmente experimentaban cierta bonanza social traída por el Rey de turno. En ese momento histórico, dicho documento no era más que su honesto resumen de la verdad bíblica conocida, creída y practicada por ellos en ese momento

  Acerca del mismo no estaban declarando: "ésta es nuestra Confesión a la que nos sometemos" sino "estas palabras expresan de manera resumida, hoy, lo que afirmamos es la verdad de las Escrituras a las cuales estamos sometidos." Se hace con el fin de que usted pueda alcanzar más conocimiento de la historia natural de la iglesia de Cristo y, así, llegar a ser fiel hij@ de Dios en el día presente por haber puesto su fe completa en las Escrituras inspiradas y no en documentos humanos.


Estas palabras expresan de manera resumida
lo que afirmamos es la verdad de las Escrituras
a las cuales estamos sometidos.

  Creemos que es imperativo ofrecer balance tocante al conocimiento de estos documentos doctrinales humanos.  Quien se topa por primera vez con la 'Confesión de Fe de Londres del 1689' debe también saber que no fue éste el único documento tal; debe saber que ésta fue precedida, por unos cuantos años, por la versión original, bautista, del 1644[46]. De hecho, hubo ediciones antes de esa y varias más después de la misma y antes de la del 1689. 

  Quien desee conocer más de la historia de las Confesiones de fe del pasado tiene disponible algunos libros, como lo es la Historia de Confesiones Bautistas por Lumpkin [en inglés], la Historia de las Iglesias en el Valle de Piemont [eso es en Francia], una copia exacta, litográfica, de un libro del siglo 17 [más detalle abajo]. también podrá acceder a fuentes ofrecidas via 'buscadores' en internet.

  Las perspectivas doctrinales entre la '1646' y la '1689' son, en algunos puntos, diametralmente opuestas, particularmente en lo que a la ley de Dios –el pacto antiguo y el nuevo– se refiere, así como las normas que bajo estos dos pactos fueron y siguen siendo aplicadas por muchos al pueblo de Dios.  La del 1646 es, además, más clara y abundante en sus declaraciones tocante al evangelio de la gracia en Cristo.

  Por otro lado, contiene muchas declaraciones favorables al Rey de Inglaterra por haber éste tomado acciones que redundaron en bien para los cristianos de ese día, por lo que tiende a sonar un tanto 'político' en esas secciones que tratan el tema del Rey o gobernante.  En este sentido, el documento es, según expresamos arriba, una afirmación contemporánea que refleja la situación actual de sus autores en las siete iglesias que produjeron esa confesión. Y esa es una de las muchas razones que hacen de tal tipo de documento no más que un escrito humano, totalmente falible debido a que fue escrito por pecadores salvos por gracia que están viviendo en el mundo religioso, social y cívico de su día.

  Además, debemos afirmar, en espíritu de honestidad histórica, que hubo buenas y bíblicas 'Confesiones de fe' de otros grupos que antecedieron ambas Confesiones ya señaladas. Estas dos no fueron ni son las únicas 'Confesiones de fe' bautistas, ni mucho menos las únicas si tenemos en cuenta la gran variedad de denominaciones.  Lo señalamos así porque, al escuchar lo que algunas iglesias expresan sobre la Confesión de fe del 1689, 'su norte' en asuntos de fe y práctica, uno bien pudiera pensar que es la única que existe y que cuenta con el favor y la bendición de Dios. En nuestra biblioteca tenemos libros que recogen de forma  textual muchas de esas antiguas Confesiones, algunas largas,  otras cortas.


Estas dos no fueron ni son las
únicas 'Confesiones de fe' bautistas.

 Cuando en la década de los '70 este servidor tradujo al castellano la 'Confesión de Fe de Londres del 1689', lo hizo en momentos en que la iglesia que pastoreaba se encaminaba a confeccionar su propia 'Confesión'.  Al llegar a nuestras manos la del 1689 –en inglés– sentimos que el trabajo anticipado se nos había hecho más fácil: ahora sólo era cuestión de traducir, darnos a la tarea de estudiar el documento completo y presentar dicha 'Confesión' a la iglesia para su aprobación o rechazo. Y así se hizo.  Se estudió durante un año y se adoptó.  Hasta ahí, todo bien.

  Mas, el pasar de los años en el estudio y la enseñanza de la Palabra de Dios comenzó a darnos más agudeza en el conocimiento de la Palabra. Comenzaron a aflorar áreas de doctrina en donde ahora veíamos que, a veces, la 'Confesión' confligía con la Biblia. Gracias a Dios que él nos había librado de colocar dicha 'Confesión' en un lugar de autoridad sobre nuestra conciencia. Él nos había guiado a conservar la convicción de que, la Biblia, y élla sóla, era nuestra autoridad

  Así, sin ningún reparo, señalamos abiertamente nuestro desacuerdo con algunas áreas de dicha Confesión. Con muchas otras áreas no teníamos problema alguno, ni lo tenemos ahora.   Estábamos atados a la Biblia  –¡y ésto sólo por la gracia de Dios!–  y no atados a la 'Confesión'. ­¡Examinábamos la Confesión a la luz de la Biblia... no la Biblia a la luz de la Confesión!


Estábamos atados a la Biblia 
–¡y ésto ­ sólo por la gracia de Dios!–
y no atados a la 'Confesión'.

 Es ésa nuestra actitud hacia las 'Confesiones'. Pueden ser muy buenas, útiles y nos revelan la sinceridad de las convicciones de quienes con gran dedicación las escribieron. Podemos usarlas con legítimos beneficios espirituales, pero, eso sí, en su lugar:  sujetadas a la única autoridad, la Palabra de Dios, la santa Biblia. 

  Una 'Confesión de Fe' escrita hoy día por fieles cristianos puede ser tan bíblica, o aún más, que cualquier documento similar del pasado.  Recuerde: sean de origen histórico o contemporáneo [desde nuestra perspectiva histórica], las 'Confesiones de Fe', todas, son meros documentos humanos confeccionados por creyentes que desearon o desean dar a conocer, de manera resumida, lo que ellos entienden es la enseñanza de la Palabra de Dios.  Por tanto, siempre serán un reflejo de la convicción espiritual contemporánea de cristianos... su nivel de conocimiento bíblico en ese momento... y  ­¡NADA MÁS!

  Los creyentes de una época en particular enfrentan muy definidos y específicos ataques de parte del maligno a su fe, sus iglesias y sus personas. Por ésto, el énfasis, enfoque y contenido de sus 'confesiones' podrá ser muy distinto al de 'confesiones' escritas en otra época, otro país, otra cultura.  En ésto nos referimos al mayor o menor peso que algunas doctrinas recibirán, así como a las aplicaciones locales de dichos preceptos. 

  Es por ésto que hay gran peligro en atribuir 'autoridad bíblica' a una 'Confesión' histórica, así sea autoridad implícita, tradicional o declarada.  La Palabra de Dios es nuestra única fuente de verdad; es eterna, es nuestra regla de fe.  Cuando élla es el fundamento y base de nuestra 'Confesión', dicha 'Confesión' será siempre un fiel reflejo de la Palabra de Dios en cualquier época, en todo lugar y ante cualquier error prevaleciente. Y es la Palabra de Dios... y solamente élla, la que instruye y fortalece a la iglesia de Cristo para que realice su llamado de ser un 'baluarte de la verdad'. Ninguna 'Confesión de fe' humana tiene esa capacidad y encomienda, no importa que un comentario sobre la misma lo asegura de esa manera. 'Sola Escritura' es la enseña.


La Palabra de Dios es nuestra única fuente
de verdad; es eterna, es nuestra regla de fe

  Poseo en mi biblioteca un libro muy extenso que es una precisa  reproducción fotolitográfica de un original del siglo17. En el mismo se ofrecen muchas asombrosas historias gráficas de la matanza de cristianos en regiones entre Italia y Francia, mayormente bajo la persecución de la iglesia católica romana. También se ofrecen, en su litografía original, un gran número de 'Confesiones de fe' de iglesias individuales de esa región. Atrae la atención el hecho del mucho énfasis en 'el pecado de los salones de baile' y ciertos juegos de azar, algunos de los que hoy gozan libremente muchos cristianos. Sin embargo, para ellos eran actividades pecaminosas, y así se recoge en sus 'Confesiones de fe'.

 En otras palabras, estos documentos ocurren en el contexto de la vida de iglesias particulares, por lo que muchas áreas de aplicación doctrinal serán muy distintas a las de creyentes en otros lugares y otras edades. Cierto es que la Verdad de la Palabra nunca variará: es eterna, perfecta, inmutable. Mas, cuando creyentes la aplican a sus vidas, lo hacen de acuerdo a sus convicciones y éstas podrían cambiar o ser muy distintas en otros lugares, por lo que elevar a nivel de 'rector de la ortodoxia doctrinal cristiana' a tales documentos es un grave error... ­¡en muchos sentidos!

  Es faltarle el respeto al Autor de la Palabra inspirada. Es implicar, por no decir 'afirmar', que la Palabra de Dios necesita del auxilio de tal o cual Confesión para llevar a cabo su obra de instruir a la iglesia en toda la Verdad.

  Teniendo en mente todo lo arriba expuesto, le ofrecemos la histórica 'Confesión de Fe de Londres de 1644[46]' para que usted tenga la oportunidad de estudiar la doctrina bíblica allí expuesta, comparándola con su fuente autoritativa, la santa Biblia.  Lo único que pretendemos es que usted, al estar mejor informad@ sobre estas cosas, pueda llegar finalmente a saber que su alma y conciencia están sujetadas a la Palabra y no a documentos humanos, sean del presente o del pasado, por buenos que sean y por sinceras que hayan sido las intenciones de sus autores. Que lo que cree y practica sea porque la Biblia se lo enseña y no porque una Confesión humana se lo requiere.

  Al llegar a entender ésto con corazón humilde, para algunos será momento de gran gozo y genuina liberación del 'temor a una ley' que, ahora, saben que caducó. ­¡Será para ellos, sin duda, el descubrimiento de la verdadera libertad de conciencia, el genuino gozo de la salvación! Pues, en Cristo, hemos sido liberados de la esclavitud a la ley del antiguo pacto. ­¡Punto!


Lo único que pretendemos es que usted... pueda llegar finalmente a saber que su alma y conciencia están sujetadas a la Palabra y no a documentos humanos.

 Esta 'Confesión de Fe' [1646] consiste de la primera parte principal, y de un apéndice más breve escrito por un siervo de Dios de aquellos días, Benjamín Cox. Cuando comenzamos esta traducción, lo primero que ofrecimos fue dicho apendice en su totalidad. Gracias a Dios, la traducción del documento se completó y está disponible para su lectura y escrutinio. Le invitamos a que la imprima para así poder conservar el documento de manera más permanente.

  Incluso, le damos el permiso para que lo reproduzca siempre y cuando retenga las fuentes de la traducción, tal como han hecho algunos sitios web cristianos que publican o la original traducción del 1689 por este servidor o una revisión de la misma.  A eso le llamamos 'honestidad intelectual'; práctica o actitud que, lamento decir, no han observado todos.

  Sobre este asunto de 'traducciones', queremos asegurarle a usted, muy distiguid@ y apreciad@ visitante... ­es más, ¡queremos garantizarle!... que lo que leerá es y será una fiel y muy honesta adaptación a nuestra lengua castellana.  Estemos o no de acuerdo con cada detalle del documento original – ­recuerde que es de origen humano!– practicamos en VGC la honestidad literaria e intelectual.  El documento es uno de carácter histórico, por lo que alterarlo, ya sea quitando o agregando a su contenido, sería faltarle no sólo a su historicidad sino también al lector del mismo, ya que estaría leyendo sólo lo que nosotros hayamos decidido debería ser su contenido. ­¡Cuente usted con que habremos de ofrecerle una honesta y fiel traducción a nuestra lengua! Es nuestro deber.

 En la medida que encontremos fuentes para otras "Confesiones de fe" que han sido preservadas para nuestro provecho –y que sean en español, ya que en inglés existe una vasta colección publicada– le iremos informando y proveyendo el URL para que las pueda obtener, estudiar y comparar entre sí y con la Biblia.  Le ofrecemos estos dos  URLs de la Confesión de Fe de Londres de 1689 y Confesión de Fe Bautista para que, a su conveniencia, la pueda leer, estudiar y escudriñar a la luz de las Escrituras. también puede hallar varias otras Confesiones o Declaraciones en la nueva Biblioteca Gracia Soberana, sitio web amigo y hermano nuestro.

  Dichos sitios web podrían también ofrece otras Confesiones. aquí tiene un enlace a la Confesión de fe de los Valdenses, del siglo 12, uno a la Confesión de fe Westminster y otro a la Confesión de Fe Menonita [Anabaptista]. Una búsqueda web, en google, de <confesion de fe> le llevará a cientos de páginas web que ofrecen multitud de Confesiones, cada una siendo no más que un corto resumen de lo creído por los forjadores de dichos documentos.     [ Nota: Los 6 enlaces ofrecidos arriba fueron confirmados como funcionales hoy, 9 de agosto de 2010.]

  Aunque Dios nos concedió la tarea de traducir dicha Confesión del 1689 durante la decada de los '70, le advertimos que algunas ediciones que aparecen en la web pueden haber sido modificadas por lo que no respondemos textualmente por las mismas. Algunos errores ortográficos aparecidos en nuestra primera edición han sido corregidos, cosa que vemos con buenos ojos. ­¡Gracias!  En otros casos, el documento ha sido separado por completo del nombre de su traductor –con todo lo legal y moral que tal acción implica– por lo que dejamos tales situaciones en las manos del Dios que todo lo ve y juzga con santo y perfecto juicio.

  Agradecemos a los que reconocen nuestra labor de traducción, hecha como al Señor, y el hecho de que la gran mayoría del trabajo permanezca intacta. Agradecemos la honestidad literaria de aquellos que nos identifican como la fuente de la traducción original. Es la actitud esperada de los hijos de Dios. Vayan, pues, nuestras más expresivas gracias a los responsables por estas fuentes en la red internet que dan el debido crédito según se espera de aquellos que nombran el nombre de Cristo. Quien no lo ha hecho tendrá en sus manos la  responsabilidad de dar cuenta a Dios.

  Siéntase en la libertad de enviarnos sus comentarios o preguntas usando nuestro formulario de carta electrónica. Nos reservamos el derecho de introducir correcciones y modificaciones en la medida que podamos apreciar su necesidad.  Le estaremos muy agradecidos por cualquier error que usted traiga a nuestra atención en ese buen espíritu ayudador que, sin duda alguna, caracterizará sus aportaciones al respecto.

 A continuación, pues, la Confesión 1646 [con su página títular]; le sigue la página título del Apéndice a la Confesión de 1646 seguido del texto del mismo. ­¡Qué le aproveche a su alma!


David Surpless
Siervo de Dios responsable por
www.cristo.org y otros


Artículo original © Copyright 2004
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