ÍNDICE DE CONTENIDO
Nuestra Introducción a 'Confesiones de Fe'
NOTA:
El
texto que sigue ha sido editado con el fin de corregir algunos errores
ortográficos, modificar varias palabras, acortar algunos párrafos
demasiado largos en varios más cortos, ampliar algunas áreas del
escrito además de actualizar otros detalles según necesario. Iniciamos
abajo el uso de la arroba, @, para señalar ambos géneros de forma más
sencilla en lugar de la acostumbrada (a) al final de un pronombre
masculino que realmente aplique tanto al género masculino como al
femenino, a saber: "...estimad@ amig@..."
La más reciente actualización ha sido hoy, 9/01/2011.
David Surpless - Director
AVISO IMPORTANTE: Durante un proceso de edición de este artículo, ocurrió un serio error en la codificación del lenguaje por lo que muchísimos caracteres no aparecen correctamente escritos. Hemos trabajado intensamente con dichos errores, habiendo ya subido al servidor el artículo corregido. Si acaso su lectura actual hallara que aún queda algún error ortográfico, le agredeceremos nos lo avise a nuestro correo electrónico que aparece en la página titular así como en muchas otras páginas. Gracias por su compresión... y ayuda al notificarnos cualquier error que se nos haya escapado. DS
A través de la historia de la iglesia de Cristo siempre han existido, de una forma u otra, las "Confesiones de fe", ya que son excelentes instrumentos para resumir y dar a conocer la fe que profesa creer una iglesia particular o grupo de iglesias. Al ser preguntado: "¿Y qué creen ustedes en su iglesia?", ya resulta ser demasiado simplista el responder: "Pues, creemos lo que la Biblia enseña."
Por
esta razón es que, a través de los siglos, unas y otras iglesias han
escrito su propia 'Confesión [declaración] de Fe' o se han identificado
con alguna previamente escrita y aceptada con el loable fin de ofrecer,
en la medida que pueda, estabilidad y dirección espiritual a sus
congregaciones en lo que a normas y doctrinas bíblicas se refiere.
'Una Confesión de fe' es un medio por el
cual
una iglesia puede resumir honestamente su creencia y práctica actual. Muchas iglesias cristianas llegan a enseñar errores a la vez que también creen y enseñan verdades. Es una extraña mezcla que da fe de nuestra gran necesidad de ser enseñados, siempre, por el Espíritu de Dios. Sin embargo, el hecho de que en algunas áreas doctrinales haya diferencias entre genuinas iglesias de Cristo jamás significará que una iglesia deba o pueda juzgar a otra como 'no-creyentes', 'enemigos de Dios' o, peor aún, 'herejes'. ¡Jamás! Lamentablemente, tales situaciones existen, sin duda. Las he visto... las he vivido. ¡Es una triste y vergonzosa realidad!
Diferencias las habrá siempre... por una y otra razón [vea nuestra respuesta sobre el tema en la sección Preguntas y Respuestas].
Ejemplo de ello es la gran diferencia que existe entre genuinos
cristianos sobre la doctrina del bautismo, así su modo como
quiénes
pueden ser bautizados. Yo, como cristiano bautista, me
sentiría más cómodo como miembro en una iglesia que practica
esta ordenanza bíblica de la
manera que mi corazón me convence es la que enseña la
Biblia.
A la luz de lo ya dicho, también afirmamos que es muy peligroso –espiritualmente hablando– el que una iglesia dogmáticamente afirme que ella es 'confesional en su doctrina y práctica'; es decir, que se rige por los postulados de una Confesión.
Mi experiencia de muchos años me ha corroborado que, al hacer tal
reclamo, muchas iglesias –tal vez sin la menor intención de así
hacerlo, aún más, sin darse cuenta– elevan sus 'Confesiones' a un sitial de mayor autoridad espiritual que la misma Biblia...
y esto lo decimos con mucho temor y honestidad ante Dios. El
artículo que sigue le ofrecerá más detalle sobre este particular.
La autoridad sobre la conciencia de cada creyente pertenece sólo a Dios a través de su santa Palabra.
Quien escribe estas líneas tuvo el privilegio y responsabilidad de ser el traductor original al español de la Confesión de Fe de Londres de 1689. Esa ardua tarea dio lugar –unos cuantos años después del hecho– a que, ante mayor instrucción espiritual por el Autor de la Biblia,
llegara a comprender que algunos temas en dicha Confesión –la
1689, históricamente una 'versión presbiterianizada' de la
original Confesión de Fe de Londres del 1646, forjada bajo
fuertes presiones religiosas, cívicas y políticas de aquellos días– no
se ajustaban al legítimo y requerido lugar bíblico de las enseñanzas de
Cristo sobre el nuevo pacto que él estableció en su sangre.
Por
'presbiterianizada' sólo pretendemos identificar el modelo doctrinal
denominacional / teológico reflejado en algunas de sus afirmaciones...
¡no que por ello sea bueno o malo... mejor o peor... jamás! Es
que la '1689' es una versión breve de la Confesión de fe Westminster
del 1646 [la oficial de la Iglesia Presbiteriana y otras de
ordenamiento jerárquico similar] con algunos ajustes o cambios para
hacerla aceptable también a un pequeño grupo de iglesias bautistas de
ese día.
Cabe
señalar que esas iglesias bautistas eran las 'sucesoras
históricas' del pequeño grupo de iglesias que publicaron
la Confesión del 1644,
revisada en el 1646. [más sobre este particular en lo que sigue
de esta
introducción.] También quiero aclarar en este punto
que la Confesión
original de los anabautistas no se identificaba como 'bautista' sino
sólo como la Confesión de Londres del año en
cuestión. Ofreceremos una copia fiel
al original –traducida al español– en las páginas que
siguen. Es decir,
una publicación corriente de dicha Confesión yerra al
llamarla,
'Confesión bautista del año tal'. Sólo se llamaba,
'Confesión de
Londres del año'. Dicha observación sólo pretende
dejar claro el hecho histórico de que no se llamó por el
término bautista, sino sólo por la identidad de la
ciudad, Londres, y el año publicado.
Además,
presenta un énfasis más bien legalista del 'día
del Señor', o del
supuesto 'sábado cristiano' –refiriéndose no al descanso
espiritual en
Cristo que la Biblia enseña en Hebreos sino a la
observación del primer día de la semana– en el cual se
profesa retener lo 'santo del día séptimo' así
como diversos requerimientos y prohibiciones para su
observación procedentes del pacto antiguo, los diez
mandamientos
mosaicos.
"Sobrellevad los unos las cargas de los otros,
A modo de clarificación, con la frase "parte de la premisa", arriba, ni afirmamos ni insinuamos que los autores de dicha Confesión
tuviesen como fin específico el perpetuar una perspectiva teológica
tocante a los pactos de Dios, una contra la otra. Hasta donde conocemos
la historia de la iglesia y las Confesiones de fe, en ese
momento histórico no existía un debate sobre los pactos, a saber, el
pacto antiguo contra el nuevo o el nuevo contra el antiguo. De existir,
no era un debate abierto o contencioso. Sus pruebas mayores eran las de
persecución religiosa de parte de los gobernantes y, en medio de tales
pruebas, querían darse a conocer mediante sus 'Confesiones de fe'.
Con
dichas palabras sólo significamos que las expresiones en dicha
'Confesión' tocantes a la implementación de la ley de Dios entre los
hombres –así como todas sus ramificaciones– reflejan sus convicciones y
creencias en ese momento particular, siendo éstas su 'premisa'. Y
esa premisa expresada es en el sentido de que los
10 mandamientos eran y siguen siendo la 'ley eterna de Dios' a la cual
la iglesia ha de someterse. Premisa que reta la enseñanza bíblica, además de ser una de profundo peligro para la fe del cristiano
y la función de la iglesia de Cristo sobre el único fundamento de 'la
ley de Cristo'.
Y es claro que, por las razones que hayan sido, los bautistas que participaron en la creación de la 'Confesión de Londres del 1689' se allanaron a una muy particular vertiente interpretativa de la ley de Dios, a saber, que la ley mosaica fue y sigue vigente entre los creyentes,
según numerosas declaraciones en la misma afirman. No cuestionamos su
sinceridad de Espíritu ni su motivación. De eso no se trata.
Sólo
afirmamos lo obvio: la teología allí plasmada reflejaba [y
refleja aún] que, para ellos, la ley de Moisés, a saber, los diez mandamientos en tablas de piedra dados en el Sinaí,
aún seguían vigentes como 'la ley' sobre la iglesia. Parte de su
razonamiento o lógica para tal aseveración es que definen los 10
mandamientos, o el pacto en tablas de piedra, como
la ley eterna de Dios, calificativo o descripción que Dios mismo jamás le da en toda la Biblia. NO ES TERMINOLOGÍA BÍBLICA.
En esto, los bautistas participantes tomaron una posición contraria a sus hermanos predecesores que forjaron la 'Confesión de Londres de 1644' [46],
la que comunica una muy clara perspectiva doctrinal cristológica,
bautista. Afirmamos que tal noción expresada en la 'Confesión 1689' por
las mismas 7 iglesias es diametralmente contraria a las Escrituras
reveladas y así lo afirmamos con todo el debido respeto hacia quienes
ven el 'pacto antiguo' como la 'eterna ley de Dios' en vez de lo que
es: 'el pacto antiguo' YA CADUCADO.
Lo hacemos con un genuino y profundo sentido del amor de Cristo que
obra en nosotros por causa de Su gracia. Es ese amor que nos motiva a "contender por la fe una vez dada a los santos". Entienda el lector –reafirmando lo declarado en las anteriores líneas– que dicho énfasis no surge de declaraciones específicas que nombren uno que otro pacto sino de premisas dadas por sentadas en las cuales ciertos preceptos, que sólo tuvieron legitimidad según formaron parte del pacto antiguo, son afirmados como vigentes en la iglesia de Cristo y, por ende, aplicables como normas espirituales rectoras de la fe y práctica del creyente en la iglesia de Cristo de hoy.
Dado
el caso de que ya existe en nuestra lengua la publicación de esta
última 'Confesión' [1689], hemos creído prudente –además de muy
necesario– el poder facilitar a los cristianos hispanohablantes que así
lo deseen una copia de la original Confesión de Fe de Londres del 1644
['46] [Confesión doctrinal de un pequeño grupo de siete iglesias
bautistas en Londres], proveyéndoles, así, la oportunidad de comparar
las afirmaciones doctrinales de ambas a la luz de las santas Escrituras
de Dios.
La Palabra de Dios es la única autoritativa e
infalible regla de fe y práctica para el cristiano.
Es la
Palabra de Dios, a fin de cuenta, la única autoritativa e infalible regla de fe y práctica para el cristiano; de ahí que cada creyente, como persona individual ante Dios, tiene responsabilidad total y personal de estudiar
la Biblia por sí mism@ e interpretarla bajo la única y
exclusiva dirección del Espíritu de Dios. Los 'dones' a la iglesia [Efesios 4:8-13] son dados como instrumentos de ayuda
en el proceso de conocer la Palabra; mas, no tenga duda alguna: la obra
que nos lleva a creer y sentir convicción en el corazón sólo procede
del Espíritu de Dios; sólo él nos enseña la Biblia, la Palabra de
Dios, pues es ésta la única fuente de autoridad divina sobre la vida y fe del creyente... él es la única Autoridad Legítima, ¡no meramente de palabra sino de hecho!
Le
invito, así como ya hice más arriba, a leer otra vez el párrafo
anterior. Mi oración a Dios es que Ud. pueda comprender, a través de
esta introducción, la
gran
diferencia entre 'establecer y defender la fe' en base a lo escrito en
un documento humano, entiéndase, 'Confesión de fe' o en base a la única y exclusiva fuente de Verdad eterna, la santa Biblia. No
comprender la diferencia es un camino de peligro espiritual que siempre
conducirá, sin falta, a la caída y al desastre espiritual... y a veces,
lamentablemente, al desastre moral. Y es que hay relación entrambos. Conozco casos así.
Por buenas que sean, las 'Confesiones' nunca tuvieron, no tienen ni habrán de tener autoridad divina
sobre las almas, a pesar de los reclamos al contrario de parte de
personas sinceras que se atreven afirmar por escrito que una 'Confesión
de fe' ofrece a los miembros de una iglesia local "la certeza de la ortodoxia de su profesión". Así reza en su introducción un Comentario sobre la Confesión del 1689
que tengo en mi biblioteca. Cada vez que leo dichas aseveraciones no
ceso de asombrarme y preguntarme: ¿Cómo puede un pastor cristiano decir
tales cosas? ¨¿De veras que así lo cree, o es un acomodo al círculo
eclesial en que se mueve? Él conoce la respuesta... y Dios también.
En la práctica, esto implica que las dogmas escritas en tal o cual Confesión son las normas por las cuales se examina y se determina que una creencia o práctica sea ortodoxa [entiéndase bíblica o de acuerdo a la sana práctica y fe doctrinal] o no. Y debe ser todo lo contrario, a saber,
que lo resumido en una Confesión sea examinado a la luz de la Palabra de Dios
para asegurar su ortodoxia o falta de la misma. La genuina fe cristiana se basa SÓLO en la Palabra; las sectas descansan en una mezcla de fuentes tradicionales de carácter humano.
Y con el nombre, 'sectas', me refiero también a las que
realmente sectas a pesar de que se consideran y denominan 'cristianas'.
Lo resumido en una Confesión ha de ser
examinado a la luz de la Palabra de Dios.
Después de todo, una 'Confesión' es un intento humano por resumir en pocas palabras la Verdad de Dios enseñada en la Biblia según la entienden sinceramente quienes se ocupan en su confección. La palabra final, autoritativa siempre residirá en la Palabra viva de Dios; es élla
la única fuente que establece y asegura
la "certeza de la ortodoxia de la profesión de fe de un
cristiano" [una cita del Comentario sobre la 1689 ya mencionada]. ¡Afirmar lo contrario es resistir a Dios mismo!
Declarar
o escribir que una "Confesión" –sea cual sea– establece el criterio de
lo ortodoxo de la fe es afirmar, sin discimulo alguno, que dicho
documento es la fuente final en lo que a las verdades
expresadas en su contenido respecta. Negar esa realidad es
pretender "tapar el cielo con la mano" –como decimos aquí en Puerto
Rico– aunque quien así haga no comprenda, por causa de la sinceridad de
sus motivos, que está errando en ello.
Nada
más considere esta posibilidad: '¡Que las iglesias que, hoy
día,
escriban su propia confesión de fe –acción totalmente
legítima según más adelante explicaremos–
afirmaran, en años futuros, que dicha Confesión es el documento que establece la fe y ortodoxia de sus iglesias! Usted me dirá: "¡Eso es imposible; sería algo terrible! ¿Cómo
podría una iglesia colocar en tal lugar de autoridad doctrinal a
un documento que ellos mismos confeccionaron?" Su asombro... su pregunta tiene toda razón y validez.
¿Cómo podría una iglesia colocar en tal
lugar de autoridad doctrinal un documento que ellos mismos han escrito? Sin embargo, eso mismo es lo que muchos defensores de las viejas Confesiones de fe están haciendo hoy día, comprobado en las primeras páginas del comentario arriba señalado. Lo ortodoxo se confirma con documentos escritos por seres humanos [como nosotros] de hace varios siglos! Es decir: La reacción de asombro, o aún repudio, sería para iglesias de hoy día que, en pocos años, se atrevieran afirmar que sus declaraciones de fe han venido a ser rectoras de su ortodoxia, mas no así para las iglesias locales que escribieron muchas versiones de su confesión en el siglo 17. ¡Asombroso! ¡Es como si el pasar de varios siglos le imprimiese autoridad espiritual, doctrinal a un documento de origen humano! ¿Acaso no eso exactamente lo que practica la iglesia católica romana? ¡Los años establecen la tradición y ésta le imprime autoridad eclesiástica! ¡Increíble! ¡Esas confesiones no son ni pueden ser nuestra ayuda y guía en el camino de la ortodoxia! No eran rectoras de la fe de quienes las escribieron sino solamente expresiones públicas de su fe que descansaba en la Palabra inspirada. ¡Dichosa inconsistencia!
O
la Biblia sola establece los criterios de la ortodoxia en una iglesia
o el hombre falible acepta que su mente y corazón se rigen
doctrinalmente por lo que escribieron unos pocos seres humanos falibles
antes del 1646 y 1689 o después. [¡Sí; hubo muchísimas
versiones de estas confesiones, prueba de la falibilidad y total
humanidad de esos cristianos!]. Pero, hablando de la Biblia... ¡Hay una sola; y no cambia! En el siglo 21 es la misma que ayer!
Afirmar que una Confesión de fe establece
la ortodoxia de la profesión de fe en Cristo es una asombrosa y trágica admisión.
Y, tales iglesias jamás podrán esconder el hecho de que su práctica y fe, aunque abiertamente afirmada como que descansa en la Palabra de Dios,
realmente se mide, rige, examina, evalúa, legitima, etc., a la luz de
la Confesión de fe que han aceptado como su 'guía'. ¡Y
tanto que se critica a las sectas por ser éstas religiones que
no andan
según la Palabra de Dios! ¡Tanto que se ha criticado
a la iglesia
católica romana por su uso de 'tradiciones y costumbres! En
la práctica ES LO MISMO: ¡Tradición humana!
Sepa
usted, estimad@ lector@ de estas líneas que, cualquier doctrina que no
surja 100% de las Escrituras no es según el evangelio de Cristo. Si es
necesario manipular textos con el fin de crear la apariencia de armonía
textual, algo anda mal. No quiero decir por ello que todo en la Biblia
es fácil de entender. ¡No! Por el contrario, hay mucho que es difícil.
Poco
antes de la cita ya ofrecida arriba, el mismo libro también afirma en
su introducción que: "Las confesiones son un medio legítimo para que la
Iglesia cumpla su tarea como 'columna y baluarte de la verdad'" [énfasis subrayado nuestro]. ¿Comprende Ud. el grave error de tal afirmación? Esa 'columna y baluarte de la Verdad'
eterna de Dios, la verdadera iglesia de Cristo, jamás
dependerá de cuán fieles sigamos los postulados de un
documento humano, sea cual sea. ¡Es imposible!
O es
la Palabra inspirada de Dios el fundamento de esa columna y baluarte de
la verdad, la iglesia de Cristo, o no existe tal fundamento o base para
la fe. La Verdad de Dios en su iglesia
no comparte ni depende de documentos humanos para establecer y fortalecer esa 'columna y baluarte de la verdad'.
Ella lo es de por sí sola, sin nuestra ayuda o apoyo. Afirmar lo
contrario es algo tan asombroso e increíble que no deja de
chocarnos. ¿Cómo puede un cristiano razonar así?
Uno
se pregunta: ¿Que pensaba el autor de esas palabras cuando las
escribió? Realmente pienso que no sabía lo que decía. Quiera Dios
iluminarle antes de partir a la eternidad para que tenga ocasión de
rectificar y retirar tales afirmaciones tan vacías y carentes de
fundamento bíblico... y lo peor, ¡contrarias a la Biblia!
La Verdad de Dios en su iglesia no comparte
ni depende de documentos humanos para ser columna y baluarte de la Verdad.
Si hay verdades declaradas en las Confesiones (la 1646, 1689, etc.) –y las hay–
son verdad porque la Biblia lo dice así... no porque fueron incluídas en dichos documentos humanos.
Es el Espíritu de Dios que mora en la iglesia de Cristo quien nos ayuda
a ser esa "columna y baluarte de la verdad" eterna de Dios.
Algunos líderes religiosos han perdido su norte espiritual en estas cosas, y es tiempo de que vuelvan a 'tirarse de cabeza y corazón' dentro de sus Biblias, echando a la basura, de ser necesario,
sus amados libros, comentarios y confesiones para que sean iluminados en la luz divina que al principio los condujo a Cristo
.
Que lo tengan todo 'por estiércol' por conocer otra vez –¡o quizás por primera vez!– la Verdad de Cristo
.
No
son pocos los líderes cristianos –sean pastores o no– que he
conocido a través de los años quienes dejan ver, en lo
que dicen y en sus
actitudes, que la cuantía de libros en su biblioteca pastoral es
causa
de orgullo personal... como si fueran indicadores de cuán
conocedores
son, o cosas así parecidas. Yo tengo muchos
comentarios en mi
biblioteca. No tengo porqué esconderlo. Mas, NO SON la base de
mi fe y
convicciones. La doctrina que creo no se nutre de esas fuentes. Me
informan, así como cuando escucho una prédica de un
siervo de Dios.
Pero, la fuente de Verdad no está en ellos; esa Fuente es la
Palabra
eterna. ¡No hay otra!
Podría este vaso de barro citar ejemplo tras ejemplo de lo que afirmo arriba
sobre las Confesiones de fe humanas, mas, no cabría en estas páginas lo
que podría compartir con ustedes sobre el tema. Sin embargo,
consideremos el siguiente ejemplo con referencia a 'la eterna ley de Dios' o la supuesta 'ley moral' de Dios...
En la Confesión de 1689 se declara en el capítulo sobre 'la ley de Dios' que, 'la ley puesta por Dios en el corazón de Adán fue declarada luego en el Sinaí: los diez mandamientos'. Luego hay incisos que afirman que esa ley fue dividida en dos principales categorías: una 'moral' y la otra 'ceremonial'.
En mi experiencia he visto que muchísimos creyentes escuchan esos términos y ni siquiera se les ocurre preguntar: '¿De dónde surgen estas categorías... de la Biblia? Quienes han preguntado ante tal inquietud de Espíritu habrán recibido la respuesta general:
"Son establecidas en la 'Confesión de fe' tal o cual y las recibimos y aceptamos como buenas deducciones lógicas." ¡Oh, claro que
sí! Aceptadas no porque la Biblia las enseñe como tal sino porque la Confesión oficial las declara de esa manera.
Son muchos los 'maestros' que darán cuenta a Dios por perpetuar tales
conceptos no bíblicos dentro de la iglesia de Cristo. ¿Habrán olvidado
que las ovejas le pertenecen a Cristo y que él las cela con amor eterno?
Dada
la realidad de las declaraciones de este documento de hombres no
inspirados, las ovejas de Cristo sometidas a la autoridad y enseñanza
de quienes así creen son instruídas en tales 'verdades' de la Confesión
y, sin duda alguna, aceptan que se les ha enseñado la verdad de Dios sobre estos particulares. Son sinceros, aunque lo que aseguran ser 'Verdad de Dios' sólo es garantizado como tal por este documento humano, y no por la Biblia. No olvidemos que lo que el ser humano declara ser 'verdad de Dios' cuando no lo es se le llama en la Biblia: 'mentira'... ¡MENTIRA... más que claro!
Lo que aseguran ser 'Verdad de Dios' sólo es garantizado como tal por este documento humano y no por la Biblia.
Cuando
traduje por primera vez ese documento histórico, era un joven
inmaduro
en mi conocimiento espiritual. Dios se tomó algunos años
para abrir mi espíritu a la realidad de que esas afirmaciones
que cité arriba sólo
existen en documentos y libros de origen humano, pero, que la Biblia
enseña todo lo contrario. ¿Acaso no nos asegura la Biblia
que Dios
estableció "su pacto, las diez palabras" con aquellos padres allá en el Sinaí? ¡Claro que sí!
Y, en cuanto a 'categorías de ley': ¿Dónde
nos enseña la Biblia que Dios estableció un grupo de 'leyes morales' y
otro 'ceremonial' a fin de que Cristo, en su muerte, eliminara un grupo
o el otro?
¡En ningún sitio!
Sin embargo, la sujeción a una Confesión que así lo
afirma sólo llevará a 'los obedientes' a estar atados bajo
un yugo
de ley que Cristo ya quitó, creyendo ellos que aún están bajo dicho
yugo de ley, aunque no lo vean ni perciban como el yugo que es.
Pero,
como la Confesión de 1689 afirma que esos diez mandamientos son la 'ley
eterna' de Dios, –cosa que la Biblia no enseña en texto alguno– las
ovejas así instruídas viven seguras de que, en su fe, están en y son
esa "columna y baluarte de la verdad".
Claro está, que las ovejas, aunque responsables de estudiar la Palabra
por sí mismas para confirmar que las cosas enseñadas son así, tienden a
seguir la instrucción y dirección de su pastor o pastores. Es algo
natural el que las ovejas sigan a su pastor. Y los pastores daremos
cuenta a Dios según condujimos a Sus ovejas: o en la Verdad de la
Palabra de la ley de Cristo o en los 'pastos viejos, no inspirados' de
origen humano [entiéndase: Confesiones de fe y otros escritos de origen humano].
¿Qué
le dirá a Dios un pastor que enseñó a las ovejas de Cristo bajo su
cuidado tal como ilustramos arriba... "Pero, Señor, yo seguí los
consejos de mis mentores en cuanto a doctrina y las buenas
Confesiones", ad infinitum? El caso es que Dios nos ha dado Su
Palabra inspirada para que la enseñemos, y le vamos a dar cuenta si lo
hicimos o no. De esa no se escapa ninguno.
Dios nos ha dado Su Palabra inspirada
para que la enseñemos; y le vamos a dar cuenta si lo hicimos o no.
En
otras palabras, lo que creen ser la verdad sólo está plasmado en un
documento de origen humano, no en la Biblia. De nada valdrá hallarse
suplicándole a Dios en el día de juicio: 'Pero, Señor, tú sabes
que yo creí con corazón sincero lo que escribieron tantos siervos
tuyos, y lo que me enseñaron los pastores tal y cual... yo consulté con
los líderes legítimos que estaban sobre mí, etc., etc.'. Dios juzgará sólo según Su eterna Verdad, la Palabra de Cristo, y esa se halla sólo en la Palabra inspirada.
Y
la pregunta que sigue es obligada: ¿De dónde en la Biblia sacaron esas
'dogmas' de 'la ley moral' o de que los 10 mandamientos son la 'ley
moral de Dios'
que perdura sobre la iglesia y el cristiano individual?
Sabemos que toda ley de Dios es de naturaleza moral, mas, ese es otro
asunto. ¿En qué parte de la Biblia se nos enseña
que Dios estableció
una 'ley moral' y otra 'ceremonial', a fin de quitar la 'ceremonial' y
dejar la 'moral'? En la Biblia cristiana no está,
así que será en una versión ajena a la
que Dios nos dio. Todavía no la he visto ni tenido en mis manos.
Si algún lector tiene conocimiento de cuál versión
de la Biblia es, le ruego que nos lo haga saber via correo
electrónico para poder examinar dichos textos.
La respuesta es sencilla: 'De la Biblia no salen tales conceptos'.
No son otra cosa que conceptos 'teológicos' [prefiero llamarlos
'humanológicos' por ser su 'fuente de origen' la mente y el corazón
humano en vez de el 'Teos', Dios eterno]. Una cosa es segura:
Definitivamente no son conceptos bíblicos. Sin embargo, afirman que
sólo se someten a la Biblia y que las Confesiones no tienen autoridad
sobre sus almas. ¿En qué quedamos, pues... Es la Biblia nuestra fuente de autoridad o son los documentos humanos esa autoridad? No pueden ser los dos, pues, sólo hay una fuente con autoridad divina, y Esa es la santa Palabra de Dios.
¿Qué, pues, ha venido a ser para los tales la base de esa fuerte columna de la verdad? La respuesta es meridianamente clara: La Biblia
y
la 'Confesión de fe' que expone e instruye a los fieles en 'la verdad'. Con gran tristeza afirmamos que, sobre
los hombros de los líderes, pastores y maestros [incluyendo los tales
auto-
Concluyo
este ejemplo recordando un incidente ocurrido hace muchos años
en una conferencia bíblica donde se trataba el tema del nuevo pacto en la sangre de Cristo, pacto siempre recordado al participar la iglesia de Cristo de la cena del Señor. [Vea mi libro, Esta Copa Es El Nuevo Pacto En Mi Sangre en nuestro sitio web, Voz de Gracia.com.]
Nuevo pacto en la sangre de Cristo... pacto siempre recordado al participar la iglesia de Cristo de la cena del Señor.
Concluída
ya una de las sesiones, y entrados en un período en que los oyentes
podían hacerle preguntas al conferencista, uno de ellos le preguntó:
"Hno., ¿Por qué Ud. nunca mencionó la 'ley moral' en su estudio?"
Esperó varios segundos y con amor respetuoso le respondió:
"Porque tal concepto de división en la ley mosaica no existe en la
Biblia. Yo nunca la he visto. Dígame usted en qué pasaje bíblico está y
nos vamos all para examinarlo." Quien hizo la pregunta le respondió
algo así:
"Bueno, yo no sé dónde está [¡y era un pastor!],
pero sí sé que tal autor lo explica de manera muy
clara y sé que la 'Confesión de fe' lo afirma de esa manera."
El
evangelista le puso punto final al asunto al asegurarle a quien hizo la
pregunta: "Si encuentra ese texto bíblico antes de finalizar la
conferencia, me lo hace saber y, con mucho gusto, lo atenderemos." ¡Se
acabó el tema! Es que no había tema para hablar ya que no existen en la Biblia tales categorías! Sólo en la Confesión, el documento de origen humano!
El maestro que enseñe a las ovejas de Cristo acerca de 'la ley moral' o
'la ley ceremonial', hablando de las mismas como categorías legítimas
en la doctrina de Cristo, está enseñando 'otro evangelio'. ¡así de
sencillo... y trágico..! aunque no comprenda lo que hace ni lo que
enseña!
¡No había tema para hablar ya que no existen en la Biblia tales categorías! Sólo en la Confesión!
Para
facilitarle su búsqueda y comparasión, le diré que
en la 'Confesión del 1689', el Cap. 19, sobre 'la ley de Dios', los incisos 3 y 5 son los que dicen [de manera abreviada]: "3. Además de esta ley [en el corazón], comúnmente llamada ley moral..."; y "5. La ley moral obliga para siempre a todos, tanto justificados como los demás...". [Énfasis en cursivas es nuestro.] No dice ni implica que esa 'ley' se describa así en la Biblia, sino sólo que así es que se le llama 'comunmente'. Sin ganas de ofender, pero con franqueza pregunto, ¿Y qué...? ¿Qué importan las modalidades o usos comunes que los mortales le demos a conceptos bíblicos o religiosos? Si el fundamento racional es que se trata de algo 'comunmente conocido' de una u otra manera, entonces, ¿Por qué hallar falta en los usos conceptuales errados que abundan en las iglesias no cristianas? ¿Cómo criticar o censurar el uso de la 'tradición' en la iglesia catolica romana? Si es de naturaleza 'tradicional', es igual no importa dónde se encuentre, ya sea en iglesias evangélicas u otras que no lo son. Al leer las afirmaciones de dicho capítulo sobre 'la ley de Dios', verá que se crea una división artificial entre 'leyes ceremoniales' y 'la ley moral'. Es muy fácil ver que los 'diez mandamientos' son la porción de la ley que no se considera ser 'ceremonial', por lo que 'la 1689' afirma que los '10' son esa 'ley moral' que perdura para siempre.
Una vez asumida ['la ley moral'], se declara como
obligatoria sobre todo ser humano para siempre, cosa que tampoco se enseña en la Biblia.
Aún
así, muchos que así creen también enseñan
en sus iglesias que el 4to
mandamiento [del pacto] es ceremonial. ¿Bueno... en qué
quedamos? Si fuere ese el caso, a saber, que 'es
ceremonial'... entonces, ¿Por qué lo implantan y
observan si 'ya
caducó'? Después de todo, si el sábado
hebreo fuera ceremonial
–es decir, parte integral de la supuesta categoría de
'leyes
ceremoniales'– tendría más sentido que lo dejaran a un
lado por lo que
es... caducado junto a las demás 'leyes ceremoniales' que,
según esa
vertiente teológica, caducaron. En algunas culturas hay un dicho
más o menos así: 'Quieren tener su pastel y
comérselo también.'
Sin
embargo, es el sábado del 4to mandamiento el que con más fuerza se
busca implantar en la inmensa mayoría de iglesias que siguen las pautas de la 'Confesión
de fe del 1689', 'Westminster' y otras. Pero, ¿y por qué? Entre otras cosas, lo
que ocurre es que introdujeron un cambio muy sútil. Mudaron el sábado
al primer día de la semana usando la terminología 'día del Señor', que
en sí es bíblica, en lugar de sábado, mas, requieren la observación
estricta de ese 'nuevo día' con todos los rigores del sábado antiguo.
Y así se facilita el desarrollo de lo que conocemos como la 'hipocresía
de los fariseos'.
Para
nosotros, es un día para adorar al Señor en el gozo y la libertad
obrada por la sangre de Cristo del nuevo pacto, sin el temor de violar
algún reglamento ya no existente de un pacto ya caducado. Ese día
Cristo resucitó, confirmando así que Su sangre había satisfecho las
demandas de la justicia de Dios; habiendo traído la libertad que
da el nuevo pacto... libertad que no existía bajo el pacto antiguo [que
fue hecho 'antiguo' en Su muerte y resurrección] de los 10
mandamientos.
Tristemente, los que observan el domingo en el contexto de un sábado riguroso bajo la ley mosaica lo hacen porque se les ha enseñado que esos 10 mandamientos 'son la eterna ley moral de Dios'.
Algunas iglesias son más estrictas en su disciplina dominical que
otras... más rigurosas en lo que se permite y no se permite. Nos
asombra cuánta variedad existe en esta área que uno piensa debería ser
igualmente observada por todas las iglesias suscritas a tales
Confesiones, por tratarse, según ellos, de 'leyes eternas' que no cambian.
Los 'diez mandamientos' son identificados en la Escritura inspirada como el '
pacto
que Dios hizo con el pueblo de Israel en el Sinaí... ese viejo pacto que desvaneció cuando Cristo murió debido a que él la cumplió a perfección y satisfizo en todas sus demandas. ¿Por qué es que tantos profesantes cristianos no pueden admitir con espíritu
humilde
que la Biblia siempre habla de los 10 mandamientos en términos de 'el pacto hecho en el Sinaí' con aquel naciente pueblo hebreo?
Ni
siquiera el arca construído por mandato de Dios, con el fin de darle
albergue a ese pacto [las dos tablas de piedra], llevaba el nombre, 'arca de la ley' sino '
arca del pacto
'. ¿Por qué resistir esta verdad? No es otra cosa que resistir a
Dios! En aquella caja sagrada colocada en el lugar santísimo
–lugar que dejó de ser 'santísimo' el mismo instante en que Dios razgó
el velo de arriba abajo– no se colocó una 'eterna ley moral de Dios'. No! Allí se colocaron las dos 'tablas de piedra' del 'pacto' hecho por Dios con su pueblo Israel.
Y
lo muy, pero muy triste del caso es que ésto que acabo de afirmar es considerado por algunos cristianos y pastores, –de los cuales conozco unos pocos personalmente– como una afrenta a Dios...
como algo a nivel de blasfemia. Si me dijeran que es una afrenta
a la posición teológica en la cual una Confesion de fe –la que
sea– es la fuente escrita que reglamenta su práctica y fe como
cristianos, me declararía culpable... y cometería esa 'afrenta' mil
veces más cuando vea que la Santa Palabra de Dios es subyugada a lo
escrito en un documento humano... y no por 'afrentar' o herir a persona alguna sino por
amor a Cristo, Su santa Palabra y el bien espiritual de esas almas a
las que me estaría dirigiendo.
Lo
seguiré haciendo mientras vea a sencillos y humildes creyentes
subyugados a líderes religiosos que asumen el papel de ayo
disciplinario sobre ellos, marroneándoles con las tablas de piedra sin
cesar, atándoles al terror de una ley ya caducada en vez de llevarles a
los verdes pastos de la Palabra, alimentados por la Palabra del nuevo pacto en la sangre de Cristo
. Lo haré siempre con amor, mansedumbre y la Verdad.
¡Así me ayude Dios!
La Biblia siempre habla de los 10 mandamientos
Llamarle a los 10 mandamientos 'ley moral eterna de Dios' es, en efecto, decirle a Dios: "Yo
no acepto el nombre dado en la Biblia a esos 10 mandamientos. Sé que se
les llama el pacto, pero yo sólo acepto que son la ley moral que
perdura para siempre sobre mi espíritu y la iglesia." Eso es
rebeldía a Dios, aunque el rebelde no comprenda cómo es que Dios ve su
firme resistencia a lo declarado en la Palabra. Y lo triste del caso es
que quien así piensa y actúa se siente segur@ y firme debido a que se
fundamenta en lo que dice su 'Confesión de fe' preferida. Por tanto,
aunque afirmen mil veces que sólo se someten a la Biblia, este tipo de
árbol es conocido por su fruto. Una cosa es lo que se profesa; otra es
la que realmente se pone en práctica.
No
comprender la seriedad de tal estado de cosas en un sector de la
iglesia visible sólo asegura un final trágico en todos los sentidos. Si
el lector encuentra estas palabras demasiado de serias o chocantes, le
preguntaré, pues: ¿Cuán serio es ese estado espiritual en el que la Biblia NO ES AFIRMADA como la ÚNICA FUENTE de nuestra fe ni es LA
FIEL Y EXACTA MEDIDA de la ortodoxia doctrinal que se profesa en una
iglesia local, ni es la única fuente que establece esa "columna y
baluarte de la Verdad"? ¿Es asunto serio, o no lo es? Todos conocemos la respuesta: Es pecado gravísimo ante Dios.
Este
estado de cosas hay que declararlo... con amor, respeto y compasión. En
realidad, uno no puede permanecer callado. Es un ineludible deber ante
Dios "contender por la fe dada a los santos", la cual, en todas las
edades se pervierte de una manera u otra. No hablamos de
'contención' en el sentido de peleas, tensiones y conflictos humanos,
sino "peleando la buena batalla de la fe" según las palabras de Pablo a su hijo espiritual, Timoteo [1 Timoteo 6:12].
Es un gran deber ante Dios "contender por la fe dada a los santos". Judas 3; 1Timoteo 6:12 Creemos que el conocimiento espiritual llega a través del estudio de la Verdad. ¡Esa Verdad se halla SÓLO en la Palabra inspirada, y ésto, sin excepción alguna! Por eso, queremos abrir la puerta a un genuino balance en estas consideraciones. Sepa el cristiano que lee estas líneas –y que no es bautista– que este documento doctrinal histórico [es decir, no inspirado de Dios] no es presentado aquí con el fin de convencerle a usted a que se "convierta" a bautista. Nuestra única meta es ofrecerle un "vistazo al documento histórico" y los principios doctrinales hallados en el mismo para que usted mism@ pueda escudriñar los fundamentos bíblicos históricos de las iglesias cristianas, en lo que a Confesiones se refiere, para su propia satisfacción y crecimiento espiritual. Y en la medida que esa meta se logre, gozosamente daremos toda la gloria a nuestro soberano Dios por tal obra de gracia.
Los
resultados que este proceso pueda provocar en su alma serán sólo por el
soberano obrar de Dios en su corazón. Bien pudiera esta Confesión de fe del 1646
proveer alguna dirección o ayuda a iglesias de Cristo que deseen
confeccionar su propia 'Confesión' contemporánea, moderna, a la luz de
la Palabra de Dios. Y, de alguna iglesia local escribir su propia
Confesión de fe, sepa que cualquier "Confesión" así desarrollada y que resuma fielmente las distintas doctrinas bíblicas creídas en esa iglesia local sería tan legítima como cualquier otra "Confesión" histórica, créame!
¡Cualquier
'Confesión' así desarrollada y que resuma fielmente las distintas
doctrinas bíblicas creídas en una iglesia local sería tan legítima como
cualquier otra 'Confesión' histórica, créame!
Afirmar
lo contrario sería un acto temerario –aunque aparente ser 'espiritual'–
pues pretendería levantar 'ídolos escritos, tradicionales' a los cuales
las iglesias y sus miembros deberán rendir pleitecía mediante
obediencia y sumisión a los mismos. Así, la 'palabra final' sería
dictada por una Confesión humana y no por la Palabra eterna. ¡Y es una trágica realidad que ocurre hoy día en muchas iglesias! Y lo
que es más triste aún es que quienes así creen y practican son los
primeros en negarlo. Y, eso lo entendemos. Le es difícil a nuestra
naturaleza caída admitir que hemos errado. Sólo la gracia de Dios puede
humillarnos y llevarnos a abrazar la Verdad que antes no se nos había
revelado.
Hasta
que la luz de Cristo ilumine a tal corazón, andará a ciegas, creyendo
como 'verdad' lo escrito por seres humanos falibles sin poder entender o
creer lo escrito en la Palabra. Lo explicará y resolverá todo usando de
su lógica humana y razonamientos falaces. Diré algo más –y no se sorprenda–, y es que estas
'Confesiones de fe' contienen, en su gran mayoría, declaraciones
resumidas correctamente de muchas verdades bíblicas. Eso no se niega.
Porcentualmente, las afirmaciones bíblicas de una Declaración como la
del 1689 son muchas, lo más probable sobre el 90%. Lo mismo se puede decir de la Confesión d 1644 [46].
Pero,
el problema no estriba en que haya un 10% o menos de contenido
cuestionable a la luz de la Palabra eterna, sino en que el documento,
como tal, sea recibido como autoridad doctrinal sobre las almas en las
iglesias así sometidas. Aunque fuere perfecta al 100% en su
comunicación resumida de la sana doctrina bíblica, seguiría siendo un
documento humano no inspirado. ¿A cual se ha de someter la iglesia de
Cristo... al documento humano bien resumido, o a la Escritura divina e
inspirada por Dios, la única fuente de Verdad eterna?
De
hecho, creemos que un cuidadoso estudio de la Confesión del 1644
le convencerá de que, más que ser un documento
histórico bautista, es
sencillamente un buen resumen de las más básicas doctrinas de la verdad enseñada en la Biblia.
Y entendemos que tal resumen de las verdades bíblicas bien pudo haber
sido preparado por cualquier otro grupo de genuinos cristianos... sólo
que en esta ocasión se trató de siete iglesias bautistas que querían
afirmar públicamente y por escrito las verdades que en su día ellos
afirmaban ser 'la verdad de la Palabra'.
No
fue para ellos la 'creación de un documento con plena autoridad' sobre
sus almas ni, mucho menos, un intento de proveerle a futuras
generaciones una 'gran confesión de fe del pasado' a la cual podrían
rendir pleitecía y sumisión, sino un 'resumen actualizado de sus convicciones' tocantes a las doctrinas básicas de la Palabra de Dios a la cual ellos se sometían como la única 'autoridad sobre sus almas'.
Fue su testimonio al mundo pecador que les rodeaba de los detalles de
su fe cristiana. Y ésto se puede decir no sólo de la 1644
sino de la 1689, y otras Confesiones de las iglesias de Cristo. No
creemos que iglesia alguna, o grupos de iglesias escribieron por otra
motivación que no fuera el dar a conocer la fe en Cristo que
ellos profesaban.
A
continuación insertamos una traducción de una breve
anécdota de interés
sobre este tema de la 'autoridad sobre el alma' de documentos que no
sean la Palabra de Dios. Además de tratarse de un incidente
histórico,
es muy incisivo sobre este tema... algo que nos debe poner a pensar
seriamente sobre lo que estamos compartiendo con el lector. El texto de
esta introducción seguirá más abajo, en este mismo color.
Nunca debemos olvidar que la verdad de Dios revelada en su Palabra no es de carácter denominacional; es divina. Por eso, si una iglesia local gusta identificarse como 'confesional', que sea su verdadera y autoritativa 'Confesión' la Palabra de Dios...
no un conjunto o documento resumido, aunque de la manera más breve, llamado
'Confesión de Fe'. Ese 'resumen', esa 'Confesión', serán influenciados
por nuestra humanidad y pecado que aún inciden en nuestras mentes y espíritus.
Si una iglesia local gusta identificarse como 'confesional', que sea su verdadera y autoritativa 'Confesión' la Palabra de Dios.
Por esta razón, la Palabra de Dios ha de ser la única, consistente fuente de verdad a la que venimos para beber agua de vida; no a los postulados de un documento humano sino de manera directa a la Palabra eterna.
Si una 'Confesión de Fe' nos ayuda a resumir lo que en ese momento
creemos es la Verdad de la Palabra, bien sea. Esa es su razón de ser.
Mas, el momento en que una 'Confesión' [la que sea] se convierta en el
documento rector de nuestra fe y práctica, estamos en grave peligro; habremos sustituído en el lugar de la autoridad plena de la Biblia la autoridad de documentos humanos,
no importa que así lo admitamos o no, lo comprendamos o no. Y
por lo
general, quien así hace no lo admite. Esa ha sido nuestra
triste
observación de muchos años, por lo que no hablamos sin
conocer lo que
hemos visto y seguimos viendo. Incluso, hemos sido acusados de ser no
más que enemigos de Dios... rechazadores de Su santa ley... y
ésto, por ministros evangélicos.
Esto
es tan básico, sencillo y claro que sorprendería que
tantas almas no lo comprendan, hasta que recordamos que sólo
Dios es quien abre el entendimiento para ver y entender su
Pälabra, la cual es luz al alma que conoce y se fía en el
Señor omnipotente. O la Biblia es o no es la ÚNICA fuente de autoridad sobre el alma,.
Si dejéremos: "Pero, yo acepto lo que dice la Biblia... claro
que sí...
ahora bien, según lo explica mi Confesión." Mi
amig@, herman@, tales palabras revelan que aún no ha
comprendido que
su consciencia y espíritu están sujetados a un resumen
humano de la
Biblia y no a la Biblia misma. ¿Qué mejor ejemplo que lo
ya dicho sobre
la supuesta 'eterna ley moral de Dios'? Insistir en que esa es una
verdad bíblica comprueba lo afirmado, ya que la Biblia no nos enseña ni impone una tal llamada 'ley moral'.
Es una creación humana, teológica, bien intencionada, seguramente, pero, de creación humana.
Además,
una 'Confesión', por ser un documento ya publicado de años, puede
limitar seriamente el proceso de crecimiento espiritual en la enseñanza
dinámica, inspirada, cotidiana de la Palabra de Dios, según vimos
arriba en la cita de la auto-biografía de Benjamín Franklin.
Considere ésto: un documento humano –no importa las espirituales intenciones de sus forjadores– sólo reflejará las convicciones de sus autores en ese momento particular de su historia natural.
Si Dios concediera, luego, más entendimiento y luz a futuras
generaciones en algunas de las áreas de doctrina consagradas en dicho
documento, les sería obligatorio afirmar ese nuevo y más certero entendimiento, ¡echando
a un lado lo que, mediante la espiritual instrucción del Espíritu de
Dios, se ha llegado a conocer por lo que es, a saber:
error
! Y no sería tal acción un 'cuestionar de la sinceridad e
integridad espiritual de los autores' sino sólo una admisión de que "hemos crecido en el conocimiento de la Palabra de Dios". "
Hemos crecido en el conocimiento de la Palabra de Dios "
Conocemos
a cristianos que estiman tan "sacrosanta" una particular 'Confesión de
fe' que se les dificulta el poder aceptar que sea sólo eso:
un
documento humano sujeto a escrutinio ante la luz de la Biblia. Ellos
afirman que dicha Confesión provee 'continuidad y estabilidad
espiritual a la iglesia'. Son palabras reveladoras de un estado
espiritual en grave peligro... como un bote a la deriva en las aguas
vanas del sectarismo humano.
Si
la Biblia, y solamente ella, es la fuente de mi fe, todo cambio que
ocurra en mi conocimiento de élla será porque Dios me ha seguido dando
luz y entendimiento. No será necesario cambiarla o editarla para
atemperarla a la "verdad aprendida" que ahora es nueva para mí, pues,
esa Palabra de Dios es perfecta, es Verdad eterna... no cambia.
Quien cambió fui yo... cambió mi entendimiento; pues, Dios me iluminó el alma para conocer su Verdad con mayor claridad y certeza.
Su Verdad siempre fue Verdad perfecta y así seguirá eternamente; no cambia. ¿Es ésta una declaración aberrada o sospechosa como para ser
catalogada como rebeldía a Dios o cosa similar? ¡Claro que no!
La Verdad de Dios siempre fue Verdad perfecta y así seguirá eternamente; no cambia.
Sin embargo, cuando se pretende mantener en un sitial de autoridad espiritual e histórica a un documento humano escrito por pecadores –aunque sean salvos por la gracia de Dios– dicho documento adquiere una pseuda–autoridad inherente que rige los corazones de sus adeptos y, en efecto, llega
a sustituir la única y exclusiva autoridad de Dios sobre sus
hij@s a través de la obra de su Espíritu por medio de su Palabra, el único documento con autoridad sobre el alma.
Y,
me temo que he visto en mi entorno –con gran pesar en mi alma– ejemplos
vivos de tal 'fidelidad equivocada, mal colocada'. Y ahí no faltará la
hipocresía que tan fácilmente engañará a los seguidores crédulos [
significa que creen, sin cuestionar, cualquier cosa que su maestro les enseñe como 'la verdad'
] hasta aquel momento en que se destape la vana superfluidad de esa supuesta vida espiritual. Si
el maestro vive engañado, sólo podrá enseñar engaño a sus oyentes, no
importa cuán sinceramente piense que esté enseñándoles gloriosas
verdades bíblicas.
Si el maestro vive engañado, sólo podrá enseñar engaño a sus oyentes, no importa cuán sinceramente piense que esté enseñando gloriosas verdades.
Es muy fácil cometer el error de decir –y conozco a quien así lo ha dicho a mi cara– "Ya yo estoy firme en lo que creo, y nada que vaya a leer o estudiar ahora va a cambiar lo que hoy creo ser la verdad".
Son éstas palabras asombrosas, en realidad, temerarias y arrogantes,
pues desafían toda futura posibilidad de crecimiento en el conocimiento
de la Palabra. Y esto ocurre cuando elevamos al sitial de
'intocable y suprema autoridad' aquello que estudiamos en el seminario,
leímos en libros o afirmamos como la 'Confesión' con autoridad sobre
nuestra fe y práctica... la Confesión que 'establece y asegura mi
ortodoxia'. ¿Cómo
podemos saber si una 'Confesión' –sea cual sea– ocupa, en lugar
de la
Biblia, el sitial de 'autoridad sobre el alma'? Es muy
fácil. Cuando un cristiano siente y expresa una
convicción honesta
sobre algo que la Biblia enseña –algo que ha estado
escudriñando con
corazón abierto y sincero– y recibe de su 'maestro o
guía
espiritual [entiéndase pastor]' una respuesta similar a
ésta: "Pero, mi hn@, usted sabe que la CONFESION se expresa sobre eso de tal o cual manera...", allí,
la 'Confesión' tiene la palabra final... es la fuente que dicta
lo que afirman es 'enseñanza bíblica
'
. Punto! Ni más, ni menos!
Y
si la respuesta fuere: "...Sobre este particular el 'teólogo fulano' o
el 'puritano sutano' ha escrito así y así... cosa que nosotros
suscribimos..." etc., etc., es lo mismo. Conozco muchas almas que han
escuchado tales palabras de sus pastores o líderes religiosos.
Pregunto, pues, a cada maestro y ministro, incluyéndome a mí: ¿De quién somos ministros? ¿De Cristo y Su Palabra santa, o de los falibles autores y escritos humanos?
¿De quién somos ministros? ¿De Cristo y Su Palabra santa, o de los falibles autores y escritos humanos?
Ejemplo
de lo dicho sería que un cristiano se acerque a su pastor o
maestro bíblico y le pregunte: "Pastor, explíqueme qué es
la 'ley moral' de
Dios de la cual Ud. predicó hoy". Tome nota de la[s] fuente[s] a las que le
llevará para convencerle a Ud. que dicha 'ley
moral' existe. Considere con gran seriedad si esas fuentes son 'escritos de hombres' o si es la Biblia. Si
la respuesta apunta hacia cualquier documento que no sea la Biblia, y
sólo élla, queda comprobado que ese pastor se ajusta a lo enseñado en
dicho documento, sea cual sea.
No tiene, pues, palabra de Cristo para las ovejas de Cristo bajo su
cuidado sino palabras no inspiradas. ¡Cuán flaco servicio
le rinde al Señor de señores a quien profesa servir! La palabra final en la controversia se habrá depositado en hombres no inspirados, ¡sustituyendo así la autoridad de Dios! ¿Se nos ha olvidado tan fácilmente la Palabra divina que afirma que "todo hombre sea mentiroso, mas Dios verdadero"? Y tan fácil que sería -además de honesto- responderle a quien pregunte así: "Veamos qué dice la Palabra sobre ese particular en tal y cual texto! Vayamos a la Fuente de toda Verdad".
Cuan refrescante sería escuchar tal honestidad espiritual e
intelectual de todos cuantos ocupamos los púlpitos pastorales!
Cabe
señalar que la 'Confesión' aquí mencionada –la del 1689– tiene como una
de sus primeras declaraciones que el "veredicto de la fe" descansa, por
la obra del Espíritu de Dios, sólo en las Escrituras. En este
aspecto, el texto de dicha 'Confesión' se autolimita perfectamente
al decir que sólo la Palabra de Dios es la fuente autoritativa de
nuestra fe. Somos los hombres los que le atribuímos,
erradamente, una autoridad y peso fuera de
proporcióna a los documentos humanos –muchas veces, creo, sin darnos cuenta de lo que
hacemos– especialmente cuando expresamos algún concepto doctrinal /
práctico que nos gusta o que quisiéramos perpetuar entre los
creyentes... esas ovejas del rebaño bajo nuestro cuido pastoral, no
importa que otros creyentes puedan mostrarnos o tal vez ya nos han
mostrado con genuino amor cristiano que, en algunos particulares, tal o
cual Confesión refleja ideas teológicas propias de sus autores aunque muy contrarias a la clara enseñanza bíblica.
Somos los hombres los que atribuímos, erradamente, una autoridad, un peso fuera de proporción a los documentos humanos
Hace
pocos meses le ocurrió a este servidor que una iglesia, que por muchos
años nos había apoyado de manera fiel y abundante, nos preguntó cuál
era nuestro sentir hacia la 'Confesión de Fe de 1689'. Sabiendo que el
interés de ellos [en realidad, de su pastor] estaba en el tema de los
pactos, a saber, el 'antiguo o pacto eterno' vs. el 'pacto nuevo', en
mi respuesta a ellos afirmé creer y practicar en nuestro ministerio
evangélizador la verdad encerrada en las palabras de Cristo durante la
última pascua, cuando dijo: "
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre
" [Lucas 22:20], así como las palabras de Pablo a los corintios, cuando les dijo que "Dios nos 'capacitó como ministros de un nuevo pacto', no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica"
[2 Corintios 3:6]. Sólo eso respondí en cuanto a una respuesta
explicativa se refería... ¡nada más! Dios es mi testigo en ésto que les
comparto.
Sólo
afirmé creer en la verdad de esas palabras pronunciadas por Cristo y
por su apóstol, Pablo. ¿Acaso no es eso 'creer en la Escritura, la
Palabra de Dios, y ponerla en práctica'? ¿Por qué, pues, no
vieron mi respuesta con buenos ojos? Porque mis palabras
afirmaban una verdad que sólo tiene validez sobre el fundamento del nuevo pacto establecido por Cristo. Ellos ven en la 'Confesión de 1689' una voz de autoridad espiritual que promueve el pacto antiguo [para ellos eterno] –aunque ya caducado [vea nota más abajo sobre el significado de 'caducado']– como 'ley' sobre el cristiano de hoy, la supuesta 'ley moral' de la cual la Biblia jamás nos habla.
Mis palabras afirmaban una verdad que sólo tiene validez sobre el fundamento del nuevo pacto establecido por Cristo.
Ellos
vinieron a envolverse [bajo la dirección de ese nuevo y joven pastor]
en una asociación de iglesias que exige que sus iglesias miembros sean
fieles creyentes, seguidores y promotores de la Confesión de 1689. Esta
no ha sido la única iglesia que nos ha retirado su apoyo espiritual y
provisión material debido a tales razones doctrinales. Tal parece que
no recuerdan ni les preocupa que el día llegará en que darán cuenta a
Dios, aun por quitarle el sustento a quienes fielmente sirven al Cristo
del nuevo pacto obrado en Su sangre. Eso es dar piedras en vez de pan a
comer. Trágicamente, el 'vivo celo' de ellos por la Confesión los ciega de
manera asombrosa.
Su
nueva postura confligía con mi afirmación a tono con las
palabras ya citadas de Cristo y Pablo, pues esas palabras hablan del nuevo pacto.
Era cuestión de yo dejar atrás lo que el Espíritu de
Dios me enseñó en
Su Palabra, abrazándome a ese documento humano que años
antes traduje
al español, o perder nuestro apoyo financiero de muchos
años [la pérdida también afectó a un nutrido grupo
de estudiantes becados en un Colegio
cristiano en la vecina República Dominicana a quienes
serví como
instrumento de sustento de parte de Dios por algunos años].
Es
un triste día cuando iglesias llamadas cristianas, reformadas,
bautistas, etc., exigen que los misioneros que apoyan se sometan, junto
a ellos, a otra fuente escrita que no sea la Palabra inspirada de Dios.
Lo hacen por aquello de que debe haber consistencia entre lo
creído por
una iglesia local y los misioneros que apoya. Tiene lógica humana...
tiene
sentido común, claro. Pero, con esa acción mostraron que
les importaba más la 'bendita consistencia' en la
sumisión a una Confesión humana que
el querer aprender lo que la Biblia enseña sobre el particular.
Igual
nos ha ocurrido con otras iglesias de reciente persuasión
similar. Su
estandarte es un documento humano, y echan fuera a otros cristianos que
escogen someterse sólo a la Palabra. Ese es nuestro delito!
Trágico!
Importaba más la sumisión a una Confesión humana que el querer aprender lo que la Biblia enseña.
Lo
curioso del caso es que los anteriores pastores me conocían, y estaban
en total acuerdo con nuestras convicciones, ya que eran también las de
ellos. El cambio lo trajo el nuevo pastor quien pudo persuadirlos a un
camino distinto al que llevaban. ¡Todo por someterse a 'Confesiones de
fe'! Todo por complacer a la junta directora de esa asociación de
iglesias que ve en la '1689' su estandarte de la Verdad!
Dicho
pastor me aseguró que volvería a considerar el libro de Gálatas luego
de que le señalara que sus palabras en un breve folleto escrito por él, en el sentido de que "
la ley ES nuestro ayo
", no son compatibles con el testimonio bíblico que dice: "
La
ley FUE nuestro ayo
para llevarnos a Cristo
". Le insistí que 'ES' y 'FUE' no son iguales ni similares... son contrarios.
Me respondió, y admitió tener dudas sobre ese particular
ya que no se había dado cuenta
sino hasta que se lo mencioné en una carta de respuesta.
¡Aún queda esperanza para los tales... Aleluya!
He
dado este ejemplo, pues, con el único fin de hacerle ver al lector lo
que ocurre cuando la 'fe profesada' tiene como ancla un documento
humano, por bueno que haya sido o siga siendo.
Cuando
la Palabra de Dios es la autoridad final en asuntos de doctrina, todas
las 'Confesiones' se examinarán a la luz de la Palabra, y no la Palabra
a la luz de las 'Confesiones'. Repito –en principio– algo ya señalado con otras palabras, a saber:
El fallo no está tanto en las 'Confesiones' [aunque sí tienen fallas y
errores] como en los humanos que las elevan a un lugar de autoridad en
la iglesia, aun contradiciendo claras afirmaciones en las mismas
Confesiones en el sentido de que sólo la Escritura es la autoridad
final de Dios en TODO. ¡Es evidente que decirlo y practicarlo son dos cosas muy distintas entre sí!
¡Sin duda! Toda Confesión humana ha de someterse, arrodillada, a la
Escritura inspirada... ¡NO la Escritura ante las Confesiones!
Cuando la Palabra de Dios es la autoridad final en asuntos de doctrina, todas las 'Confesiones' se examinarán a la luz de la Palabra.
Es más, declaramos, sin temor alguno, que el momento en que una iglesia o
un cristiano particular se aferre, primero, a lo que expresa un
documento de origen humano antes que a lo que la Biblia enseña, ahí se apartó de las Escrituras. Debe ser obvio que hablamos de situaciones en que hay discrepancia entre lo
declarado en el documento humano y lo afirmado en la Biblia. Como
quiera que sea, aunque una Confesión llegara a ser 100% fiel a la
Palabra, nunca llegaría a ser Autoridad, pues hay una sola: la Escritura inspirada. ¡Y esa Palabra no admite sustitutos!
Sin embargo, resulta asombroso que haya cristianos que crean sinceramente que se puede propagar el 'evangelio de la gracia' dentro del contexto de una Confesión que perpetúa el 'pacto de ley',
las 'tablas de piedra' o 'tablas del pacto' según describe la Santa
Palabra. Insisten en que predicarán el pacto antiguo [para ellos, el
pacto eterno... los 10 mandamientos] como el instrumento espiritual que
llevará a los pecadores a Cristo, convencidos de que hacen bien debido
a que no han comprendido que Quien convence el corazón es el Espíritu de Dios mediante la Palabra de Cristo, y
NO
el Espíritu de Dios mediante lo escrito en libros, ensayos o 'Confesiones de fe'.
Quien convence el corazón es el Espíritu de Dios mediante la Palabra de Cristo.
No
es tanto el aspecto de cuál Confesión reciben como resumen de su fe,
sino la perspectiva teológica de que dicho documento humano se dé por sentado
como fundamento de la iglesia de Cristo. Si examina con gran
cuidado los postulados de una Confesión 'histórica' de otros creyentes,
podrá saber si afirman que la iglesia descansa sobre el nuevo pacto que
Cristo obró en Su sangre o si revela su posición como una que da
lugar a la continuación en la iglesia de elementos legítimos sólo bajo
el viejo pacto en tablas de piedra, también conocida como la ley
mosaica.
Si ve referencias al 'día del Señor' y 'la ley moral de Dios' [dadas por sentadas]
es probable que no hallará declaración de que el nuevo pacto en Cristo
sea fundamento de la iglesia debido a que el modelo teológico allí
expuesto sigue lo que se conoce como 'la teología del pacto', muy
distinto a 'la teología del nuevo pacto'. Esa teología necesita del
'pacto eterno' porque no tiene cabida para un nuevo pacto en la sangre
de Cristo que sustituyó por completo al pacto Sinaítico.
Una Confesión... nos informa qué lugar tiene,
Hay
iglesias que afirman públicamente que siguen el nuevo pacto, mas, si se
examina la doctrina que predican y practican, uno se dará cuenta de que
realmente no funcionan bajo ese nuevo pacto sino bajo el modelo de
interpretación teológica que le atribuye al nuevo pacto ser no más que una
nueva administración bajo Cristo de un supuesto pacto eterno o 'pacto
de gracia', el cual aseguran comenzó en el huerto del Edén. Y eso
no es funcionar como iglesia bajo el nuevo pacto, sino sólo tener un
nombre que incluye el término bíblico, 'nuevo pacto'.
Ya
que nombramos el huerto del Edén y la supuesta relación
que tiene con
un pacto del nombre señalado en el párrafo anterior, creo
que es de
importancia y gran valor, aunque sea breve, señalar lo siguiente
sobre
ese tema. A través de los años hemos leído
cómo algunos arguyen que
Dios hizo un pacto en el huerto del Eden, específicamente con
Adán. A
ese tal pacto le llaman 'el pacto eterno' o 'el pacto de gracia'. De
ahí llegan a conclusiones que descartan los 10 mandamientos como
un
pacto de ley severa que mostraba el pecado y 'mataba', [como
escribió
Pablo] viéndolo más bien como un pacto de gracia para,
entonces, ver el
'nuevo pacto' no como uno nuevo sino una 'nueva administración'
de ese supuesto pacto de gracia, o pacto eterno, establecido en el Edén. ¡Todo
un esquema fraudulento ingeniado por el pecado del humano!
Sin
entrar en los múltiples errores bíblicos de tal interpretación, sólo
queremos indicar que el 'texto base' para esta tesis es Génesis 3:15,
que dice: "Y enemistad pondré entre ti y la
mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la
cabeza, y tú le herirás en el calcañar." Esa posición interpretativa enseña que la afirmación, de parte de Dios, de que "la simiente de la mujer heriría en la cabeza a la serpiente"
fue un pacto eterno o de gracia con Adán... así mismo lo
hemos leído en escritos que siguen la teología del pacto
[eterno].
De
que esas palabras de Dios se refieran a la realidad de que, en Su plan
eterno, el Mesías, el Cristo, vendría, moriría y obtendría la victoria
sobre el Diablo no hay la más mínima duda. En ese sentido, fue una palabra profética que miraba hacia la venida del Mesías. Pero, de ahí a decir que fue un pacto con Adán hay que andar gran trecho, ya que esas palabras fueron pronunciadas por Dios a la >>> serpiente: <<< no a Adán!
Dios
tuvo palabra condenatoria para los tres personajes envueltos en ese
primer incidente de pecado en la creación que, hasta ese momento, había
transcurrido en santidad y perfección. 1. A la mujer le aseguró que pariría con dolor.
Por tanto, 'establecer un pacto eterno' con Adán en base a palabras dichas por Dios a la serpiente realmente no nos parece tener base alguna en la Palabra de Dios.
Sin duda son muchos los que creen estas cosas; sólo Dios
podrá abrirles
el corazón y el entendimiento para llegar a conocer la
Verdad.
Sólo Dios podrá abrir el corazón para entender que,
con esas palabras, él no hizo un pacto con Adán ni con la
Serpiente antigua... fue una
palabra de maldición a la Serpiente.
Salen
en viajes misioneros y hacen alarde de que repartirán tantas y cuántas
'Confesiones de fe' a los pastores a quienes visitarán. ¿Es
que ir a evangelizar sólo con la Biblia en el corazón y en la mano es
algo de rechazar... algo vergonzoso... algo que nos delate como
incompetentes? Tal vez los que así hacen no comprenden lo que
dicen y, sin duda, el motivo debe ser uno bueno. Pero, si así fuere,
entonces Pablo fue un incompetente de primera categoría, pues, él sólo
predicaba el evangelio del nuevo pacto. Y en caso de que alguien
sugiriese que él no enseñaba tales documentos porque no existían,
respondería sin titubeo alguno que, no dudo que de haber existido
'Confesiones' en aquellos tiempos, los hubiera "tenido como basura o estiércol por ganar a Cristo".
Sería bueno recordar que en un momento dado, Pablo le pidió a Timoteo que le trajera, desde Troas, su capote, sus pergaminos y libros
[2 Timoteo 4:13]. Era un hombre letrado, pero su vida, predicación y
epístolas siempre eran 'Cristo y nada más que la Palabra de Cristo'. No
creo que esos escritos [con la excepción de que algún pergamino fuera
copia de la Escritura conocida hasta ese momento... lo que hoy
conocemos como los libros del Antiguo Testamento] fueran para nutrir su
predicación o afirmar su fe. Él descansaba sólo en lo que Cristo
le reveló por el Espíritu Santo.
Era un hombre letrado, pero su predicación y epístolas siempre eran 'Cristo y nada más que la Palabra de Cristo'. ¿Qué
semilla quiero dejar en la tierra que yo visité... en las tierras donde
me escuchan cada día en nuestros programas radiales? ¿Lo mucho
que yo pudiera saber o mis posibles citas de autores del pasado cuyos
libros abundan en mi biblioteca personal? [cosa que no hago por temor a
Dios] ¿El dominio que yo pueda tener de tal o cual 'Confesión de fe',
sea la del 1689, 1646, la Westminster, etc., etc.? Le diré con profunda
sinceridad y humildad y no para jactarme, que: a mí sólo me interesa regar la semilla de la Palabra de Dios.
Aparte
de ella Dios no obrará nueva vida en corazones muertos. Aparte de ella
no hay esperanza para el que vive sin Dios. La única semilla que Dios
honra es Su santa Palabra. ¡Cuán hermosos son los pies que llevan esa preciosa semilla de la Palabra de Dios a los confines del mundo!
Despierta,
mi hermano, tú que te precias por tus conocimientos teológicos, por tu
dominio y maestría en la comunicación de cualquier 'Confesión de fe'.
Toda tu obra será en vano si no te dedicas 100% a llevar
la Palabra de Cristo sola
,
sin las Confesiones, los libros y sin tus autores y 'líderes eclesiásticos legítimos' predilectos. Te reto a llevar sólo a Cristo y verás la bendición de Dios.
Que tu sola arma sea la Espada divina; ella es suficiente para la obra completa de salvación y santificación.
Que tu sola arma sea la Espada divina; ella es suficiente para la obra completa de salvación y santificación.
Con mucho amor también te diré: Si consideras que no puedes o no debes predicar sólo de la Biblia, sino fundamentar tus muchos argumentos de enseñanza en fuentes externas a la Palabra eterna
–como lo son todos los autores, teólogos, comentaristas o 'Confesiones
de fe' que tú conoces– te sugiero que medites seriamente en el llamado divino que
profesas tener de parte de Dios. ¿Tal vez servirías mejor al Señor en
otra profesión? Medítalo! Es asunto muy serio con consecuencias
eternas.
La Verdad de Dios sólo es Verdad porque
Si
ese mensaje o respuesta comunica sólo lo que Dios habló,
contarás con
el favor de Dios. Pero si ese mensaje se nutre de fuentes que no
sean la Palabra, sea cual sea el fin buscado, NO estarás llevando
la
Palabra eterna a los oyentes... sólo lo que otros predicaron de
la
Biblia. Ruego que consideres estas palabras con gran seriedad, mi
hermano en Cristo que eres maestro o pastor. Te las hablo con el
más profundo respeto por ti y aún más
celo por la pureza de la
santa Palabra de Dios. Me las aplico a mí mismo primero.
Es
una dicotomía la noción de que el evangelio se lleva en el
contexto de
las Confesiones o de la ley del pacto antiguo. El evangelio de la
gracia entra al corazón y se perfecciona allí por la obra
del Espíritu
de Dios, no por los esfuerzos carnales bajo la ley del pacto antiguo,
los diez mandamientos, no importa que los nombren con términos no
bíblicos tales como 'pacto de gracia' o 'pacto eterno'.
Afirmar
lo contrario es negar la razón de ser de la epístola de
Pablo a los
cristianos en Galacia... y la de Hebreos. ¿Las has leído y
estudiado
con gran cuidado y temor de Dios? Si no, estás aún a tiempo
para
hacerlo... y para rectificar según Dios te ilumine tu alma y
entendimiento.
" ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora váis a terminar por la carne?". Gálatas 3:3
Estudie con gran seriedad la epístola de Gálatas. Medite en el capítulo 3:3 que dice: "¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora váis a terminar por la carne?" ['carne' se refiere al intento de agradar a Dios mediante la obediencia de cualesquiera de los requerimientos del ya caducado pacto antiguo,
las diez palabras o mandamientos, la circuncisión,
observación de días –lo que incluye el sábado, y
otros].
Quien así llega a conocer a
Cristo es colocado, generalmente, bajo la autoridad de una 'Confesión
de Fe' como si ésta fuese la palabra final en lo que a su fe y
obediencia a Dios se refiere. Y más trágico aún es que a esta postura
generalmente le sigue la subyugación de los nuevos convertidos a una
falaz autoridad espiritual, 'casi divina' de escritores y teólogos del
pasado cuyos escritos tan a menudo fomentan dicha sumisión a una u otra
'Confesion de fe' y a cientos de escritos humanos. ¡Qué pérdida de tiempo! ¡Cuán aberrrado, en lo espiritual, es tal proceder! ¿Para qué se congrega la iglesia de Cristo: para saber más de lo que otros creyentes escribieron, o para aprender a los pies de Cristo lo que el Espíritu Santo nos enseña de Sus santas enseñanzas?
Para muchos, el estudiar a otros humanos tan pecaminosos y mortales
como los congregados es algo muy especial. Les infla su ego...
les
levanta su estimación personal de lo mucho que conocen de la
literatura
del pasado. Es cierto que no todos los que así hacen
tendrán ese mismo sentir. Pero, con todo y eso, la puerta al ego
inflado está abierta ante los tales.
He
estado de visita en algunas iglesias –que se rigen por la 1689– en que
la fuente principal del tiempo dedicado al estudio bíblico es un libro
de algún respetado y estimado autor. Bueno será el libro, sin duda, pero...¡NO ES LA PALABRA DE DIOS! En mi biblioteca pastoral personal tengo un amplio surtido de libros
teológicos, comentarios bíblicos, etc., mas, al predicar,
sólo comunico
lo escrito en la Biblioteca divina de 66 libros que lleva por nombre
la Santa Biblia. Toda cita es de esa Palabra, todo ejemplo es de esa
Palabra. No es cuestión de orgullo personal; es asunto de
mi
responsabilidad tan grande a mi Señor y Dios, Jesucristo.
Mejor
sería callar que abrir mi boca para alimentar a las ovejas de
Cristo
del contenido de libros de origen humano. ¡Pensar que en un
día futuro
alguna iglesia use algún libro que he escrito como el texto de
estudios bíblicos! ¡Horror de horrores! qué afrenta
contra Cristo, el Autor de
la Palabra inspirada de Dios!
Toda cita es de esa Palabra, todo ejemplo es de esa Palabra.
Como
ejemplo, mencionaré varios nombres de predicadores, siervos de Dios del
pasado, que escribieron muchos libros buenos. ¿Qué le parece si nombro
al hno. pastor Carlos Spurgeon o a Arturo W. Pink? Sus escritos son
buenos... son bíblicos, pues, en su día, Dios los usó. Pues bien, para este ejemplo
tomemos uno de los libros del hno. Pink... 'Elías'. O tal vez, 'La
Soberanía de Dios'. Los dos son excelentes escritos del hno. Pink..
Las
verdades que estaremos considerando en cada reunión de la iglesia
surgirán del texto del libro y también leeremos los textos bíblicos
mencionados, o al menos sugeridos. Pero, el texto 'guía' principal será dicho libro por el hno. Pink.
Por tanto, a través de los meses, iremos estudiando ese libro hasta
terminarlo. ¡Qué bendición! Todos se gozan. Y sin duda que muchos serán
bendecidos por los temas espirituales que fueron surgiendo durante
nuestro estudio. Hasta aquí... ¿todo bien... o no?
Existe un gran problema... un gravísimo error en todo esto.
Y es que la atención del maestro y los congregados durante todos estos
meses ha estado enfocada en lo que escribió un hombre cristiano, buen
siervo de Dios, mas, un hombre no inspirado.
¡Ya! No dudo que de ser posible [y sé que no lo es...] esos autores,
siervos de Dios del pasado, se revolcarían en sus tumbas si supieran
que hay iglesias, hoy día, usando sus libros como fuente de enseñanza espiritual
en la congregación de los santos. Ellos escribieron para la
edificación del individuo, basándose en la Escritura que ellos
predicaban en la reunión de los santos... no para que sus libros
tomaran –en días futuros– el lugar de la Palabra en el púlpito de la
iglesia de Cristo.
Se revolcarían en sus tumbas si pudieran saber que hay iglesias, hoy día, usando sus libros como fuente de enseñanza espiritual en la congregación de los santos.
Ya
he mencionado que tengo una biblioteca pastoral no tan pequeña.
Supongamos que, de los miles de libros que están en tablilleros en tres
de las paredes de mi oficina, yo decidiera: "aquí tengo al menos unos
20 libros que son joyas espirituales. Me propongo, pues, con la ayuda
de Dios, enseñar estos libros a la iglesia que pastoreo durante los
próximos años. De los varios cultos semanales tomaré uno para realizar
esta meta, ya que deseo que las ovejas de Cristo bajo mi cuidado
conozcan las virtudes bíblicas de estos siervos de Dios así como sus
libros". Se fijó que dije: 'Supongamos...', ¿No? ¡Hipotéticamente! Dios me libre de tal aberración en el santo deber como pastor de las ovejas de Cristo. No es asunto de sentir orgullo por decir que predico 'sólo la Palabra de Dios', como hace poco leí a un pastor escribir con referencia a esta forma de pensar que les comunico en estas páginas. Es asunto de que me avergonzaría ante Dios caer en el error de pensar que las fuentes alimenticias para las ovejas que tengo a mi cargo sean otras aparte de la Palabra inspirada de Dios. De haber algún pastor que predique sólo de la Biblia y que a la vez sienta orgullo personal por ello, en eso estaría pecando. Eso en nada agradaría al Señor que nos llamó a llevar Su santa Palabra.
Con
sinceridad le diré que, en estos momentos, ni recuerdo todos los
nombres de los autores de tantos libros que tengo. ¡Eso no es de valor
alguno en comparasión con la Palabra eterna! De esos libros, algunos son muy excelentes; otros son buenos o
buenísimos, otros son regularcitos y otros tan pobres que sólo los
tengo como referencia y evidencia de los disparates que muchos cometen
en el nombre del Señor. Todo libro no inspirado palidece ante la suprema gloria y perfección de la Palabra inspirada de Dios. ¡Esa es PERFECTA! ¡Toda gloria sea dada sólo a Dios!
Todo libro no inspirado palidece ante la suprema gloria y perfección de la Palabra inspirada de Dios.
En
resumidas cuentas, a lo que voy es ésto: En ninguna iglesia de
Cristo debe ocurrir que el texto de estudio sea uno que no fuere la
santa Biblia inspirada de Dios. Que un pastor recomiende a las ovejas
algún libro que le ha sido de bendición en su lectura personal... 'ese
es otro cantar', como decimos aquí en Puerto Rico. Si dicha
recomendación es atinada o no es otro asunto aparte. Y, sobre
todo, cualquier recomendación tal debería ser sólo para que esa oveja
lea ese libro en 'su casa', y 'a la luz de la santa Biblia, la única Palabra eterna.
Que la Palabra de Dios sea la única palabra predicada debe ser la meta y ocupación de cada iglesia verdadera de Cristo. Aquellos pastores que aman a su Señor y Salvador entenderán que son "dechados de esa grey",
por lo que les consumirá su pasión por llevar a esas ovejas solamente a
la Palabra de Dios. No darán lugar a que, al congregarse, se haga otra
cosa que no sea la alabanza legítima a Dios y Su glorificación a través
de la certera comunicación de la Palabra eterna... directamente de esa
Palabra inspirada. No permitirán que pastores de otras
congregaciones actúen cual obispos sobre ellos, con una 'voz cantante'
en lo que esa iglesia sujetada deberá enseñar o hacer para controlar a
las ovejas. Ese es puro jerarquismo, y hiede ante las narices de Dios [Ezequiel 8:17].
Pastores así vendrán ante la congregación como si hubieran acabado de estar reunidos con Dios mismo. ¡Es
que sólo Ella es Palabra de Vida! Cuán trágico que
no todo predicador
del evangelio lo crea o practique así. ¿De
qué me vale... y qué
provecho traerá a mis oyentes si, a través de un mensaje,
yo cito vez
tras vez a fuentes que no son la Palabra, cada vez diciendo algo
así:
'Según ese gran teólogo, fulano de tal'... o, 'Nos dice
el puritano tal esta preciosa verdad'? Repito... no negamos que en nuestro estudio
personal
hayamos podido ser edificados espiritualmente en la Palabra por algo
que leímos en un libro no inspirado. Ocurre, y debe
ocurrir. Pero,
¡hacer de esas fuentes parte del alimento espiritual para las
ovejas...
que no se nombre ni ocurra entre nosotros! ¡Sin embargo,
ocurre; y
mucho! El bien que recibí, ¿Fue de ellos o fue del único y verdadero Dios soberano de Quien ellos me hablaron en sus páginas escritas? Entiendo lo que sería alguna mención breve, a modo de un sincero testimonio, de algún siervo de Dios del pasado. Pero, no es a eso a lo que nos referimos, sino a la acostumbrada cita de los escritos o de los mensajes grabados como si ese contenido fuera la fuente espiritual de dónde habrá de venir el bien a las almas que escuchan. Imagínese que, luego de yo –como pastor– haberle enseñado a las ovejas bajo mi cuidado unas sencillas y claras doctrinas de la Palabra que hablan de la necesidad de la evangelización, que me entere, luego, de que uno de los miembros salió de la iglesia con tanto fervor evangelizador que, a la primera persona que vio en la calle, le comenzó a hablar de Cristo. Hasta ahí... bien. Pero, se me informa también que ese miembro hacía ahinco en el evangelio que le hablaba a ese pecador, en varias ocasiones afirmando que lo que decía era la verdad porque su pastor así se lo había enseñado en la iglesia. Sirva ese sencillo ejemplo para ayudarle a ver que, cuando las fuentes humanas, extra-bíblicas se traen a la predicación con todo el peso y autoridad como si fueran bíblicas, se ha hecho lo mismo que ese sencillo hermano quien, en su afán por evangelizar, creyó equivocadamente que citar a su pastor era una metodología de lo más correcta, siendo realmente, todo lo contrario. Lo correcto hubiera sido que ese creyente, miembro de esa iglesia, le hable la verdad del evangelio de Cristo a otros haciendo referencia sólo a la Escritura que aprendió a través del ministerio de su pastor. Sería nada más que la Biblia lo que comunicaría... no el hecho de que su pastor lo predicó. Es necesario que ambos –el o los miembros, así como el pastor– estén citando, todos, de la Palabra inspirada, y solamente de Ella Para que no quede duda alguna en su Espíritu sobre lo que estoy diciendo, le daré otro sencillo ejemplo...
¿Qué valor o poder espiritual imprimirá al mensaje el que yo esté nombrando a estos siervos del pasado?
Supongamos
que estoy por predicar una serie de mensajes sobre el Salmo 119. En ese
proceso de preparación espiritual, mi lectura básica y principal será
la misma Palabra... vez tras vez, hasta sentir que mi alma es poseída, literalmente, por el contenido completo de dicho Salmo.
Ahora bien, en mi biblioteca tengo unos cuantos comentarios y libros de
estudio sobre los Salmos, incluso uno muy excelente sobre un Salmo
específico, el 119. Así que, aprovecho para
también leer, aunque
sea por encimita, lo que esos siervos de Dios escribieron en sus libros
sobre el tema. Puede ser que lea algunas cosas con las que discrepo, en
cuyo caso le dejo un breve comentario al margen de la página
[para eso
son los márgenes!, ¿no?].
En
otros casos, es probable que lo leído me edificó de forma genuina. El
asunto es que, cuando llegue el momento de dar inicio a la serie de
mensajes, pudiera ser que, en la introducción a los mensajes, tal vez
dé fe, honestamente, de que mi alma ha sido bendecida durante el tiempo
de estudio y preparación. Al afirmar que la Palabra de Dios ha sido, es
y será mi única fuente de inspiración sobre el tema, podría también
señalar que he sido bendecido por varios mensajes impresos ofrecidos
por el hno. pastor C. Spurgeon en la iglesia que pastoreó en Londrés a
finales del siglo pasado. Lo mismo podría decir de otros siervo
cuyos mensajes o escritos me hayan sido de verdadera bendición y ayuda
espiritual. Ahora bien, en el caso de que haya hecho tal señalamiento como he ilustrado arriba, hasta ahí llegó. ¡Punto! Lo que leí de tal y cual siervo de Dios fue para mí espíritu. Fue como si me transportara al momento en que predicó 'en vida' ese mensaje. Pero, ahora soy yo el vaso de barro llamado para hablarle a las ovejas frente a mí; y será sólo la Palabra de Dios. ¡Punto! Jamás
me escucharán decir, ni debería ningún predicador de
Dios decir algo así: "Mis hermanos, sobre esta preciosa verdad,
el hno. tal o cual de
tal tiempo y lugar ha escrito lo siguiente sobre este punto..." Jamás deberán escuchar palabras así: "Sobre este
tema que hoy estamos
considerando, creo que nadie se ha expresado tan bien y con tanto poder
como ese siervo de Dios y poderoso teólogo, el Dr. tal y tal."
Ahora soy yo el vaso de barro llamado para hablarles a las ovejas frente a mí sólo la Palabra de Dios.
El púlpito es para que el pastor local o visitante alimente a las ovejas que le escuchan sólo con la Palabra de Dios
y no con lo que otros enseñaron a sus ovejas o tal vez sólo escribieron
en un libro de teología. Ahora bien, estoy seguro de que tiene
que haber predicadores y pastores cristianos cuyas referencias a otros
siervos se limiten a un breve testimonio personal al inicio de un
mensaje, según ilustré arriba. Mas, la realidad es que, hasta el día de
hoy, rara vez he escuchado tal uso breve de nombres de otros
predicadores en esa manera. Por lo general, el uso común es tomar lo predicado o escrito por otros para alimentarlo a las ovejas como si fuera 'la comida de hoy', calificación que sólo le pertenece a la eterna Palabra de Dios.
En ésto nos dan a entender que de veras creen que su prédica tendrá más
'impacto espiritual' en los oyentes si el contenido de la misma se
nutre en gran medida de 'pastores y maestros venerables', sabiendo
nosotros, a través de la Palabra, que el
genuino impacto al corazón sólo puede venir de las
Escrituras, y sólo a través de la obra del Espíritu.
Y si no fuere el caso uno de sincero convencimiento de que tantas citas
de predicadores del pasado serán para el bien espiritual de los
oyentes, tendríamos que preguntarnos, pues, "¿Y cuál es su meta y
propósito? ¿Dar la impresión de lo mucho que leen... de los muchos
libros que poseen, etc., ad infinitum?"
¿Qué es lo que los motiva? Y, si su sincero motivo es
exclusivamente alimentar a las almas que les escuchan, es
obligada la pregunta: ¿Y dónde, cuándo y
cómo fue que perdieron la visión bíblica de que
las palabras de Cristo a Pedro –"alimenta a mis ovejas"– es con
referencia a la Palabra de Cristo, y solamente Esa?
Lleva sólo la Biblia contigo... no lleves ni instruyas a tus oyentes en las Confesiones o en otros escritos o mensajes de humanos.
Pon ante los ojos y oídos de tus oyentes a Cristo en lugar de esos hombres que te fascinan y asombran. Recuerda que no existe 'autoridad eclesiástica legítima' fuera del Espíritu de Dios. Además. recuerda que no hay fundamento verdadero que no sea lo escrito en los 66 libros inspirados.
El único instrumento humano que ha de intervenir entre esa Palabra de
Dios y el oyente eres tú, mi hermano pastor, evangelista o laico, y
sólo como un vaso de barro, ineficaz que somos todos, comenzando
conmigo.
A modo
de ejemplo personal, hace algunos años me ocurrió algo muy revelador
mientras predicaba la Palabra de Dios fuera de mi país. Iba en un
vehículo en compañía de varios hermanos en Cristo, pastores en sus
respectivas iglesias. Uno de ellos, a quien ya yo conocía como un
pastor cuyas creencias se ajustan a una 'Confesión de fe' muy
particular, la del 1689, de momento me preguntó: "Hno. David... ¿qué autores y libros está Ud. usando en sus prédicas sobre el libro de los Salmos?" Dios es mi testigo de que esa fue su pregunta a este vaso de barro.
Sin
ánimo alguno que no fuera un Espíritu humilde de amor cristiano, le
respondí: "Realmente, mi hno., aunque tengo en mi biblioteca muchos
comentarios muy buenos sobre el libro de los Salmos, nunca inciden los
mismos en mis predicaciones, salvo la lectura que yo haya podido
efectuar en mis momentos de estudio personal. No los cito, así sea el
autor o su libro... y la razón por ello es sencilla: sólo
quiero comunicar lo que el Espíritu de Dios escribió; es ésa la única
fuente que puede obrar en las manos de Dios para hablar a las almas".
Le indiqué que evitaba referir a los oyentes a libros y autores ya que,
así, les daría la falsa esperanza de que lo que
escribieron o aún
escriben tiene 'autoridad espiritual' hoy día... que es alimento
espiritual para sus almas a la par con la Palabra inspirada. Dios
nos
libre de tal ofensa contra él."
Sólo quiero comunicar lo que el Espíritu de Dios escribió.
El
silencio que siguió a mi respuesta y comentarios a él fue de esperarse. El tema de
conversación fue cambiado rápidamente por ese amado hermano en Cristo.
Mi respuesta había tocado muy de cerca a su experiencia personal y la
de muchísimos más. Respondí sin ofender... fui manso, mas, sé que
toqué un punto sensitivo que, para los que así practican, es causa de
ofensa, cuanto menos, de incomodo.
Mas,
la verdad del caso es que, a pesar de poseer esa amplia y excelente
biblioteca teológica ya aludida antes, mi predicación no ha de conducir
los 'ojos de las almas que me escuchan' a otro lugar que no sea esa
inspirada Biblioteca divina de 66 libros que Dios nos ha dado, a saber,
su santa Palabra, la Biblia. Y si eso no es bienvenido en una iglesia
llamada 'de Cristo', pues, el Señor me llevará a otra donde habrá almas
esperando oir nada más que la Palabra eterna, tal como aquellas almas
en la casa de Cornelio que esperaban, hambrientas, oir Palabra de Dios
de su emisario que estaba ya en ruta hacia ellos: el apóstol Pedro.
Evito, a como dé lugar, el levantar en alto a los tales 'hombres venerables'. Es nuestra opinión que tal práctica denigra la auténtica autoridad única de las Escrituras.
Es alimentar a las ovejas con 'migajas viejas' que, en su tiempo,
seguramente fueron panes sabrosos y alimenticios. Y ésto no es otra
cosa que la sustitución de lo espiritual con lo humano. Y lo
triste del caso es que muchos de los que así hacen, creen –aun con
genuina sinceridad– que sólo están comunicando la Palabra de
Dios.
Es alimentar a las ovejas con "migajas viejas" que, en su tiempo, seguramente fueron panes sabrosos y alimenticios.
En
la sinceridad de muchos de esos pastores no dudo en creer; mas, su
sinceridad no cambiará su errado proceder. No pueden comprender que la
Palabra que están comunicando la están 'filtrando', primero, a través
del cedazo de siervos de Dios del pasado y 'Confesiones de fe' de
origen humano... y a veces 'Confesiones' que mantienen vivo lo que Cristo mató con su muerte en la cruz, a saber,
el antiguo pacto, las diez palabras, las tablas de piedra dadas en el SINAÍ...
NO EN EL EDÉN!
Es
un patrón, un estilo en que cayeron cuando dejaron de someterse a las
Escrituras como la única regla autoritativa sobre sus conciencias y
almas. Estos novedosos conceptos llegaron a fascinarlos,
cayendo en la trampa con suma facilidad. Es una tragedia; es una
práctica que lleva a muchos pastores y líderes
espirituales así
convencidos a regir las conciencias de las ovejas bajo su cuidado con
mano dura, sujetándolas a sí mismos o a quienes ellos, a su
vez, están
sujetados o, cuanto menos, a sus dictámenes que, usualmente,
suelen ser
meras implementaciones de
normas tradicionales y humanas que ellos han elevado para sí mismos al nivel de 'autoridad divina, bíblica'
.
"¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad...?" Gálatas 3:1
Tal
fascinación lleva a muchos, me temo, a tropezar en la oscuridad de su
propia vanidad y orgullo. Recuerdo un triste caso que escuché con mis
oídos y vi con mis propios ojos cuando un joven pastor, muy animado,
declaró a los presentes en una conferencia a la cual asistí como
oyente, que, 'cual vaquero del oeste de los EE.UU., venía armado con
sus dos pistolas' [entiéndase las armas de su predicación], a saber: dos específicos pastores y escritores a quienes nombró con obvia satisfacción y orgullo. ¡Cuán trágico! La iglesia anfitriona le pagó el pasaje aéreo, le dio alojamiento y ofrenda de amor para que, a fin de cuentas, las ovejas recibieran alimento viejo de otros siervos de Dios actuales y del pasado. Le hubiera salido más económico a la iglesia anfitriona imprimir copias de lo que se leería [¡Sí... ese predicador leyó los mensajes impresos de esas dos pistolas!] y repartirlas a los oyentes. Recibirían lo mismo, ni más ni menos. No comprenden que con tal actitud y proceder se autoproclaman no más que incompetentes para comunicar la Palabra de Dios... son meros ecos, 'estaciones repetidoras' de lo que otros predicaron o escribieron. ¡Cuán trágica realidad carcome las iglesias visibles! ¡Cuán trágico que se trate, en gran medida, de iglesias que se glorían de que predican la doctrina de la gracia! ¡Si fueran 'repetidoras de la Palabra, otra cosa fuera!
Incompetentes para comunicar la Palabra de Dios... son meros ecos, 'estaciones repetidoras' de lo que otros predicaron o escribieron.
Fui
testigo de lo mucho que leyó, palabra por palabra, de esas dos
'pistolas'. Apenas hubo, si alguna, exposición y aplicación bíblica, y
era precisamente eso lo que necesitaban las almas de los pastores y
demás familiares presentes ese día. No dudo de la sinceridad de su
motivación, mas, allí no se sembró semilla eterna de la Palabra, sólo balas viejas de unos pobres y viejos vaqueros no inspirados! Muy diferente a la Espada del Espíritu de Dios!
Y
ese joven pastor ni se inmutó al declarar tan abiertamente que su
mensaje sería, básicamente, lo que sus admirados y amados predicadores
habían predicado en el pasado. ¡Triste comentario sobre lo que llenaba los ojos y fascinaba a ese predicador! Ni
se avergonzó de admitir en público que sus fuentes
serían hombres admirados por él en lugar de la Biblia.
Al menos fue honesto al informar a los oyentes cuáles
serían sus fuentes. De hecho, se evidenció cierto orgullo
cuando dijo: "Voy a
predicarles lo que mis 'superiores' ya han predicado," al menos así fue
que se percibió desde mi lugar en la sala de reunión. Y digo más: "Quienes
no disciernen la hipocresía y el orgullo carnal que en tales
situaciones se exhibe padecen del mismo pecado y darán cuenta a Dios
por ello".
Todo este tipo de situación es el producto de
religión evangélica que descansa más en documentos humanos que en la Palabra inspirada
. Se les olvidó que la
fuerza salvadora viene sólo del Espíritu de Dios,
no de nuestros esfuerzos por impresionar con lo que otros predicaron,
escribieron o creyeron. Seguidores se producirán; y a veces en
grandes números, mas, plantas espirituales sólo se verán cuando se
siembre la simiente de la Palabra y Dios la bendiga con Su rocío
celestial.
Se les olvidó que la fuerza salvadora viene sólo del Espíritu de Dios, no de nuestros esfuerzos de impresionar con lo que otros predicaron, escribieron o creyeron.
Quisiera
agregar aquí una breve nota 'al calce' sobre este muy definido esfuerzo
por impresionar al oyente con la supuesta sabiduría y brillo de esos
antiguos autores no inspirados. Pienso que no se han dado cuenta de
que, con tal proceder, realmente comunican a las ovejas que los
escuchan la noción de que, quien en ese momento ocupa el púlpito, realmente no se considera ser un ministro capacitado por Dios. ¡Y así no es el ejemplo bíblico... garantizado!
No
tenía escuela... era zapatero de oficio... de los muy rudimentarios.
Pero, Cristo era su gloria, su gozo, su esperanza. Y hasta el día de
hoy hay hermanos aquí en PR que recuerdan su humildad y sencillez al
traer la palabra, obviamente no letrado en la escuela, pero poderoso al
ser usado por Dios para llegar a las almas. Una de esas personas es mi
único hijo varón. Cuando lo recuerda, siempre es con mucha emoción.
Recuerdo
cómo –hace muchísimos años, aquí en Puerto
Rico– un pastor a quien yo
conocía me insistió un día en que ciertas porciones
de la epístola de
Pablo, Efesios, no se podían enseñar a cristianos muy
jóvenes e
inmaduros. En específico se refería al cap. 1 y 2. Para ese
tiempo ya él llevaba más de diez años como pastor
del mismo rebaño de ovejas. No
podía comprender que el responsable principal por el crecimiento
de las
ovejas de Cristo, a través de la alimentación espiritual que
procede de
la Palabra, es el pastor -él- por lo que, admitir que "no
había ovejas
maduras como para recibir o tolerar esa Palabra de Dios en Efesios",
¡luego de 10 años!, era una tácita admisión de su
fracaso personal como
pastor aunque así no lo comprendiera.
No podía comprender que el responsable principal por el crecimiento de las ovejas de Cristo, a través de la alimentación espiritual que procede de la Palabra, es el pastor. La realidad es que, 'no hay porción bíblica que no está al alcance del creyente más sencillo', ya que es el Espíritu Santo quien enseña al corazón. Las verdades más profundas las escribieron los apóstoles a los cristianos de su día, en su mayoría recién convertidos.
Por
eso es que darle tanta prominencia a autores, pastores y teólogos del
pasado, sus libros y Confesiones, etc., como parte de su predicación en
la iglesia, no es sino un clarísimo indicador de que tal predicador no
se ve a sí mismo como un vaso útil en las manos de Dios, capacitado
como ministro del nuevo pacto. Su fascinación con otros siervos de Dios le ha incapacitado para medir sus propias acciones con la vara espiritual de la Biblia por lo que, siendo
mero "eco" y "repetidor" de lo que otros dijeron o escribieron, cree
haber escalado las alturas de lo que él entiende, erradamente, es el
'ser un gran predicador'.
Un
sencillo ejemplo de tal tipo de contradicción, sea a sabiendas o por
ignorancia, es el caso de la predicación del muy conocido pastor
londinence, Carlos Spurgeon. Él escribió y predicó con gran ahinco el
evangelio de Cristo, llamando al arrepentimiento a todo pecador.
Escribió, entre muchísimos libros, uno muy sencillo que se intitula 'El Ganador de Almas'.
Dicho escrito ha sido utilizado por cristianos que no aceptan la gracia
soberana de Dios en Su elección de pecadores a salvación según su santa
voluntad para tratar de probar que Spurgeon enseñaba y practicaba la
teoría del libre albedrío.
Mas,
la realidad fue todo lo contrario. Él sabía que era mandato de
Dios el
que se predicara el evangelio a toda criatura a la vez que todo pecador
estaba obligado por Dios a creer en Cristo como Señor y
Salvador. También creía y predicaba las enseñanzas
de la Palabra sobre la
doctrina de la elección. He leído uno de sus mensajes
sobre ese tema, y
no cabe duda de que fue un fiel comunicador de todo el Consejo de Dios,
la doctrina de la elección incluída. No fue un predicador
expositivo,
en el sentido propio de la palabra, sino uno que predicaba usando de
temas que arrestaban la atención. Pero, sus temas siempre
provenían de
las Escrituras, las cuales siempre expuso fielmente. Yo poseo la colección de mensajes predicados por C. Spurgeon; es bastante abultada... muchísimos libros. están en los tablilleros de mi biblioteca. A veces leo uno de sus mensajes, y siempre me edifican. Pero, nunca ha entrado al púlpito conmigo alguno de los mismos ni siquiera una cita de allí. Él era un pecador salvo por la gracia igual que lo soy yo. La fuente de Verdad para los dos fue y es la Escritura. ¿Voy, pues, a hablarle al alma de un oyente lo que Spurgeon dijo o escribió, o lo que Dios nos dijo a ambos a través de la Palabra inspirada? Se cae de la mata la respuesta. Lamentablemente, muchos aún no lo entienden. Mejor le fuera ser mecánico o agricultor. Pero, ¿Predicador de Cristo? ¡Así no! Si yo quiero 'oir' a Spurgeon, para eso tengo sus libros [y son muchos]. Pero si yo quiero oir y enseñar la Palabra de Dios, sólo la Biblia funciona. Lo demás viene a ser sustituto de la Palabra... viene a ser basura en comparación.
Los demás autores vienen a ser predicadores que me hablan por medio de sus mensajes y estudios escritos. Mas, la función del predicador genuino es encaminar a sus oyentes hacia la Palabra de Dios y, cuando así lo hayamos logrado, habremos cumplido la encomienda de 'levantar en alto al Pastor de los pastores'. Yo, como pastor y siervo de Dios del día presente quiero ser como los fieles siervos de antaño, a saber: llevar a los que me oyen a los pies de Cristo... no a los pies de esos viejos predicadores y sus escritos. ¡Sólo así honraré al Señor que me llamó! Pienso que si esos siervos de Dios, ya con él, supieran que los han elevado como fuentes legítimas de sana doctrina, querrían volver por varias horas para censurar a los que así han hecho y darles una buena 'cogida de cuello'. Claro que, no es más que mi hipótesis imposible! Lo cierto es que, aquellos siervos no tendrán que hacer nada, pues, Dios se encargará de ello en su santo y perfecto juicio.
La función del predicador genuino es encaminar a sus oyentes hacia la Palabra de Dios.
Esa práctica de elevar a los siervos de Dios del pasado [y a veces del
presente también] como fuentes de sana doctrina, en vez de edificar al
nuevo creyente en la Palabra sólo va formando un 'legalista religioso
riguroso', sujetado a lo que hombres del pasado creyeron, con muy
limitada o ninguna libertad de Espíritu para encaminarse por un sendero
de aprendizaje y crecimiento en el Espíritu. Fomenta, además, un
constante temor diario de que en algo pudiera desobedecer la ley de
Dios e incurrir así su ira, particularmente en lo que a la 'observación
del día del Señor' [entiéndase el sábado, el cual ha sido mudado, según
alegan, al primer día de la semana: alegato sin fundamento bíblico
alguno] se refiere. Así,
la adoración pública y privada llega a ser, tan a menudo, una muy
rígida, estructurada, muy sombría en donde, en lugar de haber libertad
y gozo del Espíritu –cosa que algunos de los tales ven como algo
carnal–, permea la noción de que mientras más seria y 'piadosa' la
reunión y más 'controladas las emociones genuinas del alma' en la
adoración privada y pública a Dios, mayor la aprobación de Dios a la
adoración que le están ofreciendo. ¡Cuán equivocados están! ¡No todos
los que están dentro de los círculos eclesiales sujetados a la teología
del pacto actúan así; lo sé... y gracias a Dios por ello! ¡Pero,
muchos sí! ¡Es una piedad falsa,
fabricada! Sé de almas que han sido tan afectadas por este tipo de
control que han tenido que irse de la iglesia local donde eran
miembros, llegando algunos a necesitar ayuda sicológica debido al
control mental ejercido sobre sus almas por líderes que los sujetaban
con las Confesiones y la vara de ley. Son casos tristes, y no son
pocos! La vara de Moisés hiere y mata; el yugo del Señor es liviano; levanta el alma.
Son mutuamente excluyentes. Cristo quitó lo viejo y estableció lo nuevo en su sangre.
Rechazar esa tan gloriosa verdad es rechazar la enseñanza medular del
libro de Hebreos... en fin, del Nuevo Testamento [pacto].
La vara de Moisés hiere y mata; el yugo del Señor es liviano; levanta el alma. Son mutuamente excluyentes.
Vivimos
en días en que algunos cristianos –sinceros en su afán, por cierto–
creen que la 'herejía mayor' que pueda cometer un creyente es el poner
en tela de juicio o cuestionar algo que una 'Confesión de Fe' asegura
'es la verdad'. Creemos, con corazón sincero ante Dios, que
ninguna 'Confesión' está por encima de la Biblia ni ha de ser consultada como 'la palabra final' en asuntos de doctrina bíblica. Que sirvan como un resumen de lo que afirmamos creer, como una ayuda en la controversia, pero, palabra final...JAMÁS! ¿Dónde queda la Biblia en tal situación? ¿Por qué, pues, ofrecer en esta sección el texto de otra
'Confesión de Fe' histórica? Se hace con el único propósito
de proveerle a usted, nuestr@ amig@ o herman@, un vistazo histórico a
lo que cristianos bautistas de hace varios siglos se atrevieron
declarar públicamente como su fe y práctica... a sabiendas de que tal
afirmación les podría costar sus vidas, aunque temporalmente
experimentaban cierta bonanza social traída por el Rey de turno. En ese
momento histórico, dicho documento
no era más que su honesto resumen de la verdad bíblica
conocida, creída y practicada por ellos en ese momento.
Acerca del mismo no estaban declarando: "ésta es nuestra Confesión a la que nos sometemos" sino "estas palabras expresan de manera resumida, hoy, lo que afirmamos es la verdad de las Escrituras a las cuales estamos sometidos."
Se hace con el fin de que usted pueda alcanzar más conocimiento de la
historia natural de la iglesia de Cristo y, así, llegar a ser fiel hij@
de Dios en el día presente por haber puesto su fe completa en las
Escrituras inspiradas y no en documentos humanos.
Estas palabras expresan de manera resumida lo que afirmamos es la verdad de las Escrituras a las cuales estamos sometidos.
Creemos que es imperativo ofrecer balance
tocante al conocimiento de estos documentos doctrinales humanos.
Quien se topa por primera vez con la 'Confesión de Fe de Londres del
1689' debe también saber que no fue éste el único documento tal; debe
saber que ésta fue precedida, por unos cuantos años, por la versión original,
bautista, del 1644[46]. De hecho, hubo ediciones antes de esa y varias
más después de la misma y antes de la del 1689.
Las perspectivas doctrinales entre la
'1646' y la '1689' son, en algunos puntos, diametralmente opuestas,
particularmente en lo que a la ley de Dios –el pacto antiguo y el
nuevo– se refiere, así como las normas que bajo estos dos pactos
fueron y siguen siendo aplicadas por muchos al pueblo de Dios. La
del 1646 es, además, más clara y abundante en sus declaraciones tocante al evangelio de la gracia en Cristo.
Además,
debemos afirmar, en espíritu de honestidad histórica, que
hubo buenas y bíblicas 'Confesiones de fe' de otros grupos que
antecedieron ambas
Confesiones ya señaladas. Estas dos no fueron ni son las únicas 'Confesiones de fe'
bautistas, ni mucho menos las únicas si tenemos en cuenta la gran
variedad de denominaciones. Lo señalamos así porque, al escuchar lo que
algunas iglesias expresan sobre la Confesión de fe del 1689, 'su norte'
en asuntos de fe y práctica, uno bien pudiera pensar que es la única
que existe y que cuenta con el favor y la bendición de Dios. En nuestra
biblioteca tenemos libros que recogen de forma textual muchas de esas
antiguas Confesiones, algunas largas, otras cortas.
Estas dos no fueron ni son las únicas 'Confesiones de fe' bautistas.
Cuando
en la década de los '70 este servidor tradujo al castellano la
'Confesión de Fe de Londres del 1689', lo hizo en momentos en que la
iglesia que pastoreaba se encaminaba a confeccionar su propia
'Confesión'. Al llegar a nuestras manos la del 1689 –en inglés–
sentimos que el trabajo anticipado se nos había hecho más fácil:
ahora sólo era cuestión de traducir, darnos a la tarea de estudiar el
documento completo y presentar dicha 'Confesión' a la iglesia para su
aprobación o rechazo. Y así se hizo. Se estudió durante un año y
se adoptó. Hasta ahí, todo bien.
Mas,
el pasar de los años en el estudio y la enseñanza de la Palabra de Dios
comenzó a darnos más agudeza en el conocimiento de la Palabra.
Comenzaron a aflorar áreas de doctrina en donde ahora veíamos que, a
veces, la 'Confesión' confligía con la Biblia. Gracias a Dios que él
nos había librado de colocar dicha 'Confesión' en un lugar de autoridad
sobre nuestra conciencia. Él nos había guiado a conservar la convicción
de que,
la Biblia, y élla sóla, era nuestra autoridad
.
Estábamos atados a la Biblia –¡y ésto sólo por la gracia de Dios!– y no atados a la 'Confesión'.
Es ésa nuestra actitud hacia las 'Confesiones'. Pueden ser muy buenas, útiles y nos revelan la sinceridad de las convicciones de quienes con gran dedicación las escribieron. Podemos usarlas con legítimos beneficios espirituales, pero, eso sí, en su lugar: sujetadas a la única autoridad, la Palabra de Dios, la santa Biblia.
Los
creyentes de una época en particular enfrentan muy definidos y
específicos ataques de parte del maligno a su fe, sus iglesias y
sus
personas. Por ésto, el énfasis, enfoque y contenido de sus
'confesiones' podrá ser muy distinto al de 'confesiones' escritas
en
otra época, otro país, otra cultura. En ésto nos referimos
al
mayor o menor peso que algunas doctrinas recibirán, así
como a las
aplicaciones locales de dichos preceptos.
Es por ésto que hay gran peligro en atribuir 'autoridad bíblica' a una 'Confesión' histórica, así sea autoridad implícita, tradicional o declarada.
La Palabra de Dios es nuestra única fuente de verdad; es eterna, es
nuestra regla de fe. Cuando élla es el fundamento y base de
nuestra 'Confesión', dicha 'Confesión' será siempre un fiel reflejo de
la Palabra de Dios en cualquier época, en todo lugar y ante cualquier
error prevaleciente. Y es la Palabra de Dios... y solamente élla, la
que instruye y fortalece a la iglesia de Cristo para que realice su
llamado de ser un 'baluarte de la verdad'. Ninguna 'Confesión de fe'
humana tiene esa capacidad y encomienda, no importa que un comentario
sobre la misma lo asegura de esa manera. 'Sola Escritura' es la enseña.
La Palabra de Dios es nuestra única fuente de verdad; es eterna, es nuestra regla de fe
Poseo
en mi biblioteca un libro muy extenso que es una precisa reproducción
fotolitográfica de un original del siglo17. En el mismo se ofrecen
muchas asombrosas historias gráficas de la matanza de cristianos en
regiones entre Italia y Francia, mayormente bajo la persecución de la
iglesia católica romana. También se ofrecen, en su litografía original,
un gran número de 'Confesiones de fe' de iglesias individuales de esa
región. Atrae la atención el hecho del mucho énfasis en 'el pecado de
los salones de baile' y ciertos juegos de azar, algunos de los que hoy
gozan libremente muchos cristianos. Sin embargo, para ellos eran
actividades pecaminosas, y así se recoge en sus 'Confesiones de fe'.
En otras palabras, estos documentos ocurren en el contexto de la vida de iglesias particulares,
por lo que muchas áreas de aplicación doctrinal serán muy distintas a
las de creyentes en otros lugares y otras edades. Cierto es que la
Verdad de la Palabra nunca variará: es eterna, perfecta,
inmutable. Mas, cuando creyentes la aplican a sus vidas, lo hacen de
acuerdo a sus convicciones y éstas podrían cambiar o ser muy distintas
en otros lugares, por lo que elevar a nivel de 'rector de la ortodoxia
doctrinal cristiana' a tales documentos es un grave error... ¡en muchos
sentidos!
Teniendo
en mente todo lo arriba expuesto, le ofrecemos la histórica 'Confesión
de Fe de Londres de 1644[46]' para que usted tenga la oportunidad de
estudiar la doctrina bíblica allí expuesta, comparándola con su fuente
autoritativa, la santa Biblia. Lo único que pretendemos es que
usted, al estar mejor informad@ sobre estas cosas, pueda llegar
finalmente a saber que su alma y conciencia están sujetadas a la Palabra
y no a documentos humanos, sean del presente o del pasado, por buenos
que sean y por sinceras que hayan sido las intenciones de sus autores.
Que lo que cree y practica sea porque la Biblia se lo enseña y no
porque una Confesión humana se lo requiere.
Lo
único que pretendemos es que usted... pueda llegar finalmente a saber
que su alma y conciencia están sujetadas a la Palabra y no a documentos
humanos.
Esta
'Confesión de Fe' [1646] consiste de la primera parte principal,
y de
un apéndice más breve escrito por un siervo de Dios de aquellos
días, Benjamín Cox. Cuando comenzamos esta
traducción, lo primero que
ofrecimos fue dicho apendice en su totalidad. Gracias a Dios, la
traducción del documento se completó y está
disponible para su lectura
y escrutinio. Le invitamos a que la imprima para así poder
conservar el
documento de manera más permanente.
Sobre
este asunto de 'traducciones', queremos asegurarle a usted, muy
distiguid@ y apreciad@ visitante... es más, ¡queremos garantizarle!...
que lo que leerá es y será una fiel y muy honesta adaptación a nuestra
lengua castellana. Estemos o no de acuerdo con cada detalle
del documento original – recuerde que es de origen humano!– practicamos en VGC la honestidad literaria e intelectual.
El documento es uno de carácter histórico, por lo que alterarlo,
ya sea quitando o agregando a su contenido, sería faltarle no sólo a su
historicidad sino también al lector del mismo, ya que estaría leyendo
sólo lo que nosotros hayamos decidido debería ser su contenido. ¡Cuente
usted con que habremos de ofrecerle una honesta y fiel traducción a
nuestra lengua! Es nuestro deber.
En
la medida que encontremos fuentes para otras "Confesiones de fe" que
han sido preservadas para nuestro provecho –y que sean en español, ya
que en inglés existe una vasta colección publicada– le iremos
informando y proveyendo el URL para que las pueda obtener, estudiar y
comparar entre sí y con la Biblia. Le ofrecemos estos dos
URLs de la Confesión de Fe de Londres de 1689 y Confesión de Fe Bautista
para que, a su conveniencia, la pueda leer, estudiar y escudriñar a la
luz de las Escrituras. también puede hallar varias otras Confesiones o
Declaraciones en la nueva Biblioteca Gracia Soberana, sitio web amigo y hermano nuestro.
Aunque
Dios nos concedió la tarea de traducir dicha Confesión del 1689 durante
la decada de los '70, le advertimos que algunas ediciones que aparecen
en la web pueden haber sido modificadas por lo que no respondemos
textualmente por las mismas. Algunos errores ortográficos aparecidos en
nuestra primera edición han sido corregidos, cosa que vemos con buenos
ojos. ¡Gracias! En otros casos, el documento ha sido separado por completo del
nombre de su traductor –con todo lo legal y moral que tal acción implica– por lo que
dejamos tales situaciones en las manos del Dios que todo lo ve y juzga
con santo y perfecto juicio.
Siéntase
en la libertad de enviarnos sus comentarios o preguntas usando nuestro
formulario de carta electrónica. Nos reservamos el derecho de
introducir correcciones y modificaciones en la medida que podamos
apreciar su necesidad. Le estaremos muy agradecidos por cualquier
error que usted traiga a nuestra atención en ese buen espíritu ayudador
que, sin duda alguna, caracterizará sus aportaciones al respecto. A continuación, pues, la Confesión 1646 [con su página títular]; le sigue la página título del Apéndice a la Confesión de 1646 seguido del texto del mismo. ¡Qué le aproveche a su alma!
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